El día que se fue Medel...
El día que se fue Medel la planificación del Sevilla se hizo trizas, se rompió el orden establecido y el proyecto cimentado a base de buenas gestiones durante el verano. A pocos les importaban ya las ventas de Navas y de Negredo porque la plantilla parecía mucho mejor y estaba, aparentemente, más compensada. Pero ese día, esos irrechazables 13 millones, lo cambiaron todo.
En primer lugar, basta recordar que el mejor partido que ha jugado el Sevilla en todo el verano, el de Old Trafford, lo jugó con Medel y Kondogbia en el doble pivote. Ni Rakitic, ni nada. Medel y Kondogbia juntos. En segundo término, incluso a esas alturas era ya de ilusos no pensar que Kondogbia iba a salir. El centro del campo se ha encontrado con un problema enorme y el equipo se ha resentido de ello.
Es cierto que, con 13 millones en la mano por un futbolista como Medel, sospechoso habitual en cada lío y favorito número uno en las apuestas de cada partido para ser expulsado, vender era lo más lógico, casi una obligación. Pero esos 13 millones, unidos a los ingresados anteriormente por otras ventas y a los 20 que más tarde se consiguieron con la salida de Kondogbia, han debido gestionarse de otra manera.
El equipo no está equilibrado por dos motivos. El primero, porque Emery prefiere el intercambio de golpes a jugar partidos cerrados. El segundo, porque los tres centrocampistas de músculo que hay en la plantilla no le convencen ni la mitad que Medel y Kondogbia. Por eso 'sacrifica' a Rakitic en una demarcación donde el croata está demasiado exigido en todos los aspectos. El Sevilla debió gastarse más dinero en centrocampistas de mayor jerarquía y Rakitic jugaría más arriba, dotando al equipo de equilibrio, control de la pelota y capacidad de robar antes en la presión al rival.
Tras haber ingresado más de 90 millones de euros, el Sevilla ha saneado las arcas, pero también ha perdido activos que eran el mejor aval ante una posible crisis. Ya no quedan en la plantilla futbolistas de 28 millones de euros como Negredo y empieza a ser imperiosa la necesidad deportiva de tener un buen año, una temporada que aleje fantasmas y devuelva la felicidad a la parroquia del Pizjuán. Y eso, tras ver al Sevilla del antes y el después de Old Trafford, es más difícil desde la marcha de Gary Medel, verdadero punto de inflexión de un verano en el que la plantilla del Sevilla ha cambiado mucho, quizás demasiado para exigir grandes resultados, aunque se necesiten más que nunca.