Rayo Majadahonda, la virtud de regenerarse en busca de la gloria

La del Rayo Majadahonda es la historia de los humildes, la de los que creen en los imposibles, la del eterno intento de que David venza a Goliat. Porque dicen que hay sueños que hasta el más pequeño puede permitirse alcanzar, o al menos intentarlo. Y es que tras los focos de la gran ciudad o la metrópoli vanguardista de la capital hay un joven grupo de luchadores que buscan saborear un metal distinto a los títulos pero igual de placentero, la plata de una Segunda División que puede vislumbrar la primera piedra del conjunto madrileño en una categoría profesional.

Apenas veinte años le han valido al conjunto madrileño, desde que debutara en la división de bronce, para alcanzar la primera plaza de su grupo y entrar en la ruta de campeones para lograr el ascenso a la división de plata. Un cuento de hadas que también ha tenido desencantos, pues la entidad ha tenido que regenerarse en incontables ocasiones para encontrar la estabilidad y erigirse como uno de los mayores colosos de su grupo.
Pese a debutar en la categoría en 1997, los rayistas se toparon con la cruda realidad hasta bajar a preferente dos años más tarde. Un varapalo que obligó al equipo a rehacer sus cimientos para volver a la división de bronce seis años después aunque terminó volviendo a descender hasta tercera. No obstante, la entidad logró regenerarse en la primera década del nuevo mileno, donde vagó en los barros de tercera, hasta retornar hace tres temporadas a Segunda División B, para volver con más fuerza que nunca y ahora sí asentarse.
De la mano de Antonio Iriondo, entrenador actual de 64 años e histórico del fútbol madrileño, el equipo ha logrado encontrar una simbiosis perfecta entre juventud y veteranía, que han hecho de este equipo uno de los más eficaces de la categoría además de construir en el Cerro del Espino un fortín en el que no pierde desde septiembre de 2017. Un equipo que apenas hace una temporada se exigía el objetivo de la permanencia y tras ser conjunto revelación, es una realidad y tiene la posibilidad de alcanzar su primer ascenso a la división de plata, con Dani Pichín, Jeisson Martínez o Jorge De Frutos como máximos baluartes.
Con una propuesta de juego basada en ser protagonista con un fútbol de toque, posesión y buscando espacios sin patadas al aire, el Rayo Majadahonda ha calado entre una hinchada que este año se ha enganchado al equipo y que sigue sumando adeptos cada semana que pasa, pues así lo demuestran las peñas que no le fallan cada fin de semana.
Su última piedra hasta la gloria, el Cartagena. El líder del grupo IV será el último escollo del Rayo Majadahonda en su intento de hacer historia y demostrar que un nuevo fútbol es posible, que los modestos también tienen cabida entre los grandes del país.