Carles Gil pone el juego
Carles Gil ha dejado atrás diferentes lesiones musculares, episodios de falta de confianza agudizados por decisiones discutibles tomadas por sus diferentes entrenadores en A Coruña e incluso algún periodo oscuro con Seedorf al frente del Deportivo que el enganche prefiere no recordar. Todo eso ya es pasado, ahora el '10' vuelve a sentirse un jugador importante cuando se enfunda la camiseta blanquiazul. Su clarividencia y comprensión del juego son gasolina para una idea y un sistema, los de Natxo González, que exigen pensar antes de ejecutar.
El mediapunta valenciano acumula partidos notables en los que ha logrado juntar a sus compañeros alrededor de la pelota. Identifica dónde puede hacer año, se ofrece a la espalda de los medios rivales y tratar de crear superioridades. No es una tarea sencilla y en ocasiones hasta puede resultar ingrata. Sin embargo, la está bordando. Su progresión individual explica a su vez el crecimiento coral del Deportivo, potenciado por las virtudes de uno de sus futbolistas más talentosos. Cuando él brilla, el Dépor luce. Si Gil no participa, el equipo se atasca. Contra el Elche volvió a demostrar lucidez con el esférico en el pies e implicación máxima sin el mismo.
El rombo en 4-3-1-2 de Natxo obliga a Carles Gil a trabajar a lo ancho, y su labor a menudo no es la más apreciada. Siempre vestirá más un gol o una asistencia que obligar a bascular al rival, involucrar a los puntas cuando amenazan con desconectarse del partido o facilitar la incorporación de los laterales reteniendo un par de segundos la pelota. A Gil algunos le piden que la suelte rápido, pero en ocasiones lo más rápido no es lo más efectivo. El Dépor descansa cuando Carles conserva la pelota y ese confort permite construir ataques más y mejor elaborados. Llegar antes no significa llegar mejor, y el '10' contribuye de manera decisiva a madurar el fútbol ofensivo del conjunto herculino.
Carles Gil, al alza en el Deportivo
Si tuviésemos que medir su impacto en el juego, y por extensión en los resultados, sería justo hacer hincapié en su esfuerzo defensivo. Natxo se lo exige y él ha dado un paso al frente en este tipo de labores. Gil roba y traba al contrario por compromiso y actitud, lo que se le pide a un jugador débil en el cuerpo a cuerpo, carente de exuberancia física. Cuando el rival recupera el esférico, en esos dos o tres primeros segundos fundamentales que deciden si el oponente encontrará socios para progresar hasta la mitad del campo defendida por el Deportivo, Gil encima y atasca al pivote. No siempre se hace con el balón, pero sí facilita la recuperación de los Álex Bergantiños y compañía. Con esmoquín o en el barro, este Carles es el Carles de verdad. Un futbolista determinante dentro de la categoría.
