Vocación de riesgo

¿Qué hago ahora contigo?, se tituló tras el fulgurante partido que el Athletic protagonizó frente al Villarreal en el Estadio de La Cerámica. Impactó tanto, por inesperado, que la familia Athletic decidió concederle a su equipo el llamado beneficio de la duda. Lo que vendría a a ser que al que escribe, a usted, al vecino, y también a sus  parientes, a pesar de tantas pruebas en contra del 'acusado', nos dimos, como dice Mati la de 'Amar es para siempre', "un poder" que nos permitía elegir pensar que el otro, cuando el otro es el equipo que dirige Cuco Ziganda, era buena gente, o que, al menos, no era equipo malo, futbolistas que luego de haberse pasado casi toda la temporada en coma, de repente, habían salido de él, despertado, y que, al sentirse como cervatillos recién puestos en libertad, nos indujeron a las más tiernas ensoñaciones.

Beneficio de la duda. Voto de confianza. El sábado se le da un mazazo al 'Depor' para soterrar su cadáver. El miércoles 'quemamos' Madrid. Y en los partidos restantes, hacemos pleno. Porque este 'Athletic de Urrutia' que delegó en Cuco la dirección de la nao rojiblanca, por fin, luego de enloquecer en el Laberinto, había encontrado la salida y se movía ya libre, con los ojos bien abiertos, dispuesto a comerse el mundo tras tanta hambre acumulada. Atentos, pues, ánimo, leones, que viene el 'Depor', a ocho de la salvación, repetimos lo de Castellón y al final de la partida Ziganda será paseado  a hombros por Iñaki Williams como si el homenajeado se tratara de Piru Gainza en aquella legendaria final.    Como tod@s ustedes, salvo honrosas excepciones (que uno se sabe porque el límite de su paciencia fue superado con creces y casi de inicio), han visto el partido, abundar sobre él sería un ejercicio en vano; tan sólo decir que el Depor-Athletic, a mis ojos, se me asemejó, digamos que hasta el 1-3, a la visita a Bilbao del Olympique de Marsella, esa tan reciente, esa tan lejana, que, al final de la batalla, deparó un terreno de juego todo el convertido en un reguero de sesos, sesos de león.     Ver para creer: un equipo con la permanencia a tiro de ocho puntos arrasó técnica, táctica, anímica y, en especial, físicamente, a una escuadra rojiblanca que parecía conformada por soldaditos de plomo sobre un tablero que los de Clarence Seedorf volteaban con una facilidad pasmosa.

 
Uno, dos. Ene bada, hau da hau, Hamaikak ikusteko jaioak gara. Adiós beneficio de la duda. Se acabó el voto de confianza. 'Monólogo en La Catedral'. Conversaciones con los compañeros de localidad: "Imposible entender el comportamiento de este Athletic". Ni siquiera 'Los Secretos': "Porque este Athletic es raro y nadie me lo explica". Ni siquiera el propio entrenador que, tras la traición, traición, sí, ya que existió previa promesa de que "somos capaces de dar continuidad en San Mamés a lo que hemos sido capaces de protagonizar en Villarreal", sigue sin enterarse de la fiesta que se trae entre manos.     De ahí el gentío. Por eso ese graderío casi pleno y del todo pletórico que se acercó a la explanada de San Mamés como en alegre biribilketa desde la plaza de Unamuno, que, a eso de las 19:30, era un hervidero en el que uno se mezcló proveniente de Lezama, sesión doble, dura, qué dura es la labor del periodista que, por fuerza mayor, se ve obligado a escribir las crónicas de todos y cada uno de los partidos que juega el Athletic. Dura, durísima.     El aficionado de a pie sufre, padece, se indigna cuando mira y ve el espectáculo que se le ofrece. Pero, ay, qué suerte la suya, cuando La Catedral cierra las puertas y ya instalado en la zona de confort de tabernas y hogares, si te he visto, Athletic, no me acuerdo, como para regodearme en lo indigno estoy yo. "Fútbol es fútbol" y el partido se acabó; hago "chas" y, Urrutia, Ziganda, leones nos vemos en la próxima caricatura de un tebeo que ya no me da miedo porque la salvación está asegurada; un cómic que veo porque en su día pagué todo un año por adelantado, o por esos cómodos plazos gracias a la BBK, Kutxabank en el pecho de las camisetas. De mancharla se habló en su momento, pero ahora que el patrocinio se ha asumido, ¿quién es en verdad el que está manchando el escudo del Athletic?    Ser del Athletic es como asumir que uno tiene pulmones que le permiten respirar y un corazón que late para que la sangre rojiblanca recorra hirviente los intrincados caminos de las venas. Ver al Athletic, a este Athletic, es, se ha convertido en un ejercicio de masoquismo. Se hace duro. Ver siempre la misma historia aburre. Asistir a la misma representación agota. A uno, particularmente, le llama poderosamente la atención que, tras una temporada tan calamitosa, el Athletic sume 39 puntos y esté virtualmente fuera de todo peligro, salvado, una temporada más en Primera División, El mito del diario L'Equipe sigue vivo y Gainza, desde lo remoto, está ya presto a celebrar con champán que el Athletic "sigue siendo de Primera ".     Ver. Oír. Hablar hasta el momento en el que uno se dice a sí mismo !basta! Pero, hagan, por favor, un ejercicio de empatía, pónganse en la piel de los dedos de la mano de la mente del cuerpo que, tumbado en la cama, se ve obligado a practicar un ejercicio de reflexión hasta que la inspiración lo acompañe. Tratar de ser original a la hora de escribir sobre algo tan vulgar es un terrible esfuerzo que me arrastra hasta el mareo, el vértigo, el miedo a la náusea y el vómito que ponga hecho un Cristo la maldita hoja en blanco.
    Mira, Athletic, al Athletic hecho carne, me refiero, no al espiritual que encierran en su ser todos  los peñistas llegados de lejanas tierras a los que los discípulos de Cuco les han pagado con moneda falsa. Ay, leones, si supierais lo que es ser del Athletic en Sabiote, ese pueblo jiennense que, sumándose a Úbeda y Baeza, cierra el triángulo rojiblanco del orfebre manchego Andrés de Vandelvira.    ¿Qué hago ahora contigo? Si te soy sincero, te mandaría a la mierda aprovechando que a estas horas de la noche están las criaturas dormidas. Si te sigo siendo sincero, decirte que me estoy planteando muy en serio la relación sentimental que me une cada vez que te escribo para decirte lo mucho que te quiero a pesar de que escribir de ti, por ti y para ti me está dejando el cuerpo hecho unos zorros, la mente a punto de estallar, la conciencia maltrecha y el ánimo soterrado.
Y aún así, luego de llegar a casa arrastrándome y te juro que no de borracho, a las tantas de la madrugada, cojo el IPad y me pongo a teclear para decirte que soy un auténtico gilipollas porque sigo hablando de ti aunque sea mal, un cobarde porque debería desertar y no lo hago, un fingidor porque finjo tan completamente que hasta finjo que es pasión la desidia que por ti siento, que entre el odio y el amor se interpone ese clamor en las entrañas del Metro: "¡Athletic!! ¡Eup!. Y hasta los peñistas se sumaban a la fiesta, esos a los que habría que hacer un monumento.
Athletic, como cronista, estoy agotado, me rindo. Muy bien, tú has ganado, a base de partidos como frente al Dépor me has derrotado.
Periodismo deportivo: profesión de riesgo. 'CRONIFICAR' AL ATHLETIC PERJUDICA SERIAMENTE LA SALUD. Haceos cargo, leones, en vosotros está la sanación del cronista... o su muerte por el agotamiento que provoca el hartazgo. 
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista