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Cuatro meses sin pasión, un quirófano, la paciencia y la vuelta al fútbol

Cuatro meses sin pasión, un quirófano, la paciencia y la vuelta al fútbol

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Jon Pascua Ibarrola

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Y haciendo referencia a la letra de una conocida canción de Manuel Carrasco: “Ahora deja que te cuente desde aquí de la otra orilla”, ya me encuentro de nuevo aporreando las teclas de mi ordenador después de algo más de dos meses sin publicar una nota en mi blog. Y lo hago con un escrito al que he decidido dar el título de “Cuatro meses sin pasión, un quirófano, la paciencia y la vuelta al fútbol”. Un título en el que podríamos modificar el orden de los factores, sabiendo siempre que el resultado hubiera sido el mismo: la vuelta al fútbol.

Desde que diera fin a mi aventura africana un miércoles 8 de julio de 2015 con aquella nota titulada “El final de un ciclo de cinco años en África y mi adiós a Sundowns”, mis vueltas a los terrenos de juego han quedado reducidas a las milagrosas “Fechas FIFA”.  Por un lado son como islas desiertas en el océano futbolístico, y por otro representan botes salvavidas, por esa necesidad que tengo de surcar los mares del balón.
No obstante, las caprichosas fechas, hacen que uno tenga que verse alejado de lo que es su pasión, su vida y su trabajo durante mucho, mucho tiempo, quizás hasta demasiado. Desde que abandonara Filipinas el pasado 30 de noviembre de 2016, con una nota titulada “El fin de una exótica aventura en las Islas Filipinas y mi vuelta a casa”, he estado alejado del fútbol hasta nada menos que el 18 de marzo de 2017. día que escribía “Vuelta a Filipinas para continuar trabajando con su selección nacional”.
Han sido cerca de cuatro meses sin tocar un balón, si dejamos a un lado mi participación en el “Segundo Congreso Internacional de Entrenadores de Arqueros de Talca” (Chile) del fin de semana del pasado 8 de diciembre de 2016.
Cuatro meses que se hacen muy, muy largos, en los cuales uno tiene que saber gestionar ese tiempo e intentar salir airoso de los daños colaterales de estar alejado de lo que es su pasión, de una parte importante de su vida, y de su trabajo.
Una gestión que ya venía realizando y que plasmé en un escrito titulado “El equilibrio entre la vida y el trabajo: la lucha más significativa del hombre”, publicado también en la web. Y cuando piensas que lo tienes todo, más o menos “controlado”, te meten un sopapo. Uno tiene ya una edad que es difícil que no le duela algo y al final, tras un año con problemas y de procrastinar la visita al médico, tocaba pasar por el conocido “matasanos”.  Es entonces cuando a uno, le dan la noticia de que tiene que solucionar algo y comienzan las prisas. Comienzas a mirar las fechas FIFA, islas desiertas y botes salvavidas, y a hacer las cuentas de la lechera para ver como y cuando puedes solucionarlo. Y así, tras más de un año con dolores y molestias, perdida de peso por la ausencia de esas mis sesiones de “chapa y pintura” en el gimnasio, el 2 de febrero pasamos por el quirófano para solucionar la rotura de los tendones de mi hombro y bíceps derecho.
Tan solo cinco perforaciones hicieron falta para suturar y anclar mediante dos fijaciones los maltrechos tendones a la articulación, y acabar con el principio del fin, o comenzar el fin desde el principio.
Tras seis semanas con el hombro fijado con un cabestrillo, el sábado 18 de marzo liberé mi brazo y partí de viaje rumbo a Filipinas tras haber pasado por un quirófano “montado” en una semana, nada más recibir el resultado de una resonancia magnética realizada también a la carrera.
De no ponerme las botas en cuatro meses, por motivo de las fechas FIFA, pase a no poder atarme ni los cordones de los zapatos, a no poder vestirme, limpiarme los dientes, comer, beber de un vaso, a no ser que lo hiciera con la mano izquierda.  A no poder dormir durante más de dos horas seguidas, a no poder correr, hacer deporte, conducir… Todas esas cosas “normales” que uno hace en la vida y que no valora hasta que le faltan. Es cuando uno se siente como un “impedido” y vuelve a una casa, la de sus padres, que había abandonado apenas una semana antes para tener “mi espacio”. Al final, la vida es como las fechas FIFA, tan caprichosa, que te pone en manos de esos (los padres), a los que no das ni bola porque siempre estás ocupado con tus cosas.
Bendita suerte al mía que me volvieron a abrir las puertas de su hogar y de su casa para hacerse cargo de mí y de mis circunstancias. Al final, están ahí los de siempre. Ni uno más ni uno menos, están ahí los de siempre. Y ni tan siquiera piensan lo que van a sacar a cambio.
Y a continuación, es donde entra el gran factor, el de la paciencia, que cito también en el título del texto. Esa virtud que tanto me falla en este tipo de situaciones. Tuve que esperar prácticamente dos meses para poder limpiarme los dientes con la mano derecha (lo celebré en Filipinas), y algo más en poder arreglarme la barba, también con la diestra.
Meterme la mano al bolsillo trasero fue algo más complicado. Y ¿darme champú en la cabeza con las dos manos? Creo que todavía me falta un tiempo. Con esto y con todo ya había saltado al campo en Filipinas sin haber tocado un balón en cuatro meses y sin haberme pegado una carrera en dos.
De hecho la última, de 8 kilómetros, la hice la misma mañana de entrar al quirófano, para acudir a la mesa de operaciones cansado y relajado. Fue operarme un 2 de febrero, quitarme el cabestrillo el 18 de marzo, viajar a Filipinas ese mismo día y comenzar el trabajo el día 20 de ese mismo mes. Disfruté de 12 días de trabajo en el que se sucedieron las sesiones de entrenamiento, de rehabilitación en piscina y de madrugadas con el fisio.
Al cuarto día, después del trabajo de juego aéreo en la que “pegué” a la bola lo habido y por haber, ya tenía una razón más para acudir al fisio. Por suerte, para el quinto día, mi brazo derecho ya podía balancearse un poco y comencé a pegar al balón con la izquierda mientras de vez en cuando el hombro me daba algún que otro “latigazo” al equilibrar con su movimiento el gesto del pie contrario.
Nada más finalizar mis 20 minutos de gloria en la parte inicial de la sesión de entrenamiento, el hielo se convertía en mi mejor aliado. Pero de una u otra manera, el orden de los factores no altera el producto y el resultado es siempre el mismo. De hecho fue el mismo: la vuelta al fútbol. Monté en el avión de vuelta a casa con dolores hasta en la punta de los pelos Pero como decía aquel: “Lo importante es que hicimos el trabajo”.  ¿La frase del día de hoy? “Cuando bailas, tu objetivo no es ir a un lugar determinado de la pista. Es disfrutar cada paso del camino”(Wayne Dyer). Ya lo decía Doménico Cieri Estrada: “Advertir la vida mientras se vive, alcanzar a vislumbrar su implacable grandeza, disfrutar del tiempo y de las personas que lo habitan, celebrar la vida y el sueño de vivir, ése es su arte”.  ¿La canción del día de hoy? La que da comienzo a este artículo: “Desde aquí del otro lado”, de Manuel Carrasco. Dedicada a todas esas personas que si están realmente impedidas y día sí, y día también, tienen la entereza de superar algo que cuando nos pasa al resto de los mortales parece que se nos va la vida.  ¿La lección del día de hoy? Que hay cosas más importantes que el fútbol en la vida. ¿Por ejemplo? La familia. Desde aquí, una vez más y como siempre con amor, mucho, gracias de todo corazón. Seguramente sois la única razón por la que sería capaz de colgar las botas y quemar el bote salvavidas para no llegar a esa isla desierta a la que podríamos llamar, una vez más, fecha FIFA.  Y cuanto pensaba que ahí acababa la cosa, al de unos días de salir del quirófano recibí una carta certificada. ¿El contenido? La dolorosa. Mi seguro médico cubría la intervención pero no los anclajes utilizados para hacer la sutura. A día de hoy soy 900 euros más caro. Para que lo tenga en cuenta aquel que quiera contratarme. Sigo estando a buen precio. Y ¿Lo más importante? Que pase lo que pase, siempre hago el trabajo. Al mal tiempo buena cara y las desgracias combatirlas con humor, mucho humor, tanto como amor.
Jon Pascua Ibarrola, "El Profe"  Entrenador de Porteros de la Selección Nacional de Filipinas

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