Papeles perdidos
Cuando un equipo entra en barrena, no solo la pelotita, que es la que manda, importa. En ese momento, es hora de estar ojo avizor y analizar métodos, procedimientos, reacciones y argumentos. Y qué quieren que les diga, ahora mismo en el Betis tienen los papeles perdidos.
Las decisiones críticas se suceden ante una situación crítica y el consejo verdiblanco, caracterizado hasta la fecha por su paciencia y 'savoir-faire', entra como un elefante en una cacharrería y empieza a tirar de todo montando un estruendo de narices.
A saber, se carga al mejor entrenador desde Serra, a un tipo capaz de unir a la afición, a un profesional con mensaje y capacidad de transmitir. Malos resultados mandan, pero la mayor parte del personal no entendía la decisión. A raiz de esto, llega un técnico que tiene mucho que demostrar y que transmitir, lo que se dice transmitir, transmite poco. Y el hombre, de cuya profesionalidad no dudo, se encuentra con un marrón mayúsculo que gustosamente ha aceptado y ve que el equipo no responde con el tradicional 'a entrenador nuevo, victoria segura'.
Y en estas que la cosa se pone más fea. Y en estas que la grada clama contra Stosic (y contra el consejo también, que no se olvide nadie). Y el consejo toma la decisión de cargarse al director deportivo justo cuando hay que remangarse y ponerse a fichar para arreglar a la desesperada la temporadita que se está marcando el Betis. Y se le echa, ¡ojo!, por no desacreditar su trabajo... y en la misma rueda de prensa se reconoce que al nuevo técnico lo eligió el consejo y no el director deportivo. Director deportivo (perdón, ex-director deportivo) de cuya renovación se habló hace poco más de 30 días.
¿Ven ustedes a Groucho Marx por ahí? Pues yo tampoco, pero parece que su espíritu está muy presente en Heliópolis en estos últimos días... Será que se acerca el día internacional del surrealismo y yo no me he enterado.
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