Cuenta atrás para volver a Europa

A mí me parece que el parón, en este momento de franca mejoría, no le viene tan bien al Athletic Club cuando parecía haber recuperado el pulso en el objetivo de agotar sus opciones europeas. Indudablemente los descansos activos siempre sirven para recuperar las muescas que va dejando la liga cuando ya se han consumido tres cuartas partes de su calendario.

En ese aspecto el impasse tendrá sus efectos positivos, pero es una lástima que la única competición en la que seguimos vivos pare justo ahora que el equipo estaba en una clara fase alcista y la afición había comenzado a desprenderse del disgusto de Chipre.  Los leones, probablemente aun heridos en su orgullo, están sacando al fin el futbol y la intensidad que no vimos en la dolorosa eliminatoria de vuelta ante el Apoel. A algunos nos pasa lo mismo, aún nos resulta difícil metabolizar un mes después el fiasco que supuso la eliminación, por imprevista y por firmarse ante un rival entusiasta pero netamente inferior.
Puede que todos, equipo y afición, tomáramos a los chipriotas menos en serio de lo que exige una competición que quieres disputar y que otros persiguen con el mismo objetivo e ilusión. Ha quedado claro que el favoritismo hay que ganárselo en el campo y que el caché tiene que demostrarse en cada eliminatoria porque el desafío no permite ninguna concesión.  Fíjense, es un ejercicio baldío de futbol ficción, pero si nos hubiéramos puesto las pilas como el Anderlech, posiblemente seríamos nosotros y no los belgas los que se estarían jugando el pase a las semifinales contra el glamuroso Manchester United, hubiera sido maravilloso repetir batalla British ahora que precisamente se han cumplido 5 años del excelente triunfo de los leones en Old Trafford. Pero efectivamente ese es otro más de los cuentos de la lechera que tanto practicamos en Bilbao, y tampoco sabemos si los de Valverde hubieran sido capaces de derrotar al conjunto flamenco.  Lo único real a día de hoy, es que nos queda un único frente abierto y dos objetivos: el deportivo y el emocional. Es fundamental terminar la liga en un puesto que nos permita repetir presencia europea por cuarta temporada consecutiva y por supuesto hacerlo dejando un buen bouquet en el exquisito paladar de San Mames. Acabar bien permitirá resetear los malos tragos pasados y regenerar las ilusiones para el próximo curso, que esto es un continuo non stop y si los buscamos encontraremos suficientes alicientes en junio como para recuperar la moral y los objetivos.  Será un fin de curso con varias despedidas y a todos nos gustaría que estas se produjeran en los cauces que han creado escuela en la historia del Athletic. Con reconocimiento, cariño, agradecimiento y elegancia. Ya veremos que ocurre con Ernesto Valverde, un extraordinario técnico (aunque haya dado muy poco juego mediático y en Bilbao nos cansemos pronto de ver las mismas caras detrás de un micrófono).
Para mí podría ser perfectamente el Arsene Wenger del Athletic -en octubre cumplirá 21 años en el banquillo de los Gunners. Un entrenador de la casa en mayúsculas, y que no deberíamos minusvalorar por conocimientos, experiencia, compromiso, talante y personalidad.
Se le pueden discutir planteamientos, cambios, apuestas… ¡vamos hombre! como a todos los que se sientan en el banquillo, pero el gasteiztarra con un trabajo transparente y unos modos siempre razonables en su relación con la prensa ha hecho de esa normalidad una excepción en la liga. De confirmarse la noticia que ya adelantaba en otoño nuestro compañero Jose Manuel Monje dejará un poso que sabremos calibrar cuando se le eche en falta. Siempre tendrá la puerta abierta.  Otro que no seguirá, de no mediar sorpresa, es Gorka Iraizoz. Ya lo escuchamos la semana pasada confirmando que el Athletic no le ha traslado oferta alguna de renovación. Creo que nadie duda que ha sido un estupendo portero. Solo así se justifica que haya aguantado una década al pie del cañón en un puesto históricamente exigente desde que por la Catedral pasaran leyendas como Lezama, Zubizarreta, y sobretodo Iribar.
Él también sabe que el relevo generacional ya está aquí y Kepa parece tener suficientes avales y consensos para sustituirle con garantia. Ahora bien, ojalá haga méritos para mantenerse tanto tiempo como titular bajo los calientes palos de San Mames. Eso sí, parece que a Gorka le queda energía y motivación pues no considera que este sea aun el momento de colgar los guantes. Y se merece por supuesto el homenaje y el aplauso de los que le hemos sentido tan nuestro durante 10 años.
Por Angel López, periodista de Onda Vasca 

@SesmaAngel