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Montaña: Ataque al Cornón de Peña Sagra

Montaña: Ataque al Cornón de Peña Sagra

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Kuitxi

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... Señal de que la puerta de esta cabaña está abierta para nosotros, resguardo contra el frío, cocina para un banquete, refugio para los amores furtivos...o atalaya desde la que contemplar, en la campa inclinada, cómo el caballo, humillada su testa, arranca con sus afilados dientes la tierna hierba del pastizal,

y con los más anchos la tritura, y luego se la traga, y después, la digestión, de la que nada se sabe pues de lo que sucede en las interioridades de un ejemplar equino resulta imposible atesorar recuerdos, qué lejos quedan los rumiantes del ´Colegio´del ´Carril de la memoria´, pero qué cerca están mis ojos del bosque en ladera, del melancólico caserío encajonado en el valle, y de ese otro pueblo alzado en las altas cumbres.
  Así, “Los Valles y las Cumbres”, titula el poeta Miguel Cuadrado (oftalmológo que ad-mira la Naturaleza con el ojo izquierdo de su corazón y el derecho de su alma, y es por milagro semejante que a su figura y obra en estos Cuadernos tanto se recurre) su libro de poesía, cuya portada podría ser esta fotografía pues de las dos cosas mucho y bueno tiene, y delante de todo ello, la mujer, la ´mía´, de nuevo con los dos bastones, reescribe tu libro, Miguel, y dedícale a ella tu hermoso ´poemario´, tú, médico que, como Santa Lucía, te dedicas a velar por la salud de los ojos de este mundo, al menos de los humanos, pobres animales, pobres gatos, por ejemplo, Qué pasa con mi ´Troski´, dirá ella en un especie de queja.  Es que para él no hay láser que evite sus cataratas ´mininas´ y le devuelva su agudeza visual... La miro fijamente... y parece como si en verdad me lo estuviera preguntando. Pero como no obtiene respuesta, e intuyo que nunca la tendrá, rompe a andar dejándome a mí huérfano de asideros, Allá te las compongas, parece decir mientras, cabeza un poco agachada, progresa sobre esa nieve que no es ni blanda ni dura, sino todo lo contrario: sobre mis huellas va pisando.
  Detrás, más allá del camino que va ganando, una sierra muy nevada que en esta jornada no será destino, su papel, un hermoso telón de fondo, que, bien mirado, no está nada mal. Ni mucho menos. Debe ser, sin el “de”, por fuerza lo digo, la sierra de Peña Labra ese precioso decorado que va quedando a nuestra espalda, y la del Cordel también, ambas al sur, unidas por una altura que llaman el ´Paso de la Muerte´. Labra y Cordel, Cordel y Labra, montañas que se elevan sobre el valle de Polaciones, que, a medida que ascendemos, vamos abandonando.  Y con el abandono, se va perdiendo el encanto, o se acrecienta, qué es lo que realmente siente este montañero que no se atreve a mirar hacia atrás, que, con un cierto encorvamiento debido al peso de su mochila, avanza alegre, y penosamente a la vez, por una pista completamente nevada, todo vestido de azul, verdosos son los árboles que, por ley de la gravedad, apenas acaparan nieve.
  Qué camino, compañero lector, amiga lectora, que, aunque mil veces se mire, podría ser un trozo de la senda que, mediando la hermosa Fuente de Goldetxo, une, en tierras de Orduña, el Santuario de la Antigua con el monumento a la Virgen surgiendo entre una morera que erigieron en la cumbre del Txarlazo. Y es que, en ocasiones, los caminos se parecen tanto entre sí como los copos de nieve enfrentados el uno al otro, no hay quien los distinga, como el agua de los ríos, “Siempre igual, siempre distinta”, Heráclito dixit, griego era, vascos somos nosotros, o cántabros.
La vaca.... Ya lo dice el refrán, no es de donde nace, sino de donde pace, que es como ir rumiando la paz mordisco a mordisco, bocado a bocado, con lentos pasos se va haciendo este camino, la nieve impera, húndense los pies, hay que levantarlos, uno a uno, y cuesta mucho, grande es el esfuerzo, quién no se ha cansado alguna vez, quién, a tiro de lustro el ´club de los cincuenta´, no tiene un momento de rabia para decir, Estoy agotado, o extenuado, que viene a ser los mismo, unos cuantos ´talentos de fuerza´ me fueron dados al nacer... y ya los he “fundido” (como decía mi aitona que yo hacía de manera presurosa con la paga dominical que él me daba) casi todos, estoy en la reserva, de la flaqueza surge el vigor para seguir avanzando...
  Gírase el cuello hacia la izquierda y el hombre mira un no sé qué que le ha llamado la atención en la cuneta: una rama de caprichosa forma, un pájaro cantando, el murmullo de un arroyo que busca el curso de un río más grande para ensancharse, como la propia fotografía, que se abre, deben de ser estos terrenos pertenecientes al collado de las Invernaillas, mil quinientos metros de altitud, ´mara-mara´ ari da elurra zerutik erortzen, nieve espesa de la que surgen, valientes, los escobedos, detrás, la cordillera.
Una de tantas, de los Picos de Europa, que en el mapa mirados se sitúan a la izquierda u occidente, a la derecha queda La Sagra, o de frente, o al oriente, todo depende  del lugar que se tome para el ataque final al Cornón, maniobra de tintes bélicos en la que el atacante, oculto por la niebla, irá dando pasos y cayendo, como en un Calvario, mas, al contrario de lo que sucedió en el Gólgota, nadie lo verá: ¡Solo!... solo y sin amigos...solo, solo y sin ella, que quedó anclada en su mar de nieve como liviana barquita que es, esperando a su amado, temiendo por él, Ojos que no ven... relato que precisan…
  “Qué duro es ascender a ciegas, y qué peligroso, sin referencia visual, se impone el tacto, ya toqué con mis manos una piedra, enorme, inabarcable, roca cubierta de nieve, que precede a otra, inmensa también, y entre las dos, una grieta, que salvo echando mi cuerpo a tierra y reptando, cual serpiente, del mar salió un pez, el que yo fui, y ahora, sin piernas, sin brazos, voy progresando hacia un incierto destino cargado de miedo y precaución, acompañado en todo momento por las palabras ´musicalizadas´ del trovador cubano...  “A cada paso se hunde el lodo, salta un reptil, acechan diez... Cada segundo es como el cobro de lo que resultamos ser”   ... Y yo, ¿qué soy?... ¡La nieve, el pánico, el frío; la osadía, la ventisca y el dolor!…
  Y siendo tantas cosas, hasta completar la media docena, y todas ellas, en apariencia, pertenecientes a un ser débil y aterido, de la batalla final hacia la cima salgo indemne, sano y salvo, como se dice, sin recordar si toqué algo que me recordara a una cruz, a un buzón, a un monolito. El que caso es que dije, o grité, o tan sólo pensé, “Soy”, en este preciso momento, “la corona sobre un Cornón”, sagrado, habrá de morir el Papa de Roma un 2 de abril de 2005, sábado a la noche en esta casa, y yo no lo sé, ni me lo imaginaba, Murcia Sagrada y Altiva, de ti venimos, de tu fervor religioso y de tu altura mayor.
Revolcadores, en cuyas faldas, donde el peligro parece un imposible, un hombre, un montañero murió, de ahí la cruz clavada entre las piedras, y, a sus pies, la desesperada y afligida petición de su hermano: “Orad por él, una oración por su alma, por Dios os lo pido”. Como por el Papa a día de hoy, 4 de abril, a esta hora exactamente, dos y media de la tarde, se está rezando, no se reza por nadie en este mundo, siendo todos, según confiesan los Evangelios, hijos de Dios, hermanos en la sangre de un Jesús que un ángel a María, arrodillada ésta, le anuncia, abiertas sus alas, vuela ya este día de la Anunciación del ´Señor´ hacia la hora de la comida, ésta es.
  Mientras, o sea, a la vez, en este preciso momento, mi “Señora” que en el collado abandoné, o desde el que ella me esperaba, me mira, con un gesto entre el temor, el alivio y la alegría, nieve bajo sus pies, vegetación detrás, montañas en cordillera al fondo, y en el cielo, nubes de diversos matices para los hombres y mujeres de buena voluntad, una es ella, estoy convencido, y otro es él, eso pretende mientras forma con su cuerpo, a la altura de su vientre, un ángulo recto, figura de carne y hueso a merced de los elementos que le son simultáneos: la nieve fresca, los arbolillos... y las imponentes crestas de los picos de un muy viejo continente.  Al final de la batalla, vivos los dos combatientes: yo, vehemente; ella, siempre prudente, no es mala la ocasión para recurrir  al disco de Kepa Junquera, y, fijos nuestros ojos en el hombre y en la señal que tiene al lado, empezar a cantar, diciendo, o terminar de hacerlo, entonando… ”que no me voy a casa (aún)… que me voy a San Mamés”…
  ...barrio del que partimos camino del Cornón; aldea a la que regresamos, por la que pasamos, en la que por unos minutos, o tal vez segundos, descansamos. Mañana será otro día. En el San Mamés del ´Botxo´, entre período y período, o primera y segunda parte del rito dominical, un cuarto de hora, quince minutos de descanso. En el vestuario, sentado en el once de gala sobre la rejilla que protege los pies del suelo, apoyadas sus espaldas sobre sus bancos corridos, la musculatura de los futbolistas duerme, o se relaja, hipnotizada por la voz del míster, del que ordena, Ànimo, muchachos, que aún nos quedan cuarenta y cinco minutos para remontar, o, Cuidemos la viña con suma atención que mucho nos ha costado cobrar ventaja en el marcador. En el ´SAN MAMES´ de Lombraña y Pejanda, en el de Polaciones, valle que renunció a la ´b´ para quedarse casi vacío, serán precisos más minutos, muchos más, hasta completar la hora y desde ella seguir contando…  “Una hora duerme el gallo / dos el caballo / tres el santo / cuatro el que no es tanto / cinco el peregrino /seis el capuchino / siete el estudiante ...¡ocho el caminante!...”
  ¿Que somos nosotros?... ¡Caminantes! ¿Cuántas horas, pues, nos corresponden para dormir?...¡Ocho!. Ni una más, ni una menos. Cumplido el descanso, con sueño o sin él, alarmado por el despertador que lleva dentro, eso que llaman ´reloj biológico´, abre los ojos, se despierta, y de seguido se despereza para, a continuación, abandonar el lecho de manera irreversible. Vestido, ataviado con sus ropas de montañero, abre la ventana antes de bajar al comedor a desayunarse, Y desde el mirador de su habitación, sumados sus ojos a los de ella, verá el mismo valle pero orientado hacia el sur. Y en él, de las dos sierras que cierran el horizonte, se decantarán sus corazones por el sistema montañoso llamado del Cordel, que tiene en el Cueto de la Jorcada, 2.111 m., su altura más destacada…  Recordando, hay quien piensa que la ruta hacia el Cordel se inició en el umbral, justo debajo del dintel y flanqueado por las jambas, de la puerta principal de la casa ´Molleda´ de Pejanda. La otra memoria, por su parte, cree, opina, afirma que un coche encendió su motor para invitarnos a bordo y recorrer la carretera hasta dejarnos en Uznayo, pueblo, aldea, pedanía... que es el núcleo habitado más próximo al inicio de la verdadera senda que nos llevará hasta la atalaya que se yergue sobre la estación invernal de Alto Campoo.

Y si en verdad fue así, si un vehículo nos liberó de la tortura del incómodo asfalto, alabemos a ese ambiguo ´dios´ llamado ´Progreso´ (ni griego ni romano: ¡de mito no tiene nada!) aunque, con su ruido, perturbe la solitaria paz del campo. Y es que...para qué pisar terreno duro si lo blando y lo gozoso comienza en Uznayo y está pintado de verde, en el pequeño folleto, y de rojo, en el amplio mapa que reposa, semidoblado y extendido a caballo entre dos banquetas, aquí mismo, a mi derecha y bajo mis ojos.   El cuadernillo, en cambio, tan socorrido a la hora de ´montar´ las Escapadas por Cantabria, está abierto en su mitad sobre la mesita camilla de patas temblorosas. Firmes, sin embargo, están las mías, cubiertas de calcetines, botas, polainas y pantalón. Las manos, apoyadas sobre el mango del bastón cuya punta se apoya sobre el firme de un amplio camino de esos que llaman forestales. De mi cuello, un pañuelo rojiblanco y unas gafas cuelgan, y de mi boca una sonrisa se desprende en gesto como de agradecimiento por estar rodeado de cosas tan bellas, por estar en medio de una naturaleza salvaje en las alturas y domeñada en el valle: vereda abierta como una herida de sangre sobre la piel, caserío de tejados rojos del que, por la chimenea de uno de ellos, emana un ligero y blanco humo, señal inequívoca del fuego del hogar...
  To be continued...
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista, mendizale, narrador de viajes y periodista

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