Santa Cruz es caviar

Roque Santa Cruz puede haber disputado sus últimos minutos con el Málaga en La Rosaleda. O no. Si se va, el malaguismo podrá recordar que ha disfrutado de una leyenda del fútbol. Y lo haría con un testamento en vida que deja al equipo en octavos. Mira que le ha costado al paraguayo meterse a Martiricos en el bolsillo de manera general. Es como el caviar, una exquisitez que a veces te lleva tiempo saber paladear.
El Málaga entra en octavos por derecho y avisando a navegantes. Huelga decir que el hambre del técnico y de todos los que están detrás de él es infinita. Daría mucha pena que las urgencias económicas fuesen su único rival en la tierra y bajase a todo el malaguismo de su nube.
Qué difícil es a veces quitarle la pereza al fútbol, por otro lado. La hora, el día, el ambiente, también juega un papel importante. En la primera parte de este Málaga-Depor fue así. La primera base para encauzar una eliminatoria como la de esta noche se fundamenta es ello. Parecía que casi el único hombre enchufado del partido era Samu, con algunos detalles técnicos de futbolista caro.
Porque el Depor sí estaba a gusto en esta escena. Esperaba atrás, como a quien no le molestaba pasar o no de ronda. Orden y acumulación de piezas. Y si llegaba el gol por cualquier accidente del fútbol (que con 0-0 era lo que necesitaba), pues mejor. Si no, tampoco tenía rostro de drama. Así que la iniciativa tenía que ser para el Málaga, circunstancialmente clasificado.
Pudo desnivelar la balanza con la cabeza de Roque Santa Cruz, que no se sabía entonces si la tenía en otro sitio, pero que primero forzó un córner en una gran acción de Samu y en el saque obligó a Lux a lucirse. Y poco más en las alforjas de ambos conjuntos, con un Ochoa inédito pero que parece tener querencia al área propia.
Necesitaba algún estímulo el partido para que entrase en la fase de espectáculo. Y llegaron los goles para activarlo. Primero Roque tras un balón largo de Rosales que Lopo dejó en sus pies. Aun así se tomó su tiempo el paraguayo para fusilar. La calma del nueve auténtico.
El regalo, no obstante llegó de vuelta. Un fallo en cadena de la defensa lo aprovechó Postiga para poner el empate. Así que Gracia, que demostró querer la Copa de verdad, llamó a Amrabat. Lo mejor fue que antes de que el holandés entrase el Málaga cuajó una jugada excelente en cuanto a combinación se refiere y Recio, que llegaba desde atrás la cruzó perfecta desde la frontal.
Entró Amrabat en plena celebración y el estadio se cayó. Hay pasión con él. Como es de bien nacidos ser agradecidos, decidió resolver la eliminatoria de la mano de Santa Cruz, a quien asistió entrando por la derecha. Honores también para Roque y su definición con la cabeza.
Gracia premió a Santa Cruz, que se llevó una ovación también. ¿Sus últimos minutos en el Málaga? Ojalá no lo sea porque es un futbolista tremendo. Dejó su sitió a Luis Alberto. El gaditano ha ido perdiendo gas hasta ocupar un lugar de reparto, casi como actor de cameo de este Málaga en el que si te duermes te comen el sitio. Algo similar ha ocurrido con Horta, pero sí tiene más protagonismo, pero que está muy verde. Estuvo cerca del gol en una jugada en la que se trastabilló.
Poco antes Ochoa rechazó un disparo de Cuenca tras un disparate de la defensa blanquiazul. Y el luso, del que estábamos hablando, dejó su lugar a Portillo, a quien Málaga ama y recibió con una ovación -una más en mitad del frenético amor que hay entre grada y equipo- que debió emocionarle.
Rondó el cuarto el Málaga, que se gustaba cada vez más. Una jugada trenzada en modo gourmet entre Luis Alberto y Amrabat, que se empachó de balón. Aunque con la gente dividida entre los que se iban del estadio y los que se divertían entre oles y olas, Camacho empujó un balón que le había negado el tanto a Amrabat. Así se despedía el Málaga en este 2014 de La Rosaleda, de manera brillante. Qué final de año...