El miedo tras Pellegrini

En la historia de todo club hay futbolistas buenos y malos. El Málaga nunca ha tenido hasta 2013 mejores futbolistas que estos, que los que han llevado a este club a cotas insospechadas, sólo soñadas. Sexto o séptimo en la Liga (crucemos los dedos que sí), cuartos de final de la Liga de Campeones con el convencimiento moral de que se debió pasar, en justicia, a semifinales y cuartos de final de la Copa del Rey ante un Barça mayúsculo, nivel que poseía en enero y no en abril. Es la mejor temporada de la historia del club en cualquier denominación, no hay discusión. Y el temor a que no eso no se vuelta a repetir por la descomponsición que se avecina es lógico. Pero huyamos del miedo.
Pellegrini se marchará, pero ha dejado una idea en la que confiar, un estilo en el que insistir, una semilla sembrada que no se debe arrancar. Con jugadores más modestos, pero con una base. La Rosaleda se ha sentido identificada, ha vibrado como nunca y la comunión con su equipo ha alcanzado cotas casi irrepetibles. El camino es la persistencia. El Málaga se ha labrado un nombre. Cualquier niño suizo o checo al que le guste el fútbol ha visto este año cómo un equipo vestido de blanquiazul jugaba al fútbol como uno de los mejores del continente. Igual que se ha sembrado en Málaga, donde se ven más que nunca los colores del equipo de la ciudad. El impulso que mezclaba ficción y realidad del jeque se ha acabado, al menos como se concebía en junio de 2010, cuando aterrizó. Pero ya había 20.000 hinchas fieles antes, no se olviden.
El sentimiento de melancolía por lo que ha sido debe transformarse en ganas y fe en lo que será. Se debe mirar abajo, a la cantera esa que se ha sobrepagado en esta época Al Thani pero que incuba buenos talentos. Hay que fiarse de la intuición y el bueno ojo de Mario Husillos, demostrado con creces en esta temporada. Afinar con un entrenador que ahonde en lo que Pellegrini sublimó. Y también vendría bien más transparencia y mejor comunicación de los que apagan en Málaga los fuegos del jeque. Por más que se sienta empatía con su incómoda situación. 
Seguramente sea una visión idealista y la realidad del Málaga sea eludir el descenso, como casi toda su vida. Pero pensemos en versión optimista, sin miedos. Bastante miserias vemos alrededor.