Dos inacciones de Lekue condenan al Athletic

Admiro la entereza de Asis Martín. Su profesionalidad. Ese no haber mandado todo a la mierda tras el pitido final dejando, así, en blanco el espacio destinado a ser cubierto con la crónica del partido, este Málaga-Athletic de la tarde sabatina del 23 de septiembre, festividad, entre santos y mártires, del patriarca Matusalén. Hay que tener cuajo, sangre fría, hacer de la incredulidad virtud, tragarse los sentimientos para terminar oficiando de frío periodista que se gana el jornal con el sudor de sus dedos. Debe escribir. Le va en el sueldo. Y ser moderado: dar fe con finura  de tanta 'fechoría' o es tarea fácil.

Por mi parte, ya les digo de inicio que me declaro insumiso. Y si escribo, no es más que para que su crónica tan bien trabajada no se sienta huérfana de esa otra mía que el dio en llamar "contracronica". Por tí escribo, compañero. Que si por el Athletic fuera ya me habría metido en la cama y sin pijama a la espera de que el sueño de la tarde y de la noche me dejara varado en una playa dominical luego de que los malos recuerdos quedaran ahogados en el fondo del mar. No trago. Lo de hoy, no. Y no ya por falta de querencia, que también, sino porque mi boca no es lo suficientemente grande como para que por ella quepan las famosas ruedas del molino.   Y es por eso que la crónica del partido que yo quiero tratar empezó allá por el minuto 80'. Ganaba el Athletic 1-3 y el Málaga del casi 'condenado' Michel jugaba con 10 jugadores desde el minuto 52'. Un Málaga desquiciado. El Athletic lo tenía todo, pero todo, todo, para arrasar en el marcador con una goleada histórica. Falta a favor del Málaga. Santi Segurola, que estaba viendo y sintiendo lo que yo veía y sentía, comentó, "En este tipo de acciones es donde el Málaga de Michel podría tener sus únicas opciones de acercarse al Athletic en el marcador... Balon tontorron. Inocente. La pelota cae pinchada al segundo palo. "Se trataba de una pelota dividida", habría de comentar Santi Segurola luego de que el 'referí' se hubiera cobrado el segundo gol de los de La Rosaleda"; tanto era para Lekue como para Baysee; pero mientras el delantero se decidió por atacar la pelota..., el defensa del Athletic se quedo quieto", mirando a su oponente, como si sus piernas se hubieran tornado de plomo, o como si, al mirar hacia la portería, su cuerpo se hubiera convertido en estatua de sal al empezar a ver cómo Sodoma ardía arrasando a Arrizabalaga y las redes de su portería. 2-3. Gire mi cuello hacia la izquierda y escribí azul sobre blanco: "Segurola lo anunció"   Casi de seguido. Poner la pelota en juego y poco más. Iker Muniain asistió a Iñaki Willians por enésima vez. Tenía a Susaeta en el segundo palo, para empujar al fondo de las mallas su pase de la muerte. Pero el Had-trek que tenía delante de sus ojos lo cegó. El 2-4 se acababa de esfumar. Y bien que habría de ser lamentado el, por otra parte, 'egoísmo' del 'velocista' y goleador rojiblanco. Porque, tan solo un minuto después, un balón voló  sobre el 'nido del Cuco'. Como pájaro tiroteado por una txinbera, el perdigón hizo mella en las alas del ave. Que empezó a precipitarse en caída libre sobre, por segunda vez en apenas tres minutos, el 'nido del Cuco'. Allí estaba Lekue, como recién había estado. No había aprendido, sin embargo, la lección; inexperto en la ley de la selva, Rolan le ganó la espalda porque estaba 'poseído' por el hambre, y no por la inacción de Iñigo Lekue, por su desidia al borde del mar. 3-3.   Pudo caer el cuarto a favor de los malacitanos. Y si el tiempo les hubiera dado de más, en estos momentos Michel estaría celebrando una  esperpentica  victoria de los suyos. Derrota rojiblanca. Que, para bien del Athletic, debería haberse producido. Para bien se ha dicho, si, ya que puestos a empeñarnos  en que un empate nos sepa a derrota, mejor que la derrota sea a fin de evitarnos el esfuerzo de tergiversar la ley de la causa y los efectos.  "Ya sabemos las condiciones de Lekue". Hasta ahí quiso llegar Cuco Ziganda cuando, en sala de prensa, los periodistas vizcaínos no hacían sino 'torturarle' tirándole de la lengua a fin de que terminara 'cantando'. Mas Cuco no es delator. Ni chivato. Defendió a Iñigo Lekue con la capa y la espada que el Zorro Aduriz le había prestado a sabiendas de que su entrenador debería tener mas armas que la palabra cuando las preguntas en relación a la aciaga tarde del lateral de Deusto le vinieran como flechas llovidas del cielo.    Hubo más partido que lo que ocurrió a partir del ochenta. Cierto. La picardía de Muniain y la frialdad de Aduriz. La dejadez de San José dejándole a Rolan que armara su pierna. Ese romper la pelota de Wuillians en el segundo tras el cándido comportamiento de los futbolistas del Málaga.  Esa calidad para rasear su remate al palo largo. Era el 1-3.. Y el Málaga, con diez. Cuco Ziganda prefirió repartir responsabilidades y sacar tanta cosa buena como dio de sí para el Athletic el partido. "Ya sabemos las condiciones de Lekue". De acuerdo. Entonces, una de dos: o le inculcas la misión que como defensa le corresponde, o le dejas en la banqueta. Pero no me hagas, Cuco, ¡MESEDEZ!, comulgar con ruedas de molino. Que mi boca es pequeña. Y nació para besar.