Una escalada sin fin
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El Clásico está cada vez más cerca. El Santiago Bernabéu será de nuevo testigo de uno de los partidos más esperados del año en el panorama futbolístico nacional e internacional. Una cita cuyo último precedente tuvo lugar el pasado verano, con la Supercopa de España cosechada por el Real Madrid. Por aquel entonces, el Barcelona parecía un equipo roto y desmigajado, pero con el paso del tiempo todo ha cambiado.
Hace apenas cuatro meses el Real Madrid levantaba el trofeo de la Supercopa de España ante la atónita mirada de un Barcelona herido, un equipo que parecía estar a medio hacer y cuyo futuro no era nada esclarecedor. Algunas de las llegadas al vestuario blaugrana, como la de Paulinho, no convencían a una afición que presagiaba un año bastante negativo.
Ahora, después de 16 jornadas disputadas, todo parece ser un espejismo. El Barcelona de Ernesto Valverde comenzó a carburar desde el primer encuentro liguero. Una victoria detrás de otra fueron instalando a la escuadra de la Ciudad Condal en lo más alto de la clasificación, alejado de su máximo contrincante. Un equipo férreo, seguro atrás y efectivo en ataque que de momento campea en lo más alto de la clasificación con 42 puntos, once más que los merengues, aunque con un partido menos.
Europa también exigía la mejor versión del Barcelona. Un grupo formado por el Sporting de Lisboa, la Juventus y el Olympiakos obligaban a los de Valverde a ponerse el mono de trabajo. Y así lo hicieron. Cuatro victorias y dos empates otorgaron al cuadro catalán la primera plaza del grupo, con un solo gol encajado en seis encuentros.
Los números hablan por sí solos. El paso del tiempo le ha dado la razón al técnico blaugrana, que siempre confió en el potencial de sus hombres y de las incorporaciones realizadas. Curiosamente, el Barça no pierde un partido desde aquella Supercopa tras la que todo aparentaba oscuridad. Como ha cambiado la historia.