Punto a plazo fijo

El Málaga se lleva un empate del campo del Leganés. Y viendo cómo juega el equipo y cómo estás algunos futbolistas, no resulta tan malo. Querer mal es lícito y casi obligatorio, pero a veces hay que leer el contexto y dar a cada pisada el valor que tiene. Porque el juego fue desesperante y la fe brilló por su ausencia. Sin plan, calidad ni alma, no está tan mal irse con un pequeño botín de Butarque mientras le niegas a un rival directo la opción de mirarte desde arriba.
Dicho esto, Míchel tiene mucho trabajo por delante. Primero, se tiene que ver algo más de su mano en el juego del equipo. Para eso ha venido porque lo otro ya se tenía con el Gato Romero. Aparte de ciertos automatismos que no existen, sacar algo de beneficio de las jugadas de estrategia. Es lo mínimo que se puede pedir. Después, enchufar a los que estén para la guerra y terminar de descartar a los que no están para esta lucha ni quieren estarlo.
Una vez más, lo mejor del partido del Málaga era conseguir irse al descanso sin perder. Resumen cruel pero indiscutible. Contar el partido escuece más si uno tiene sentimiento malaguista. Verse a merced del Leganés toda la primera mitad era trago duro por lo que suponía en sí como partido aislado y por lo que te invitaba a pensar con vistas al futuro inmediato.
Al menos, el Málaga aguantó sin daños las acometidas de su rival, que cuando más asustó fue por errores propios del rival. Un centro chut de Bustinza que Charles sacó bajo palos. Un pase de Kameni al contrario, muy en su línea de riesgos innecesarios, que terminó en balón barrido por la defensa con algún apuro. Un disparo de Mantovani al cielo desde el punto de penalti tras un despeje de Llorente. Una llegada de Tito al segundo palo que no fue gol por poco...
El Málaga intentó intentarlo al comienzo de la segunda mitad y Sandro tuvo una casi nada más empezar en una contra en la que se empachó de balón. Pero ese amago de paso al frente de los de Míchel también dejaba ver algunas lagunas que el Lega aprovechó. Kameni evitó con una gran parada un golazo de Rico. A partir de ahí el choque se volvió aún más feo, propio de dos conjuntos que luchan por no bajar.
Lo bueno de dejar tu portería a cero, algo que el Málaga apenas sabe conseguir, es que en cualquier acción te puede llevar tres puntos, aunque no hayas hecho grandes méritos para conseguirlos. Los de Míchel no han llegado a ese punto todavía, pero se han quedado muy cerca. Camacho, en el minuto 84 cabeceó picado un centro de Rosales (el primero bueno que se le recuerda en mucho tiempo) que se cantaba como gol pero que Herrerín abortó de manera espectacular. Fue lo mejor del partido.
Así que las cosas se quedan relativamente como estaban, con el consuelo de que al menos el Leganés no se te escapa. El Málaga tiene poquito pulso y poquitos argumentos, le queda agarrarse a las matemáticas y esperar que otros metan los goles que es incapaz de conseguir. El punto servirá en la medida que todo cuadre llegada la jornada 38.