Un Málaga plano ya espera al Oporto

F. Godoy IIIEl Málaga ya espera al Oporto. Lo hace en el peor momento que se le recuerda. El equipo de Pellegrini sigue plano, sin indicios de fútbol. Empató en Valladolid porque no estaba para más. Habrá que ver si es capaz de sufrir una metamorfosis a mejor de aquí al miércoles. 

Rotó Pellegrini a algunos de sus hombres. Tampoco están para fiestas los menos habituales. Pero lo más preocupante es el calamitoso momento que viven Santa Cruz y Saviola. El primero aparece, interviene, intenta cosas. Pero prácticamente todas le salen más. Del argentino, salvo algún tanto aislado, hace semanas que no se tienen noticias.

Prácticamente todo lo que pasó en la primera parte de Zorrilla tuvo a Demichelis o a Manucho como protagonistas. 45 minutos que no pasarán a la historia por su belleza y tampoco por otras cuestiones. Sirvió para comprobar, por ejemplo, que es imposible decidir cuál de los hermanos Teixeira Vitienes es peor. Nada nuevo.
Pero estábamos con Demichelis. La semana estuvo marcada por sus declaraciones. Verdades como puños. Y luego en el campo también habla. En el minuto 8 hizo un giro de cuello perfecto para batir al meta del Valladolid tras una rosca suave de Piazon. Más tarde, se llevó un golpe de Manucho que le provocó un chichón considerable. El mismo Manucho dejó el ojo morado a Iturra tras soltar el brazo otra vez. Ni tarjeta.
Y al final se mezclaron ambos protagonistas en la misma jugada. Álvaro Rubio puso un centro al área que Manucho también supo convertir en gol con la cabeza. El Málaga tiró mal el fuera de juego y el angoleño ganó la espalda al argentino, en su único error.
El Málaga estuvo a merced del Valladolid en el primer cuarto de hora de la segunda mitad. Larsson le ganó la espalda a la zaga blanquiazul y su tiro se marchó lamiendo el poste de Willy. El sueco, minutos más tarde, asistió a Manucho, que no cazó el esférico por muy poco.
El equipo de Pellegrini, inconsistente, trató de ganar metros. Sobre todo por la banda derecha con combinaciones de Duda y Gámez. Muy pobre, no obstante, lo ofrecido por el Málaga. Así que El Ingeniero se encomendó a Isco. Justo en ese instante, la lluvia apretó en Pucela.
Sin precisión, con un tiempo y un césped que tampoco ayudaba, el equipo malaguista lo intentó. Sin brillantez ni creando peligro, pero había voluntad. Es lo que le queda a un Málaga que no carbura y que lleva perdido cuatro partidos consecutivos. Ni suplentes ni titulares.
Dos puntos de nueve es el bagaje desde el partido de Do Dragao. Y con un juego espeso, sin crear peligro más allá de alguna acción a balón parado. Si este choque era la previa de la Champions, mala señal. El partido más importante de la historia está ahí. Toda Málaga espera ver al equipo brillante que enamoró a toda Europa. La Rosaleda exige épica.