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La revolución francesa según Unai Emery

La revolución francesa según Unai Emery

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Kuitxi

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"La  cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes, los amores cobardes no llegan a amores ni  a historias, se quedan allí: ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar". Silvio Rodríguez, otra vez el, le citó en lo negro de la noche y él se da por aludido, cruza el charco de memoria y me deja empapado al sacudirse el cuerpo para aliviarse de la humedad y del salitre. Emery. Unai. Dejó Sevilla luego de tres 'Europa Ligue' consecutivas. Quería más. Él pensaba que era amor. Pero esta noche, luego del seis a uno recibido, han quedado al aire sus vergüenzas: quería dinero y oropeles; ganar la liga francesa, la copa de del país y la Champions Ligue. Quería las tres cosas. Lo quería todo.

Pero cuando el amor al fútbol se ha puesto a prueba, el entrenador de Hondarribia, ante la mirada de medio mundo, con pico y pala se ha dedicado a cavar su propia fosa, dos metros, se ha acomodado en el inframundo, y la tierra que él había liberado le ha caído llovida en tormenta de alud negro entre la que viajaba un epitafio que le habrá de condenar así que intente regresar del mundo de los entrenadores muertos cual mendigo que pide pan, un trozo de queso, una bota de vino, una manta.
"Tengo frio, una manta en la que quedó grabado a hierro incandescente el epitafio que el mismo se procuró: "Aquí yace el entrenador de fútbol más cobarde del mundo". Es lo que tiene querer emular al rey Midas despreciando el arte de saber amar junto a la Giralda y la Torre del Oro, a orillas del río Betis, Guadalquivir rebautizado por los árabes, una forma como otra de querer ahogar la cultura dejada por el imperio romano.  Con un cuatro a cero goles venía el entrenador del París Saint Germain a rendirle visita al Barcelona, un equipo cuyo técnico, Luis Enrique, ya había anunciado su adiós de Can Barca al final de temporada.
El que entiende un poquito de fútbol, el que sigue y persigue este hermoso juego más desde el amor que desde el entendimiento, más alumno de la escuela de la trova de Silvio que de la de aquellos que, cuando llega el momento supremo, son presa fácil de la cobardia, habrán entendido, no tendrán dudas al respecto del envite. La cobardia, si, porque si es que Unai Emery afrontaba el choque cautivo del temor, del miedo, más le vale, como dijo el profeta del Nuevo Testamento, que se ate al cuello una piedra de molino y se arroje a las aguas del Sena, o a las de la Bahía de Txingudi, a fin de facilitar la labor de sus allegados a la hora de recuperar su profano cuerpo de entrenador.  Se cuenta que Ernesto 'Che' Guevara, cuando fue atrapado por los esbirros de Barrientos, presintiendo que ya había balas en el vientre  del fusil del asesino, exclamó: "Valgo más vivo que muerto": en un chamizo de Vallagrande, en la Bolivia profunda, "Te dispones a matar a un hombre", hablo Guevara, como si tratara de intimidar a su verdugo, pero el soldadito, soldadito boliviano, ay, apretó el gatillo...
Emery: ¿vivo o muerto?... Apunta, en declaraciones ante las cámaras de 'Bein Sports', que la experiencia vivida le debe de servir a su Club de aprendizaje. Lo estoy escuchando, incrédulo, se refiere a algún penalti, "Hay tres partes", opina, "la labor nuestra, la del Barcelona...y la del árbitro en momentos muy concretos y cruciales". Hay que tener la cara muy dura. Saldar en opinión el partido de manera tan grotesca le deja desnudo ante el mundo del futbol, pero, en especial, ante ese París al que debe regresar.
"París bien vale una misa", dijo un rey allá a lo lejos en el tiempo, un rey descreído. Regresará, porque allí dejó sus enseres. Y nosotros nos quedaremos a la espera de saber si la misa a celebrar en la catedral de Notre Dame será de penitencia, cual anticipó de la Semana Santa,  o de funeral por su deceso. Sus exequias. Misa de luto, campanas a muerte por el alma de un entrenador arrastrado por sus  miserias humanas, de un técnico cobarde, carente de ese arrojo  y valentía de las que hacen gala los amantes...  "Veo una luz que vacila, que promete dejarnos a oscuras, veo un perro ladrando a la luna, con otra figura que recuerda a mi. Veo más, veo que no me hallo. Veo mas, veo que se perdio"  "ÓLEO DE MUJER CON SOMBRERO". A Silvio se le escapó una mujer; a Emery, la eliminatoria. Al cubano,  por un deseo excesivo de amor. Al guipuzcoano, por cobardía.  Post-scriptum: Con respecto a los avatares de los noventa y cinco minutos que duró el partido, que se pronuncien los expertos, o toda aquella persona que se plantó delante de un televisor, atraída  por el morbo...o por ver cómo se resolvía la dicotomía entre un amor desmedido y una cobardia sin parangón en la historia europea del fútbol.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Futbolista, periodista, montañero, pero sobre todo escritor: cuentos, relatos, cronicas, artículos radiofónicos, literatura de viajes. 

@LuismaPrezGartz

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