Lo cortés no quita lo valiente
En Oviedo el pasado domingo se vivió una jornada brutal antes del encuentro frente al Cádiz. Se disolvió la tensión del partido con sidra y cerveza, y los más bestias apostaron por fuertes comidas. Se incautó de todo: cachopo, fabada, criollos... Material pesado. Se intercambiaron cánticos en los que las aficiones se acusaban de merecerse ambas el ascenso, e incluso llegaron a pisarse unos a otros intercambiando halagos. Esa fue la 'dantesca' realidad del domingo, entiéndase la ironía.
Pero no podían quedarse las cosas ahí, no. Al final, algo falla siempre en torno a este deporte que tanto nos gusta, y alguien acaba llenando de amor, pero del propio, la previa a un partido. No sé si es el hambre o las ganas de comer, o si se buscan y se encuentran, pero los incidentes casi nunca son culpa de uno solo.
No soy nadie para juzgar quien empieza, quien es más o quien es menos, versiones sobran. Pero sí espero cosas. Espero que si me acerco a la rampa a recibir a mi equipo, sea de Pajares para arriba o de la otra punta de España, no tenga que salir corriendo, apaleada o envuelta en un cruce de bengalas y botellas. Y más que por mí, hablo por los niños, ancianos y personas de toda condición que había allí y que no tenían ni idea del conflicto de quedadas. Y repito, me da exactamente igual quien las lance, o quien las devuelva. Yo eso lo condeno. Es fútbol, y acepto pasión como motor de vida de este deporte, pero la pasión no es una excusa para todo.
Ante mí tres o cuatro aficionados cadistas se despojaron de sus camisetas jurando y perjurando ante Dios, que al primero que encontraran del Oviedo en Cádiz, le iban a devolver aquella encerrona. Que 'por sus cojones', alguien lo iba a pagar. Mi pregunta es, ¿vale tanto el orgullo y la irracionalidad? ¿qué me queréis vender? ¿qué esto tiene algún tipo de justificación? No pasó nada, de todo lo malo que podía pasar. Y quiero pensar que tampoco va a pasar en Cádiz. Llamémoslo 'incidentes aislados', y eso son. Pero me falta franqueza, me falta autocrítica. El 'honor' es otra cosa, no un cheque en blanco para pegarte con alguien cada vez que crees o estimas que te lo están vulnerando. El 'orgullo' se plasma en tifos, y se demuestra trabajando desinteresadamente por los colores que sientes, como se viene haciendo, no con demostraciones de superioridad. Y la “garra” consiste en dejarse la voz en el campo, eso que se nos da tan bien, no en sacar las uñas fuera de él. O igual soy yo, que no entiendo nada.
Y alego ignorancia, porque mi mente no alcanza a entender cómo se puede justificar empañar así una fiesta. Tu imagen a nivel nacional, y ahora, a nivel mundial... todo eso que con tanto mimo se cuida a diario. Y pediremos que no lo saquen, y quienes hayan tenido que salir corriendo en estampida pedirán que se saque. Y si nos pasara a nosotros mañana, reclamaríamos la misma atención. Y lo cortés no quita lo valiente, mal se gestionó también por parte de la policía, no es cuestión de criminalizar a nadie. Puedo entender a todo el mundo, pero tengo la sensación de que nadie me entiende a mí. La pasión no está reñida con el sentido común, y si las cosas se hablaran quizá nos ahorraríamos tanta justificación innecesaria a posteriori.
Enhorabuena a toda la gente que disfrutó acogiendo y supo ser acogida el pasado domingo en la ciudad. Que tomar una cañas juntos no es relajarte frente al rival, y no tiene nada que ver con lo que ocurre en el campo. Es más, en eso consiste el fútbol también aunque se nos olvide. A ver si no de qué voy a tener yo conocidos en La Roda.
Que estamos equivocados si pensamos que condenar la violencia nos hace más débiles, al contrario. Justificarla o esconderla sí nos hace de menos, sea del color que sea, cometamos el error nosotros mismos o los demás. Lo que ocurrió en esos tres o cuatro minutos en los aledaños del Tartiere nunca debió pasar, y quizá debamos reflexionar sobre ello todos, que nunca es tarde para rectificar.