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Reparemos en Ager Aketxe

Reparemos en Ager Aketxe

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Kuitxi

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Mientras 'ElDesmarque Bizkaia', troceado en dos tiempos, está teniendo estos días la osadía de publicar un artículo de opinión sobre la relación existente entre la música y el deporte, en general, y el fútbol, en particular, uno no deja de sorprenderse ante las casualidades que se pueden dar, y de hecho sucede, como alimento necesario para abundar, redundar, hasta el enriquecimiento de esta ligazón tan hermosa como necesaria...

Una vez más, llegué tarde a mi cita con este fútbol de la liga 1,2,3 que se demora hasta que no salga campeón uno de los cuatro equipos que se juegan la tercera plaza de ascenso a la élite al mejor de cuatro partidos. Con motivo de sacarle información a un viejo directivo del Club Portugalete de cara a un próximo reportaje, me demoré hasta entender que algo tendría que haber sucedido para que el bueno de Rastrilla no se presentara a la cita que yo creía concertada. Asumiendo la derrota de un partido que no se había llegado a jugar, recogí mis bártulos y me dirigí cuesta arriba hacia mi baluarte en el que se ha convertido la casa de los sueños...  El partido estaba madurando. Pero yo, para entonces, estaba conectado a mi ipod. La televisión, encendida. La tablet, también. Estaba probando la calidad de los auriculares. Y para ello, un reto fuerte. Brutal. Ante mis ojos, Van Morrison. El León de Belfast en 'la Trini' de lo viejo de Donostia' "El patio de su recreo". Jazzaldia 1999. 27 de Julio. Acudí a aquella visita del irlandés. Acompañado. Lo intentamos de todas las formas, modos y maneras, pero no encontramos 'boletos', dos, que nos permitieran acomodo en ese escenario fetiche para el portento de Belfast. Si entonces me quedé con las ganas, ahora era todo para mí.  Luego de una puesta en escena a base de rugidos y puro rock and roll, Van hizo un receso. Le dio un sorbo al vaso de agua para alviar su garganta. Y se soltó, anunciándola hasta el entendimiento, con "When the lives come falling down": 'Cuando las hojas empiezan a caer, en Septiembre; la lluvia sobre tu rostro".
Disfrutaba del temazo cuando, desviando la mirada hacia el televisor, pude ver cómo Ager Aketxe se dirigía manso hacia la línea de fondo de la portería que su equipo atacaba. Manso. Sin alardes. Sin alharacas tipo Cristiano Ronaldo, para que todos nos entendamos. Ahora bien, con los brazos extendidos, ni en cruz ni alzándolos paralelos al tronco de su cuerpo. En aspa, como si fuera devoto de san  Andrés y al mártir cristiano el gol que, al parecer, había marcado estuviera dedicándoselo...  No lo había visto. El gol. Lo primero que me vino a la cabeza es que Aketxe había goleado como acostumbra: pegándole un latigazo al balón cual jockey delgadito que a su montura fustiga con saña para que su caballo salga ganador. Intuía un golazo. Pero no a balón detenido, sino con la pelota rodando sobre el pasto del remozado Carranza. Así fue. Así había sido.  Corría el tiempo sobre el 64'. Aketxe recibió escorado a la derecha y a una porrada de metros de la línea que delimitaba el área grande del equipo chicharrero. Tal vez por lo lejano de su posición, y como  queriendo no tapar la visión de su portero, la defensa no atacó la maniobra  del virtuoso futbolista de Romo. Pudo así, el hijo y el hermano pequeño de Isaac, acomodarse el esférico a su gusto.  Y como, tal fue su confesión al final de la contienda, su entrenador, Álvaro Cervera, le invita al egoísmo a la hora de castigar, donde, cuando y como quiera, el cuero, el jugador, que en la tacita de plata disfruta jugando al fútbol en calidad de cedido por el Athletic,  armó su inteligente pierna izquierda hasta concluir su gesto técnico con un diabólico golpeó con el empeine interior de su mágica bota. La pelota partió como si fuera un cohete encendido. Voló a la altura de una testa. Dani, el portero, lo veía todo porque su defensa no era impedimento.  Cuando llegó a sus dominios, en cambio, cuando todo invitaba a una  estirada de esas llamadas  'palomitas para la foto", el arquero se dirigió andando hacia su palo corto como si pretendiera recoger un balón que al campo hubiera retornado luego de un choque violento contra los trastos de la publicidad.   Fue entonces, a medio camino, cuando vio que, luego de haberse desencadenado el milagro de la llamada "folha seca", la pelota había violentado la red. Quinto gol de Ager en el tiempo que lleva vestido de amarillo en el equipo de una ciudad tan antigua como amante de la fina orfebrería que desde que a ella llegó le está regalando este futbolista sobre el que el Athletic no termina de levantar la voz para decir: ¡Aketxe es mio!...  Pasa el tiempo. Pasa. Aketxe se lo está pasando bomba en un equipo sin presión cuya afición gusta de la exquisitez y de la floritura. Álvaro Cervera es su entrenador. Y a su izquierda, un tal Alvaro García, de fisonomía similar a la suya, zurdo como el, más amante de la línea de banda que del barullo de las interioridades, evoluciona con unas maneras de once puro que a uno le recuerdan el mecanismo y el desparpajo de Estanis Argote.   Si este chico jugara en el Peña Sport de Tafalla, el Athletic no lo debería dejar escapar. Juega en el Cádiz, sin embargo, y nadie habla de él como un futbolista vasco. Como es posible que un equipo de Segunda como el Cádiz tenga un extremo zurdo tan talentoso, y en los cuatro años de Valverde en el banquillo de la Catedral el técnico del Athletic haya sido incapaz, a la hora del Adiós al Club de sus amores, de dejar el preciado legado de un centrocampista zurdo para la siniestra banda.  Alejado de ello, Txingurri ha cometido extravagancias, o errores, tales como ubicar en esa posición a futbolistas como Viguera, Lekue, Williams, Saborit, Susaeta, Raúl García... o darle cancha al continuismo de Muniain, o a lo ya sabido de Sabin Merino. ¿Qué pasa en Lezama, qué pasa, que no termina de pasar lo que en Cádiz con tanta naturalidad y desparpajo pasa?...  Alvaro Cervera, Álvaro García, Argote y Ager Aketxe. Cuatro 'as-es'. Se sabe que Unai López hará la pretemporada con el primer equipo. Y que, ante el 'descanso' que se debe tomar Yeray para ponerse bueno, Cuco le ha dicho a Unai Núñez (hijo de Abel, con el que compartí fútbol en el equipo de La Florida) que se active para la pretemporada. A Oscar Gil también le ha posado la mano en el hombro.   Se supone que Vesga volverá, pero su nombre no lo he escuchado. Undabarrena, cedido, sabia decisión. Morán parece ser ya un caso perdido. A Eraso parece que se le invito a venir con un billete de ida y vuelta. Y con respecto a lo que más preocupado me tiene, mientras en Zubieta se atreven a utilizar el nombre de Ruiz de Galarreta como si no fuera en vano, en Lezama parece que lo que dijo en su día Marcelo Bielsa luego de auscultarlo en entrenos y partidos es, pues eso, una locura muy propia de un entrenador al que se le dice "EL LOCO".   El sabio de Rosario, al referirse al extraordinario futbolista eibartarra, sentenció: "Iñigo Ruiz de Galarreta está llamado a dirigir por muchos años al Athletic, y a dotar al equipo de su elegancia y talento", como hacen los que llevan cosido en su dorsal el número "4" que les pertenece a los 'jugones'. Galarreta se ha destrozado dos veces la rodilla jugando a fútbol, bien como cedido o fuera ya del dominio de Ibaigane. Si perteneciendo al Club de Ibaigane, cualquier otro equipo le habría renovado por tantos años como ligamentos y meniscos se ha roto.  Galarreta, visto lo visto, parece ser despojo, y no aquel fenómeno que profetizara Marcelo Bielsa. Extraña dirección la que está al mando del presente y futuro de Lezama, factoría en la que nacen y se pulen futbolistas de empaque. Esgrimiendo la billetera, se habla, o se hablaba, de Oiarzabal, de Mikel Merino, de  Berenguer, de Odriozola, y hasta del llamado "Bautista", como si este ariete txuriurdin fuera el profeta que con su palabra nos garantizara la llegada al Athletic de un tiempo nuevo.   A la espera del 'Advenimiento', reparemos en Ager Aketxe, y en las maneras de su compañero en la banda izquierda, Álvaro García, un zurdo puro que me hacía evocar las maneras de Argote mientras en la pantalla de mi ipod Van Morrison cantaba "Cuando las hojas empiezan a caer". 'Folha seca'. Hoja seca. Como el balón que golpeo Aketxe. Una canción de Van Morrison mientras se jugaba un partido de fútbol. Una forma de entender el juego, la de Aketxe, que a los gaditanos les suena a música celestial.

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