¿Me compro un Android o un iPhone? (Parte 2)

En el anterior artículo hablábamos de cómo los smartphones están pasando a ser nuestros amigos, nuestros compañeros al salir de casa. Decíamos que había muchos sistemas, pero la mayoría teníamos/queríamos dos: iPhone o Android. Y repasábamos unas cuantas ventajas que hacen que, en mi opinión, y en la de muchísima gente, hacen que el iPhone sea el mejor del mercado. Veamos ahora las que tiene el Android.
Para empezar, que no sea el mejor no implica que sea malo. Al contrario, es un sistema excelente. Está desarrollado por Google, lo cual es de por sí una ventaja. Google lo hace (casi) todo bien, la mayoría de las veces muy bien. En mi opinión no llega al nivel de Apple, pero su capacidad de innovación es mayor, y su filosofía de software abierto es sin duda un factor decisivo. Mientras que el éxito de Apple está en la exclusividad de sus creaciones, el de Google es justo el contrario: pasa por tantísimas manos y lo utiliza tantísima gente que sus sistemas están más que probados.
Un Android de alta gama es un gran terminal de comunicaciones, superior al iPhone en algunos aspectos. Su reconocimiento de voz es mejor, dicho por el propio Steve Wozniak (“el otro” fundador de Apple). Su catálogo de aplicaciones es más amplio, ya que no están tan restringidas, y hay más tiendas en las que encotrarlas (GetJar, o Amazon, entre otras). Su capacidad de personalización es mayor, no sólo porque hay más teléfonos, ni porque haya más aplicaciones, sino porque, al ser un software abierto, basado en Linux, cualquiera puede abrir su código e inventar algo nuevo.
La gran desventaja de Android es la misma que le pasa a Windows: que tiene que soportar hardware distintos de una pléyade de fabricantes. iPhone es un producto único, es siempre el mismo. Android lo utiliza Nexus (el teléfono del propio Google), Sony, Samsung o HTC, todos ellos con terminales muy buenos, pero también compañías, digamos, más exóticas, como Huawei, o menos fiables, si hablamos de móviles, como Alcatel o LG. Que no es que sean malas, pero son mucho más económicos. Y nadie da un euro gratis. La gran ventaja que tiene Android sobre el iPhone es también su gran desventaja: puedes tener un smartphone barato, pero cuyas características son inferiores. No es lo mismo la pantalla de un Sony que la que tiene un LG. No es lo mismo la velocidad del Samsung Galaxy III que la que puede tener el nuevo de Alcatel. No se puede comparar la fiabilidad, la seguridad, la garantía de tener un Nexus que la que ofrece Huawei. Todos ellos funcionan, y son buenos, y hacen lo mismo, es decir, poseen las mismas funcionalidades. Pero depende de quien lo fabrique encontraremos unas prestaciones u otras, unas calidades u otras.
De todas formas, si no lo usas mucho, si no pretendes estar todo el día instalando aplicaciones nuevas, subiendo fotos a instagram o sacando información de internet, un Android de un precio bajo es sin duda tu teléfono. Hace lo mismo que uno caro a un coste mucho más reducido. Quizá tarde más en abrir las apps, o sea algo más incómodo de manejar, o te dure un par de años menos. Pero, funcionar, funciona sin ningún problema.
Por último, un detalle a considerar. La mayoría de los smartphones que tenemos están ligados a una compañía telefónica. Es el precio por costar mucho menos: si los compramos libres, sin ese bloqueo, su coste es sube bastante. Esto viene a raíz de una pregunta: ¿nos conviene “hackerarlos”, es decir, romper los sellos que aseguran su inviolabilidad, corriendo el riesgo que dejen de funcionar o lo hagan mal? Pues depende. Si tu intención es meterle la tarjeta de otra compañía, a lo mejor te conviene correr ese riesgo. Si lo que quieres es instalarte cualquier aplicación “de gratis”, pues a lo mejor también. Pero piensa que la mayoría de las apps más comunes, o no cuestan nada o salen por menos 1€. ¿Merece la pena correr el riesgo de encontrarte con que no funciona? Si tu móvil es caro, igual te lo piensas; pero si pagaste poco, ¿por qué no? En eso, un Android de bajo coste va sin duda por delante.
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