No había sitio para aguafiestas

Era un día para la fiesta, para el deleite, para homenaje a los abuelos, para comer tarta. Si hasta la lluvia dio una tregua, quién era el Málaga (el equipo) para negar a los suyos el cumpleaños feliz que todo el mundo merecía. 3-0, al fin, para disfrute del personal, para que algunos se quiten telarañas y otros toneladas de presión de las piernas.
La victoria, por primera vez en esta temporada, empezó por los cimientos. Es decir, por no encajar goles. Luego, sólo había que fluir. Porque todo lo que rodeaba a lo meramente deportivo estaba más que conseguido. A partir de ese momento el Málaga voló.
Para que las cosas cambien, tienen que cambiar las cosas. "No sea usted obvio, caballero", podría reprochar cualquier lector. Con argumentos, entrará mejor la aseveración. La diferencia entre este Málaga y el de otras citas fue tan sencilla como que en este deporte la vida y la muerte está en las áreas. Y al conjunto de Juande Ramos le llevó casi siempre al patíbulo el hecho de empezar perdiendo.
Y si no empezó perdiendo ante el Leganés es porque Kameni, cuando medio estadio todavía estaba enviando las fotos de la tarta a colegas vía móvil, detuvo en dos ocasiones al rival. Primero un disparo de Gabriel y el posterior rechace que Víctor Díaz remató a bocajarro. Aguantar el cero era el primer cambio para el cambio. Después tocaba matar al contrario de los guantes que se situaba a cien metros de distancia.
Lo intentó en un par de ocasiones. Chory encontró a Sandro, pero el canario falló a la hora de colocar el balón en una acción en la que estaba completamente solo, después no llegó a cabecear un centro de Jony, tras de una jugada en la que el zurdo -situado en la derecha- emuló a Joaquín. Eso sí, lo de perdonar suele costar caro. La fortuna es que en la siguiente que tuvo el Lega a la contra Luciano cabeceó flojo y al centro, donde andaba atento Kameni.
No obstante, la reacción blanquiazul fue contundente. Primero se reclamaron unas manos de Rico en el área. El esférico tocó claramente en el extendido brazo del jugador del equipo madrileño. Pero el penalti llegó después, en una zancadilla al activo Pablo Fornals. El penalti lo ejecutó Jony, con algo de suspense porque Serantes la tocó. Pero la agitada respiración del asturiano y su gesto delataban liberación. Le hacía falta el bálsamo del gol.
Y el éxtasis llegó dos minutos y unos segundos después. Un contragolpe de libro, con Sandro encontrando una vía paralela para que Chory pisase área. Lo que vino después fue obsceno, un golpe de cintura para romper al portero sólo al alcance de algunos pocos elegidos. Luego sólo le quedó finalizar.
Pero el Málaga, curado ya de espanto, empezó la segunda parte dispuesto a cerrar el acta. De nuevo Sandro (muy acertado en la lectura del partido), encontró otra fuga en la zaga rival para dejar a Jony ante Serantes. Cuando el gol era casi una obligación, el asturiano perdió la partida con el portero. No se vino abajo el Málaga, que a pesar de conceder una opción a Szymanowski, terminó de machacar al rival.
Sandro andaba desatado y terminó marcando de cabeza en un rechace después de una acción en la que Duda -que había entrado por el lesionado Kuzmanovic- besó área. Después el canario mandó al poste otro mano a mano. Sus mejores momentos desde que llegó al Málaga como uno de los fichajes estrella.
El Leganés entendió que ya se le había ido el tren, al menos su técnico, que hizo pronto los tres cambios pensando ya en el futuro. Aun así destacó por tocar el balón con mucho sentido y no regaló nada. En el Málaga todos bajaron sus prestaciones y la grada entonaba el 'Cumpleaños feliz'. Con el modo festivo activado, Juande al fin decidió conceder a Michael Santos algunos minutos.
Todavía quedaba tiempo para algún gustazo más. Camacho también necesitaba un trozo del pastel para llevárselo a casa. En la prolongación ya, Duda botó una falta lateral al área que el centrocampista remató acrobáticamente para entrar por la escuadra. El justo final para rendir honores a La Rosaleda.