Fin de un ciclo
Con la cuarta plaza en sus manos y una final de Copa a la vista, ¿quién se atreve a ningunear la campaña del Sevilla? No seré yo.
Sin embargo, y no deja de ser curioso, ni el club, ni el equipo, ni siquiera sus aficionados (o mejor dicho, y puntualizando, la minúscula parte de ellos con la que me cruzo y convivo), transmiten esa alegría o franca ilusión de anteayer. Y eso con un título a la vista.
Es el resultado de un ciclo que se acaba. Lógico y natural, por otro lado. Urge abrir las ventanas del salón y airear. Hubiera sido un magnífico momento de provocar y negociar el retorno de Joaquín Caparros, sin duda el más optimista, comprometido y laborioso hacedor de proyectos que conozco. Ya no es posible.
Consiga o no sus objetivos este Sevilla, debieran tenerlo en cuenta los rectores de la entidad de Nervión: el ciclo da sus últimas bocanadas. El reto de una renovación profunda es inminente, y no deben obviarlo aún ganando la Copa.
Sospecho que la elección del nuevo técnico será más decisiva que nunca, porque no es lo mismo poner algo en marcha que tomar los mandos de una máquina fiable y engrasada. Nuevas ideas y nueva motivación para una plantilla que, por supuesto, aún tiene mucho de aprovechable. Pero mucho.
Otro fundamento del nuevo proyecto debiera ser, bajo mi punto de vista, el NO tajante al traspaso de Jesús Navas. Veremos si eso es harina de otro costal...