A la novena llegó la esperanza

Los dos equipos más necesitados de la categoría medían sus fuerzas en Riazor en un choque decisivo para ambos, pues el ganador mantendría viva la llama de la esperanza por continuar un año más en la máxima categoría del fútbol español y el perdedor se vería abocado a un descenso virtual a Segunda a falta de siete jornadas. La sufridísima victoria coruñesa (3-2) es un pequeño salvavidas. 

El encuentro comenzó de la mejor manera posible para los intereses del Deportivo, con un error de Luis Hernández en un balón largo enviado por Emre Çolak a Lucas Pérez que el '7' recogió antes de ser derribado al entrar el área. El delantero de Monelos asumió la responsabilidad pese a haber errado una pena máxima contra el Espanyol, y esta vez no falló. 
Lucas, quien se había pasado una vuelta entera sin perforar la meta rival, desde que lo hiciera el 19 de noviembre en La Rosaleda, engañó a Roberto y acto seguido pidió perdón a la afición por su falta de pólvora esta campaña. Por primera vez en toda la era Seedorf el Dépor se encontró en disposición de manejar el partido con el marcador a favor. Pero esta vez faltaron ideas y no se encontró ni un atisbo del conjunto dominante y con personalidad que gustó en el Wanda Metropolitano.
Los blanquiazules rehuyeron la pelota e intentaron posicionarse cerca de su propia portería, dejándole llevar la iniciativa a un Málaga que gestionó la posesión del esférico en todo momento, aunque tampoco consiguió poner en problemas a Rubén Martínez.
Sin embargo, a las puertas del descanso, entre Guilherme y Diego Rolan introdujeron la pelota acabó en el fondo de la red a la salida de un saque de esquina peinado con acierto por Ignasi Miquel dentro del área pequeña. El tanto premió las intenciones del equipo que dirige José González, más vivo e implicado en encontrar soluciones sobre el césped.
Tras el paso por los vestuarios, Borges sustituyó a Muntari, pero la tónica no varió: el Málaga continuó transmitiendo las mejore sensaciones en un partido prototípico de lo que pueden ofrecer los dos peores equipos de la competición. Pérdidas, malas decisiones, llegadas a destiempo... Y así poco a poco fueron transcurriendo los primeros minutos.
A regañadientes, el Deportivo se estiró, y tanto Lucas Pérez como Adrián López sí disfrutaron de dos oportunidades claras para adelantar de nuevo al equipo herculino. El remate a quemarropa del primero se encontró con la oposición de un entonado Roberto bajo palos. Y el asturiano erró una ocasión clamorosa a un par de metros del guardameta al pegarle a portería sin excesiva fuerza.
Tampoco Guilherme encontraría portería en un lanzamiento desde media distancia que rozó en el cuerpo de Luis Hernández antes de estrellarse en el palo derecho de la meta malacitana. La fortuna una vez más le dio la espalda a un equipo al que se le resiste todo, en parte por su propia incapacidad para llevar la propia nave a buen puerto.
Sobrepasada la hora de juego, solo un equipo creía: el Deportivo. Si el Málaga había merecido empatar en el primer tiempo, superados los diez minutos del segundo periodo, únicamente los blanquiazules lo intentaban. Y así llegó el 2-1, aprovechando un error de Samu. Mosquera colocó un balón raso en el punto de penalti desde el sector izquierdo y Adrián colocó la pelota en el fondo de la red.
En cualquier caso, las alegrías duran poco en A Coruña. En una jugada sin aparente peligro en la esquina izquierda del área deportivista, Fernando Navarro derribó a su compañero Pedro Mosquera y Samu sacó partido al error sirviéndole un buen balón a Rolan que el charrúa convirtió en el gol del empate (2-2).
Cuando el encuentro ya se consumía, de nuevo apareció Adrián para alivio de toda la parroquia coruñesa. El asturiano, apoyado por Borja Valle, anotó el definitivo 3-2 a la contra. A la novena llegó la esperanza. 

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