Como, casi, siempre rezando a San Mamés

Tras concluir séptimo la pasada liga (ayy Alavés, Leganés...) al Athletic Club no le quedaba otra que volver de forma tempranera a disputar partidos oficiales, como ha sucedido este jueves, 27 de julio, con la ida de la previa Q3 de la UEFA Europa League, disputada en el Estadio Nacional de Bucarest ante el Dínamo, saldada con un sensiblemente frustrante (1-1) con goles de Laporte (su primero continental) y Rivaldinho.

Habrá que finiquitar el pase a la previa definitiva en la vuelta a disputar el próximo jueves, 3 de agosto, a las 20:45 horas en San Mamés. Como casi siempre a rezar al santo por levantar el pie del acelerador, si bien es cierto que el calor, el césped y el estado físico pasaron factura ante un rival más rodado. Esperemos que el equipo le de una vuelta a su forma y a sus formas en una semana porque hoy fue de más a menos claramente.
Con ausencias importantes como las de Williams, Yeray o Kepa, si bien este fue suplente, el míster de Larrainzar esbozó un primer once que fue el mismo de Brujas, con Iago Herrerín, De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga, Beñat, Vesga, Susaeta, Raúl García, Muniain y Aduriz. ¿Novedades respecto a Valverde? Pocas la verdad. La entrada de Vesga por San José y la apuesta por Etxeita hasta que vuelva el baracaldés. Unai Simón y el sonriente Córdoba se quedaron en la grada.
Había alrededor de 15.000 espectadores en el 'demoniaco' estadio que vivió uno de los golpes más duros de las últimas décadas para los athleticzales, con la final 'horribilis' de 2012 ante el Atlético, por eso y la fecha quizás la escasa presencia de algo menos de un centenar de seguidores rojiblancos. Allí partían los leones ante un rival hispanizado, que tuvo el detallazo de lucir camisetas de apoyo a Yeray, con idea de ser protagonista con el balón y lo cierto es que el primer tiempo fue de balneario ante el excesivo respeto de los de Contra.
Pronto se mostró el ideario del míster navarro: balón sacado desde atrás, presión alta para incomodar a los rumanos, repliegue si no se roba, combinación por dentro con la dupla creativa Beñat-Vesga, agresividad en el balón parado... pero también los defectos 'clásicos', como la falta de profundidad y de juego entre líneas, es decir, pese a buenos detalles de Muniain faltaba un filtrador tipo Ander Herrera, de esos que crean donde no se ven los huecos ante un equipo muy incrustado en su campo.
Por eso hubo que abrir la lata con la estrategia. Laporte hacía el primer gol del curso al rematar una peinada de Etxeita, coronando una buena jugada de pizarra con bloqueo incluido. Un tanto que confirmaba la superioridad vasca, pese a que no hubiera excesivas llegadas, pero hay que decir que casi todas eran de los de Ziganda. De hecho, pese a un pequeño arreón local de verguenza torera con un par de tiros, el mayor peligro sufrido fue un leñazo que se llevaba Herrerín al borde del descanso que, afortunadamente, no pasó a mayores.
Flojera en la segunda mitad
A la vuelta los rojillos sí que salieron más puestos, achuchando, metiendo a Rivaldinho que en el 54' hizo un gol digno de su padre. Un obús cerca de la escuadra desde 22 metros entre cinco rivales. Iago quizá pudo hacer algo más, De Marcos también..., eso sí, el ADN brasileiro le llevó a ser amonestado por quitarse la camiseta poco antes de que Raúl García perdiera una clara ocasión para volver a adelantarse. Se había cedido la iniciativa, algo que en los bilbaínos se suele pagar, y menos mal que a Adam Nemec le anularon un gol por fuera de juego dudoso.
La tormenta se venía encima, el centro del campo hacía aguas. Ziganda metió a Lekue por Susaeta y rápidamente con el de Deusto muy incisivo se generaron un par de ocasiones claras, como un chut de un Aduriz que hasta entonces estaba missing, o un remate de Muniain que un defensa sacaba en la misma línea de gol. Pero el físico iba en detrimento vizcaíno, Herrerín tuvo que redimirse salvando un posible autogol de Balenziaga, cuando ellos apretaban de lo lindo.
La respuesta fue sacar a Rico en el 81', algo sorprendente (por lo tardío) ya que el equipo hacía aguas desde hacía mucho rato. Y el tercer relevo se hizo en el 90', al entrar Merino, Sabin. El de Arrigorriaga dio empaque, lo que permitió acabar el choque con tranquilidad, incluso atacando, pero lo cierto es que dio sensación de que los rumanos estaban ya contentos con llegar vivos a la Catedral, donde en un juego como es el fútbol siempre tendrán la opción al menos de intentar dar la campanada. la historia está con los leones, que si bien sufren, siempre pasan estas previas.