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Saber ganar y… saber perder

Saber ganar y… saber perder

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Toni Garzón Abad

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Que Bilbao haya sido elegida, más en concreto, San Mamés, su mítico sí, estadio de fútbol del Athletic Club, como sede de las finales de la Champions Cup y de la Challenge Cup de Rugby en 2018, es algo que me colma de alegría, que diría un hortera.

Pero para quien todavía albergue alguna duda sobre la importancia del evento, le diré que tome buena nota, entre otros detalles que, a diferencia del fútbol, en el que las finales de la Champions y de la Europa League, se celebran en estadios y en fechas diferentes, con el Rugby las tendemos a las dos en el mismo estadio y en días consecutivos. Primero, como aperitivo, la Challenge y después, como plato principal, la Champions.  Será un magnífico fin de semana, allá por el mes de mayo del año próximo, como para frotarse las manos, hoteles a tope, un gentío de aficionados poblando las calles y llenando los bares en sana armonía (¡me apuesto lo que sea y con quien sea!) y a pasárselo como enanos, llegue quien llegue a las finales. Habrá cuatro equipos, y cada uno tendremos nuestras preferencias, pero todos serán bienvenidos a nuestro Botxo y nos harán disfrutar como pocas competiciones deportivas en el mundo lo saben hacer. Dentro y fuera de San Mamés.  Pero es que además de todo esto auguro, y pongo la mano en el fuego si alguna falta hace, que los aficionados que lleguen desde sus respectivos países para animar, nos darán toda una lección de civismo, de saber ganar y… de saber perder, que es la lección que más nos cuesta que nos entre en la cabeza, y a la, por si esto fuera poco, más gente faltó el día en que se impartió en clase.  Aunque los aficionados al rugby sí que estuvieron, formales, y tomando notas, y nadie puede quitarles, desde entonces, las alegres ganas de cachondeo, ni cortarles el grifo: beben cerveza como cosacos pero… saben beber; tiñen las gradas con el colorido de sus bufandas y banderas, y con los curiosos atuendos con los que, a menudo, se disfrazan pero saben que los colores no son nunca pinturas de guerra; hacen resonar los cimientos del campo con sus cánticos y algaradas pero saben que con la música no se ofende a nadie, y es más, alguno te recuerda que hace un porretón de años se nos dijo que la música amansa a las fieras.

Y sobre todo esto, y más allá de esto, después de que el partido haya concluido, haya sido el resultado el que haya sido, haya ganado el uno o el otro, vaya estas extrañas cosas que siempre ocurren cuando dos equipos se enfrentan sobre un mismo terreno de juego, eso (que me pierde la emoción), después de que el partido haya finalizado, después de los 80 minutos reglamentados (si no hay prórroga), después del reparto de las consiguientes medallas y trofeos, todos los que quieran, sin distinción de cánticos, bufandas y preferencias, se reunirán en una tasca de la ciudad para seguir bebiendo juntos más birras, celebrar el sagrado Tercer Tiempo y congratularse de haber formado parte del espectáculo. Esto sí que es, de verdad, lo importante: haber sido partícipes, desde la grada o desde el césped, del partido, porque esto, ni la victoria ni la derrota podrán quitárselo nunca a nadie.  Vamos, lo mismo que se lee en esos bonitos versos de Kipling que encabezan la salida de los vestuarios, la imponente entrada a la Pista Central de Wimbledon y que, sin duda, también nos sirven ahora, como anillo al dedo, para esto del Rugby que ese día estuvo en clase, que se los aprendió de memoria y los cumple a rajatabla, if you meet with Triumph and Disaster and treat those two impostors just the same; esto sería, más o menos, “si puedes encontrarte con el triunfo y la derrota y tratar a estos dos impostores de la misma manera”.  Sí, un resumen tan perfecto de lo que cualquier deportista o aficionado debería llevar tatuado en el alma, que no se me ocurre añadir ni una coma. Sólo repetirlo para mis adentros y hacer que las palabras dejen de ser meras palabras sobre una pared y se conviertan en palabras de carne y hueso.  El Rugby nos enseña alguna de estas cosas. Durante la Temporada 2017/18 veremos en el círculo central de los campos donde se disputen las eliminatorias previas a la Final de la Champions, la leyenda Run To The Finals 2018. Bilbao. Un magnífico reclamo para nuestra ciudad.
Y ya por el mes de mayo, aquí en San Mamés, tendremos la impagable oportunidad de tomar nota, de conocer otros modos, otras formas de acercarnos a esto que llamamos deporte, y que no tienen desperdicio, porque con ellas aprenderemos que en el deporte nadie sobra, que todos ganamos con el espectáculo…, aunque todos perdemos también, y no nos olvidemos del detalle, si, tozudos e insensatos, nos empeñamos en confundir un resultado con un patada a traición en los c...
Por Toni Garzón Abad, director de cine, ensayista y creativo de publicidad   lavueltaylatuerca.blogspot.com

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