El Sevilla se juega más en el derbi

Llega un nuevo derbi, inesperado además y con el calificativo de histórico que esta vez sí, responde totalmente a la realidad. No sabemos el recorrido que tendrá el ganador en esta Liga Europa pero solo el hecho de que nuestros dos equipos se enfrenten en una competición internacional ya es motivo de orgullo. No ha ocurrido jamás y no sabemos si nuestros ojos lo volverán a ver.
Y si hace unas semanas este derbi se veía como un problema en el Betis, como un envite nada deseado hasta el punto de que se insinuaba preferir quedar apeado antes, el fútbol tiene estas cosas y ahora se ha convertido en un oasis en el que refugiarse de la pesadilla de la Liga, al menos antes de su disputa. Han bastado dos o tres partidos dignos, tanto era el sufrimiento acumulado durante la temporada, para cambiar el talante de la afición y la imagen que se proyecta desde el club y la plantilla. Los mismos que antes insultaban en los entrenamientos ahora animan, los mismos jugadores que antes parecían haber tirado la toalla ahora levantan la cabeza. Y para ello nada mejor que un enfrentamiento con el eterno rival en el que además tiene muy poco que perder.
Muy pocos creen en la clasificación, con toda la lógica del mundo, así que todo lo que venga será para mejor. Una victoria ante el eterno rival no salvaría una de las temporadas más nefastas de la historia del club, pero sí proporcionaría una alegría de las grandes a una afición harta de sufrir y la rehabilitación parcial para la plantilla. Y sí en una competición como la Liga tiene muy poco que hacer, en una eliminatoria a dos partidos plena de tensión y pasión, pueden pasar muchísimas cosas además de que las fuerzas se igualan teniendo en cuenta, además, que el rival no está para tirar cohetes. Cualquier derrota mínima ya sería considerada como un paso positivo y suficiente para poner el Villamarín como una caldera con una afición dispuesta a ilusionarse con poco que le dan. Otra cosa es lo que luego pueda pasar.
Respecto al Sevilla, es claro favorito y precisamente por eso, y por su trayectoria irregular y un Emery que da una de cal y otra de arena, cualquier cosa que no fuera la clasificación sería un fracaso, máxime viniendo del ridículo en la Copa frente al Racing. Que nadie espere goleadas como las dos últimas de la Liga ni una eliminatoria resuelta por la vía rápida porque para empezar, con la ida en casa en Nervión, los locales le darán tanta prioridad a hacer un gol como a que no se lo hagan. Eso sí, este Sevilla que parece más sólido y defensivo, con su portería a cero tiene muchas más posibilidades de pasar en una eliminatoria así. Si guarda su portería, lo normal es que su calidad adelante decida. Pero no puede permitirse descuido alguno porque la exigencia de la afición será máxima y más en su competición fetiche con la oportunidad de plantarse de nuevo en unos cuartos de final muy ilusionantes.
A esto se unen las diferencias de plantilla y de objetivos en estos momentos. Un Betis casi desahuciado no se plantea un futuro a largo plazo en Liga Europa, aunque cosas más difíciles se han visto, por lo que es una eliminatoria para la historia y para disfrutar siempre que no se convierta en pesadilla. El Sevilla, por el contrario, sus objetivos, su historia reciente y la propia ambición y exigencia de su afición, sabe que en unos cuartos en Europa puede pasar de todo, incluso soñar con Turín. Quedar apeado no solo supondría el fracaso de quedar apeado ante un eterno rival inferior, supondría perder la posibilidad de llegar más lejos.
 
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