Una cena con Kanouté

Por Marina Romero
CRN Giralda

Sabía que aún me quedaban muchas personas que pudieran sorprenderme en esta vida, pero lo que no sabía es que una de esas personas podía ser un futbolista. Las cosas como son. Por cosas del trabajo y los amigos fui invitada la otra noche, noche de luna llena, inmensa y bella sobre Sevilla, a una tertulia-cena con Kanouté. Dirá quien lea, "Kanouté sí puede ser un futbolista que sorprenda". Vale, cierto... Pero aunque estaba advertida, Fredy, (como ya le llamo a partir de ahora después de haberle pasado sin querer la pimienta en lugar de la sal, a punto de fastidiar su exquisita dorada) consiguió darle una vuelta de tuerca más a las sorpresas que da la vida. Charlamos, todos en aquella mesa, sobre su vida, de fútbol poquito, que para eso están las ruedas de prensa y las zonas mixtas... y así dio comienzo el festín y la sorpresa, entre plato y plato... sorpresa porque resulta que Kanouté no habla de coches, ni de fiestas, ni de ropa cara, ojo, que estaría en su derecho... Pero es que ni siquiera habla de números de goles, ni de que es el único jugador que ha marcado en las cinco finales que hicieron grande al Sevilla; no le gusta hablar de récords, no opina sobre la vida personal de Maradona, guarda silencio y ladea la cabeza casi disconforme cuando en la mesa sale incluso el tema del eterno rival; habla de sus hijos, del único lugar que tiene para rezar en una ciudad como Sevilla, de la que por cierto, tanto le gusta La Macarena... Kanouté habla de que come mucho pescado, y comenta que a la gente se le olvida que el jamón es carne de cerdo cuando le ofrecen a probar, habla de lo diferentes que son ingleses, franceses y españoles y de lo "especiales" que somos los andaluces... Fredy bromea con expresiones de nuestra tierra, ironiza con el modo de hablar de su hija, que tiene nombre, por cierto, de mujer fuerte y hermosa, y dice de ella que "habla sevillano, no castellano, no... sevillano, sevillano", opina sobre el velo que no dejan llevar a las estudiantes en las escuelas francesas y de los crucifijos que ya no cuelgan en las paredes de las aulas españolas, habla de la Ciudad de los Niños de Mali, y por supuesto, habla de compromiso, respeto y educación. Por último, nos comenta la hora a la que suele acostarse, añadiendo que esa noche ha hecho, gustoso, una excepción. Fredy nos agradece a todos la velada. Como si no se lo agradeciésemos los demás a él... 
Frederic Kanouté es héroe de finales, delantero de récords y voz de los desfavorecidos. Pero no se lo cree. Ni cenando, ni firmando autógrafos a quienes se encuentran en el restaurante, ni despidiéndose de nosotros a la salida con ese acento suyo tan elegantemente francés, "muchoó gustoó". Qué discreto, el hombre... pienso mientras lo veo marcharse por calle Betis con las manos en los bolsillos... De hecho dice que no le gusta que hablen de él (bien, se entiende) cuando está delante. Y me lo creo. Con o sin micros, es un futbolista con pudor. Y de esos hay pocos. Porque el pudor es síntoma de humildad, es receta para la fama y remedio contra los sueldos millonarios. El pudor, a la vez que escaso, es el único abuso que se permite una persona a la que el fútbol no le ha convertido en un indolente.  
Es cierto, tal vez triste o previsible por mi parte, pero no pensaba que un futbolista me sorprendiera alguna vez en esta vida... Eso creía, claro, hasta que cené junto a Kanouté.