Tratar la noticia y ser noticia
Se ha muerto Juan Manuel Gozalo. Uno de los de antes, tiempos de télex,
teléfonos verdes con montera y ceniceros en las redacciones.
En todos los obituarios se destaca la pureza de su pedigrí. Esa raza de
periodista: el que lucha a diario por su credibilidad. El que busca la
noticia (más allá de internet, a ser posible...). El que prepara una
entrevista. El que esboza, madura y documenta un reportaje. El que hace
equipo. O el que, por lo menos y llegado el tiempo, huele a distancia,
valora y promociona al buen reportero, y distingue el análisis estable o
la pluma certera de la letrina oportunista, dicharachera y borrega. Y de
la mentira.
Valorar y promocionar al buen reportero. Porque haberlos, haylos. A
puñados y de todas las edades. ¿De verdad que cuesta tanto, señores de las
cúpulas? ¿No se pueden llenar las redacciones de gozalos que traten la
noticia y no pretendan serlo, maquillados a diario, no sea que la foto
reproduzca fielmente su rostro cerúleo, su condición de vampiros?