Lo que deja Gracia...

Lo que deja Gracia es mucho. Deja Málaga y eso son palabras mayores. No es chovinismo de garrafón. Cualquiera que haya pasado por aquí lo sabe. Son legión los fubolistas y técnicos que antes o después echan raíces en la Costa del Sol. Pero para volver sabe que tendrá tiempo, sin embargo, para convertirse en 'muchimillonario' algunos no tienen bastante con una vida. La lógica del dinero gana.
Lo que deja Gracia es ahora un equipo huérfano de padre y un club sin mentor. El Málaga sale perdiendo en ese sentido. Se dieron mucho mutuamente. Es cierto que el Málaga le rescató cuando se había hundido con su Osasuna, pero al tiempo creció hasta convertirse en entrenador de referencia del fútbol español y terminó dejando dos veces al equipo blanquiazul situado por encima de sus posibilidades.
Lo que deja Gracia es, aun con todo lo anterior, un club de aspecto más sano, con nuevos aires y que posiblemente salga ganando con el cambio. Si llega Juande y Juande es el de siempre, el Málaga va a subir sus ambiciones deportivas. Y con ello es posible que también lleguen mejores resultados. No se espera otra cosa de un técnico de su caché. Y por encima del octavo lo que hay es Europa.
Lo que deja Gracia es al jeque con el corazón partido. Porque Al-Thani le dio la llave del club prácticamente y le quitó de encima a Casado, Novo y Husillos, que de haber tenido algo más de fuerza por aquel entonces, habrían despedido a Gracia y nada de lo que aquí se pone existiría. Ya sabe el sheikh que esto es el fútbol. Y lo que se siente cuando el talonario mueve voluntades y afecciones.
Lo que deja Gracia es un legado de futbolistas que nadie esperaba o que nadie pensaba que tendría un recorrido tan elevado. Algunos se fueron engordando unas arcas maltrechas. Otros están o vienen en camino. Porque otra de las cosas que deja Gracia es el mensaje de que sí, que en La Academia Casanova y Arnau lo han hecho de fábula pero alguien tiene que abrirles la puerta de La Rosaleda y creer en ellos.
Lo que deja Gracia es mucho. Deja el Málaga y una afición que a veces puso su figura por encima de su propio sentido común porque algo les decía que era bueno esperarle, que la pelota entraría y al final nos reiríamos de todo. Quizás hoy tenga menos simpatías. Muchos ya han roto el carné de gracista. Es la ley del fútbol, que es una parodia de la vida: cada acción tiene una consecuencia.