El Mundial es de todos
Cuando en Francia 98 se amplió el número de selecciones participantes, la FIFA envió el mensaje de que el Mundial era de todos. Tanto es así, que confederaciones como la africana o la asiática casi doblaron el cupo de equipos que estarían en la cita mundialista.
Seguramente el aumento del carácter multicultural del Mundial con el paso de los años está fundamentado en la inclusión de países casi ‘perdidos’ en el orden futbolístico. Eso es bonito. El Mundial es para todos. Es bonito hasta que se trata de valorar la aportación futbolística de algunos de los combinados presentes en la gran cita futbolística. De hecho, los puestos de honor son coto privado de europeos y sudamericanos, con la sola excepción de Corea del Sur y sus ‘patrocinadas’ eliminaciones a Italia y España en su Mundial.
Si fuéramos únicamente funcionales –sobre todo tras haber visto el Irán-Nigeria-, parece increíble que selecciones como la Suecia de Ibrahimovic o Dinamarca se queden fuera del Mundial para que éste sea más cosmopolita. El problema es que si esto no fuera así, esta competición no tendría sentido y el Mundial es más Mundial si juega algún equipo asiático más que si lo copan europeos o sudamericanos dejando a los otros continentes con presencias residuales.
Eso sí, Irán y Nigeria se encargaron de demostrar el porqué de que asiáticos y africanos, pese a lo que se espera de ellos desde hace años, siguen un escalón por debajo de los equipos del continente que inventó el fútbol y del que lo convirtió en espectáculo de masas. Buenas intenciones, pero poco orden y escasísima calidad. Ingredientes fundamentales para firmar el primer empate, para colmo sin goles, de la edición brasileña. Argentina tiene el pase en bandeja de plata. Bosnia, salvo desastre, también.
