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El cese de Aitor Calle: argumentos muy duros

El cese de Aitor Calle: argumentos muy duros

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Kuitxi

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Caso  segundo. El cese de Aitor Calle. En el tramo final de la Asamblea, apartado ruegos y preguntas, la sala, por lo que se trata y el aire que se respira, se asemeja más a un tribunal de justicia que a un aula donde se están librando batallas deportivas.

Para que todo hubiera cuadrado, nos habría bastado la presencia de los acusados, que así, de paso, con su mera presencia, habrían pasado a ser de condenados, como de hecho lo son, a acusados, o simplemente sospechosos, con su abogado defensor y todo, bien de oficio, bien de pago, que, dado el cariz de lo que acontece, gastarse unos buenos euros en un letrado de prestigio no habrían estado de mas antes de terminar leyendo a posteriori acusaciones tan graves como las que uno está a punto de escuchar a fin de puedan ver la luz en el Desmarque Bizkaia, el único medio de comunicación que se ha tomado la molestia de hacer llegar al recinto a un enviado especial.   Tiene la palabra, la sigue teniendo, el presidente del Club Portugalete, portavoz de la acusación que está a punto de verter sobre Aitor Calle el protagonismo de unos hechos notablemente graves, algunos ya esgrimidos ante los micrófonos de Radio Popular y arrastrados con la escritura a este medio, otros del todo novedosos que causarán estupor en la sala, al menos en los oídos  de la persona que se los está intentando narrar con suerte incierta, de entendederas ajenas mejor no opinar, hijos de madres y padres distintas somos, afectos y desafectos, el cristal que delante de nuestros ojos la vida nos pone para que podamos ver lo que en la vida sucede, y de seguido sentir, y en última instancia, opinar, librémonos de juzgar, ya se dijo, No juzgues... y no serás juzgado.   Mas el Portu, como Club de Fútbol atosigado por una Hacienda que últimamente tiende al ohogue hasta la asfixia, del mismo modo que se ve obligado a pagar el IVA hasta  por le mero hecho de obligar a sus futbolistas que usen espinilleras, obligado se siente a narrar con todo lujo-miseria de detalles los hechos que, una vez sellada su vuelta a casa con un foto colgada en la web de esas de sonrisa reluciente y sincero apretón de manos, se fueron produciendo hasta concluir el sacrificio de un entrenador tras su particular semana de pasion...
  “Aitor Calle”, comienza argumentando la acusación, “como entrenador del Club Portugalete, y según reza en el libro de sus obligatorias permisiones, estaba sujeto al seguimiento de su trabajo en calidad de empleado gualdinegro, por parte de” la trinitaria comisión deportiva del Club, que como ya de dijo,  estaba, y sigue estando formada, por Mariano Susilla, Perdi Arteagabeitia, y este humilde presidente que les habla, Eduardo Rivacoba Zurimendi”. Dado que la mayor parte del discurso que el señor Rivacoba vertió en contra de Aitor Calle para justificar ante el tribunal del fútbol su expulsión del campo de La Florida con tarjeta roja y castigo de partidos sine die quedó reflejada en su momento en este mismo diario, a aquel articulo se le remite a la persona lectora.   Pero como reincidir en este caso es ayuda más que redundancia, volvamos tras nuestros pasos, más bien tras la senda de Aitor Calle hasta llegar a ese punto del camino en el que, según la junta directiva del Club Portugalete, su avanzar se tornó errático. Alguien como si le quisiera echar un capote al entrenador ausente,  tomó la palabra y alzó la voz para destacar el “fantástico partido que hizo el equipo frente a la Cultu, goleada, tantos de pañuelos y un juego que maravilló a los más viejos del lugar, el alto de La Florida. Hasta aquí puedo llegar. Es la hora del presidente. Se va explayar. Quiere quedarse a gusto hasta que toda la masa presente entienda qué tipo de comportamiento tuvo Aitor Calle como para que la directiva se viera obligado a expulsarle del Club en su condición de primer entreador...  “Malos resultados. Los futbolistas no entendían al técnico Hasta el punto de que hubo un entrenamiento que se vio obligado a detener porque ni sus propios jugadores entendían lo que les pretendía transmitir”. Duro. Ya de entrada. Se habla de fútbol, pero da la sensación de que algo más hay, algo que se esconde, a la vuelta de la esquina está y con ello nos toparemos de inmediato... “En septiembre nos pidió cinco futbolistas, a sabiendas de que la plantilla era de primer nivel y de que él mismo había tomado parte en su confección. Tercer punto: tres futbolistas se dirigieron a mí pidiéndome “quiero salir “. Petición tan grave denotaba un desanimo evidente de (algunos) jugadores.
  Para Las Llanas, partido que nos enfrentaba al Sestao River, la directiva había decidido que la única alteración que sufriría  la indumentaria del equipo seria la del pantalón, que pasaría de negro a amarillo, para evitar coincidencia con el calzón de los sestaoarras. El resto, así la zamarra como la camiseta, las habituales. El, sin embargo, imponiendo de manera su criterio, decidió que el Portu habría de jugar enteramente de blanco”. Lo que a la persona lectora le puede parecer una nadería, para la junta directiva supuso un reto, un acto dictatorial, un querer estar por encima de todos. Aquello no gustó ni un pelo al presidente del Club, Rivacoba Zurimendi. Mandatario que ve, o siente, que el entrenador se está subiendo a la chepa de Mariano Susilla, Perdi Arteagabeitia y el propio presidente, trió que rige la dirección deportiva del Club.   Como parte activa, que ve, opina, juzga y va tomando notas, Rivacoba nos habla de un técnico que no tenía ni un sistema ni una estilo de juego definidos, sino que iba planteando los partidos en función de los rivales a los que nos enfrentábamos. El Portu, en pretemporada, era, junto al Alavés B, el candidato al título. Iniciada la temporada, visto ya de que iba a cada uno, el Portu, testados los mismos actores, se había descolgado hasta posiciones que nos acercaban más a la mitad de la tabla que a su cabeza. Esto movía a la directiva a la reflexión; a estar aún más atentos a la forma en la que trabajaba Aitor Calle.   Así, pudieron ver que había una diferencia abismal entre lo que el equipo ensayaba en los entrenamientos y lo que proponía en el terreno de juego a la hora de la verdad. Es entonces cuando se trae a colación desde la sala “el repaso que le dimos al líder, practicando un futbol que todos los asistente, así locales como foráneos, no se paraban de alabar”. “Y partidos malos  también había hecho el equipo”, es la réplica, algo que uno, desde su condición de exfutbolista, ve como la continuación de un diálogo fuera de lugar. “Sodupe. Balmaseda y Sestao nos habían ganado. Tres derrotas en cinco partidos. Las mismas que padecimos durante toda la temporada cuando con Ezequiel Loza el equipo ascendió a Segunda B” . Rivacoba se siente a gusto.    Y abunda: “Y eso que el último partido de los tres perdidos se jugó con un once plagado de reservas, acertada decisión de nuestro entrenador ya que, al de una semana, nos esperaba el Talavera en el play off y habría sido de tontos haber corrido el mínimo riesgo”. Ezequiel Loza a escena. Enorme entrenador. Se puede presumir de haberlo fichado. Pero de sabios habría sido reconocer que el mismo hombre que nos alzó a la gloria de la Segunda fue cesado, ya en la categoría de bronce, cuando la competición no había llegado ni a su mitad. Le quedaba al técnico de Santoña más de una vuelta, con el mercado de invierno a la vista, más de sesenta puntos por los que pugnar. Jugadores a la espera de regresar del dique seco.
  Pues bien. El pan y la sal de ese tiempo que se le negó a Ezequiel Loza, un ´sal-ario´ que con su talento se estaba ganando, se le entregó a tiempo completo y sin ningún tipo de condiciones (la prueba más contundente es que Asier Intxaurraga se mantuvo en el banquillo de La Florida hasta el final de la temporada y a pesar de que el equipo (reforzado en el mercado invernal con los jugadores que Loza no pudo disponer) se iba distanciando de la permanencia partido a partido, como si pelear por la permanencia con Ezequiel Loza al mando estuviera siendo defecto, e ir cayendo partido a partido, y de manera irremisible, virtud que honrara a la junta directiva y prestigiara la figura de entrenador de Asier Intxaurraga, un hombre que, tras ver la suerte que había corrido su colega por “los malos resultados”, no se aplicó el cuento y tuvo la decencia deontologica de presentar la dimisión aludiendo los mismas razones que a su compañero le había costado el puesto.  El Portu ha goleado a la Cultu. Sobre el verde, los mejores. Eso no le convence a la junta directiva. Un presidente, que, sin embargo, mantiene en el cargo a su entrenador, según él mismo aseguró en la Asamblea. Esa semana que entraba fue. Esa. El fin del mundo de Aitor Calle se estaba avecinando. Como jugador salió entre lágrimas. Como entrenador a punto está de salir ´piropeado´ con todo tipo de improperios. Adjetivos que no obedecen a la caprichosa subjetividad del presidente, sino a un comportamiento, esa es la palabra, “COMPORTAMIENTO”, cuya banda sonora son sus palabras, un lenguaje “malsonante, soez, que alcanzó lo obsceno, en un ambiente retador, en la última reunión que el club y él mantuvieron antes de que el presidente, Eduardo Rivacoba Zurimendi, tomara la irrevocable decisión de ´expulsarlo´ (en el contexto en el que nos movemos, el verbo “cesar” en un eufemismo del que uno huye por decencia periodística, deportiva y humana) del ´paraíso´ (Paraíso lo fue siempre para el periodista que lo habitó) en el que vivía sin, al parecer de los rectores del Club, merecerlo, una suerte de ´hibrido´ que aúna a Adán y Eva.
Ya ha blasfemado lo suficiente. Ya ha usado el nombre de dios en vano y en numerosas ocasiones. La figura sin nombre de David Movilla sobrevuela la sala que antaño fuera Convento. El subconsciente del presidente del Club Portugalete está a punto de desatarse y su humanidad es incapaz de evitarlo: “A nosotros no nos va a pasar lo que le ocurrió al Barakaldo”.  Post_Scriptum:  Instantes previos a loar  la figura de Carlos Docando (ongi etorria etxera, mister!!!), Eduardo Rivacoba Zurimendi dio a conocer a la sala que, antes de decidirse por el entrenador con el que Amable Martín cerró su etapa como presidente del “club de toda su vida”, la junta que él preside valoró el fichaje, el retorno, la ´vuelta a casa´ de Ezequiel Loza. Su nombre a escena, el del cántabro, no habría estado de sobra, es más, habría sido un gesto elegante reconocer que “nos equivocamos gravemente cuando tomamos la decisión de cesarlo estando  el equipo inmerso en la pelea de la  Segunda División B, categoría a la que nos había alzado tras solamente tres derrotas y uno de ellas, de regalo( de lo que había presumido para denostar a Aitor Calle y sus “tres derrotas en unicamente cinco partidos” iniciales).  También le habría ´dado puntos´, como presidente, hombre de fútbol y persona, declarar (si cierto hubiera sido), que de inmediato a consumarse el descenso a Tercera División, el primer nombre que le vino a la cabeza (prueba de humildad, superada) para liderar como técnico el retorno a la Segunda División B había sido el de Ezequiel Loza. ¿Quién, sino él, Loza, para conseguir lo que un año antes había conseguido? Ezequiel Loza, junto a Javier Gonzalez Etxebarria. Primer entrenador, codo a codo con el director deportivo: los dos hombres que, en sus 108 años de historia, han ascendido al Club Portugalete a la Segunda División B.  ¿Se lo imagina el presidente del Portu y la junta que preside? Yo creo que sí. Habría sido la bomba. El Club Portugalete, en lo más alto. Y Eduardo Rivacoba Zurimendi se habría ahorrado una aciaga temporada, y el inicio de otra que, en tan sólo nueve jornadas, uno está en condiciones de escribir la “Crónica más triste del mundo”.
Por Luis Mª Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista del Portugalete Club y periodista

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