Esperando a Cartabia
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Fede Cartabia aterrizó en A Coruña el pasado verano con la aureola de futbolista desequilibrante capaz de ganar partidos con su desborde. El extremo, cedido por el Valencia hasta final de temporada, llegó procedente de un Córdoba en el que había sido uno de los hombres más destacados (30 partidos; 4 goles anotados) en un curso aciago: el de Santa Fe no logró evitar el descenso a la Segunda División de los andaluces.
Se esperaba, por tanto, un impacto considerable en Riazor, sobre todo por la escasez en plantilla de jugadores rápidos en el uno contra uno. Y hasta la fecha no ha sido así: más allá de cuajar un par de buenas actuaciones (la más destacada contra el Betis en el Villamarín), su presencia en el once ha sido irregular y a día de hoy permanece por detrás de Luis Alberto, Juanfran, Fayçal o Jonás en la jerarquía impuesta por Víctor Sánchez del Amo. El técnico madrileño cuenta con todos, pero es obvio que maneja un grupo de seis imprescindibles y a partir de ahí gestiona minutos en función de las características del rival y del momento de forma de cada uno.
Fede, en rueda de prensa el 3 de noviembre:
Intento hacerlo lo mejor que puedo cuando me toca estar, a veces me sale, otras no pero no dejo de intentarlo. Quien quiera verme como revulsivo, es cosa suya.
Como dato a tener en cuenta, Cartabia es el segundo deportivista que más busca la portería contraria si ponderamos sus tiros por el número de partidos jugados: dispara 2,1 veces por encuentro, el mismo número que Luis Alberto, y solo 0,1 menos que Lucas (2,2) el más incisivo en esta faceta del juego [Fuente: La Liga]. Esto tiene una parte positiva y otra negativa si desgranamos su contribución sobre el césped: por un lado, aporta ese plus de verticalidad que muchas se necesita para desestabilizar al rival; por el otro, a menudo transmite la sensación de querer ser excesivamente protagonista, tratando de rentabilizar al máximo los contactos con la pelota. Ese deseo de querer sacarle jugo a cada segundo sobre el terreno de juego en ocasiones es nocivo tanto para el futbolista como para el colectivo, porque deriva en precipitación y nubla la toma de decisiones. Acaba penalizando.
Siempre quiero jugar pero somos muchos jugadores. Se trata de aprovechar las oportunidades que nos da el míster. Intento hacerlo lo mejor posible.