Más vale tarde que nunca

Ha llegado el momento de hablar claro sobre el 'caso Llorente'. Ya no me obsesiona llegar al fondo de la cuestión. A las razones que le impulsaron a no renovar. Urrutia explicó en junio que se trataba de cuestiones deportivas. Necesidad de ampliar sus objetivos. El ariete ha respondido recientemente que vio cosas que no le gustaron. Especialmente la imagen que se transmitía de él a través de los medios de comunicación, con su sueldo y sus pretensiones económicas en boca de todos.
Sería muy interesante conocer los motivos reales que guiaron sus decisiones. Sobre todo para tenerlos en cuenta en futuras negociaciones. Pero me parece muy difícil llegar a ellos. Y la realidad es que en este caso ya no hay marcha atrás. El pasado 3 de agosto transmitió al club su decisión de no renovar, con la idea de buscar un traspaso que le permitiera irse de Bilbao y de que la entidad no se quedara con las manos vacías.
La directiva tenía, a mi juicio, dos opciones. La primera, aceptar el fracaso de las negociaciones y ver la mejor opción que ofrecía el mercado. Al parecer, una de la Juventus. Las cifras se movían entre los 15 y los 20 millones. La otra, continuar con las conversaciones en la sombra para impedir que los asuntos extradeportivos, en boca de todos al hacerlos públicos, afectaran a su rendimiento y al de todo el equipo durante esta temporada y tratar de que en este tiempo, en vista de la buena voluntad, Llorente reconsiderase su postura. Opino que la decisión adoptada finalmente por el club, que mezcla hacer público su deseo de dejar el Athletic y mantenerle en la plantilla, es un contrasentido del cual no veo beneficio alguno para la entidad.
El argumento principal es que la plantilla es más fuerte con dos delanteros de primer nivel como el de Rincón de Soto y Aritz Aduriz. Y lo sería con Llorente cercano a su mejor versión, pero no con el ariete desmejorado a nivel físico y anímico y falto de confianza. Desde el verano, cíclicamente aparece algún tema desagradable vinculado al delantero y su situación. Pancartas, rumores sobre presuntos preacuerdos con otros equipos, la expulsión del entrenamiento a cargo de Bielsa, incursiones al vestuario del Bernabéu, negativa a dar una rueda de prensa... Por no hablar de los debates paralelos que cuestionan su compromiso y profesionalidad con comentarios acerca de si va a meter la pierna o no por miedo a una lesión que perjudique a su futuro.
Todas estas polémicas, en mi opinión, no solo le desestabilizan a él, sino a todo el vestuario. Desvían la atención del terreno de juego. Por lo que considero que los contras pesan mucho más que los pros de que siga en el equipo. Un problema que podría llegar a su fin aceptando un traspaso en el mercado de invierno. Más vale tarde que nunca. ¿La cuantía? Es lo de menos. Creo que todos coincidimos en que el dinero no es lo primero en el Athletic. Los escasos minutos que está aportando no compensan todo lo demás. No en la especial situación que atraviesa, que merma sensiblemente su capacidad. Y, sinceramente, tampoco creo que el mal trago que está pasando sirva de escarmiento para futuros intentos de 'fuga' de otros jugadores. Ni siquiera si se pasa el resto de la temporada en la grada. Como mucho, les pondrá sobre aviso. Ante el riesgo de correr la misma suerte, no confesarán sus verdaderas intenciones hasta que ya no haya margen. Porque, nos guste o no, no se puede obligar a nadie a firmar un contrato que no desea. A estar donde no quiere estar. Y, bajo mi punto de vista, tampoco es una postura inteligente. Si estuviera en mi mano, emplearía el dinero de su traspaso en quienes sí quieren seguir formando parte de este proyecto. También en fortalecer los lazos sentimentales para evitar que esto se repita en el futuro. El mismo destino, en definitiva, que se le va a dar a los 40 millones ingresados por Javi Martínez. Y al que decida marcharse, adiós, gracias y buena suerte. Respeto y elegancia por encima de todo. Porque eso es lo que, para mí, hace tan grande a nuestro Athletic.