Athletic, carajo: Sin peritos no hay pericia

Excepto aquellas personas cegadas por el brillo del color de su camiseta, que deberían ser muy pocas,  pero me temo que son legión, los aficionados presentes en Mendizorroza, y el resto, aplastante mayoría, que hemos visto el partido por televisión hemos sido presa de la desesperacion al ver como, una y otra vez, el Athletic Club se presentaba ante la portería de Pacheco con descaro y ventaja... pero era incapaz de meter la pelota dentro de la portería, eso que se llama encajar. Encajar, o sea, marcar 'bacalaos'.

Luego de un comienzo frenético de partido merced a las acometidas del Alavés, el Athletic, lejos de entrar al trapo, optó por la paciencia. Y fue así, con un juego combinatorio al que se sumaban todos los elementos del equipo, como el Athletic consiguió domar a la fiera babazorra. Tuvo mérito, y mucho, la manera que escogió Ernesto Valverde para desactivar a su rival.   Anestesiado Mendizorroza, así los jugadores como la afición, el Athletic, posesivo hasta la avaricia a la hora de acaparar el cuero-juego, empezó a generar peligro tal que las ocasiones claras de gol empezaron a sucederse con tan poco espacio  entre la una y la otra que apenas me daba tiempo para garabatear los "vice-goles", que decía el maestro José Mari Mugica, en los folios que descansaban a mi izquierda, sobre la cama, hechos un burruño.  Aduriz, de cabeza, comenzó la cuenta. Ibai Gómez soltó su derecha en lo que debería haber sido el canto del cisne de un equipo que se vencía hacia el lado de la muerte.
  El Alaves estaba a merced del Athletic. Era tan clara la superioridad de los rojiblancos, que los babazorros parecían como a la espera, suplicando piedad a su rival, "Lo que debas hacer hazlo cuanto antes". Colocó su cuello sobre el tronco. El hacha, en manos del Athletic. Pero he ahí sus ojos, como cegados, una venda los cubre al modo de una piñata infantil en la que el niño no acierta a destrozar el ánfora en la que se esconden los premios que al suelo caen y se esparcen, y las criaturas se agachan y los recogen con el mismo ansia que del suelo con las manos se recuperan las monedas y los caramelos en los pueblos en los que aún se celebran los bautizos como Dios manda.  Lo de Aduriz fue la bandera abajo en una regata que se decantaba a favor de los hombres de la mar. Beñat, por ejemplo. Williams, cuando y como quería. Rulo. Aduriz, una y otra vez. Alcanzado el descanso, me vino a la mente, como no, aquella sentencia de Bielsa que, así pasen los años, pesa sobre el Athletic como una losa que lo ahoga y no consigue levantar...  "Habilidad para resolver con acierto, facilidad y rapidez algo que entraña cierta dificultad". Definición de la 'pericia'. La maldita pericia que mentó Marcelo Bielsa. La falta de pericia. Carencia que denuncia falta de habilidad en los leones a la hora de hincarle el diente a su rival y desgarrarle hasta la entraña. Falta de acierto. Torpeza. Lentitud.   No son cosas estas de mi cosecha. Es el diccionario el que habla y de su voz yo me hago eco. La falta de pericia nos señala que en el Athletic la figura del perito es una rara avis. En la materia del gol no hay expertos, ni siquiera entendidos. El Athletic es una escuadra de 'letras'. Frena. Somete. Combina. Trenza. Desequilibra. Desbarata a su rival. Pero, ay ama, cuando llega a boca de gol, cuando el 'bacalao' está cantado, lo ya dicho: falta de pericia. No hay peritos en el Athletic. Ni siquiera el 'Zorro' Aduriz, del que se diría que está repitiendo curso en la escuela de ingenieros.  Indultado el reo que el Athletic ha hecho preso, sale de su celda como un animal recién puesto en libertad.
 Lejos de agradecer la generosidad de su carcelero, se vuelve contra el, la ley de la selva, el León es el rey, debería imperar, pero tanto intento de matar lo ha dejado extenuado. Flaquea. Minuto 53. "Al enemigo, puente de plata" es algo que no va con el espíritu de Pellegrino. Pero si lo de cortar el suministro de agua. Valverde, tengo sed. El equipo se queja.
Un saque de esquina. La pelota, muy pasada, diríase que se pierde en tierra de nadie. Vacio. Y es como si de la nada donde surge la figura de Theo Hernández. Volea brutal. Disparo violento. Mi querido compañero Jaime Ugarte diría que Kepa Arrizabalaga le debía dinero al que con tanta saña le fusiló. A partir del gol, el Alavés cerró filas y se dedicó a la destruccion, y a salir en veloces contraataques.  No se vuelvan locos. No le busquen al gato ese quinto pie que no tiene. El Athletic pudo, debió arrasar al Alavés en escandalosa  goleada. Y sin embargo, perdió. Si Bielsa estaba viendo el partido, habrá dicho para si: "El Athletic no aprende. Sigue cargando con su cruz. Falta de pericia. Ausencia de peritos. ¡Athletic, CARAJO!".
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Futbolista, periodista, montañero, pero sobre todo escritor: cuentos, relatos, cronicas, artículos radiofónicos, literatura de viajes. 

@LuismaPrezGartz