Los caminos hacia Primera son inescrutables

Por Juan Diego Valverde
Periodista de Mediasur
Quizás sea una tremenda torpeza y casi una herejía por mi parte utilizar esta cita bíblica para intentar discernir el papel que el Real Betis Balompié está realizando esta temporada en Segunda división, más torpeza si cabe por las fechas en las que nos encontramos.  
Empezando por lo más cercano, quién acierta a descifrar lo que le ocurre a este equipo que tras una tremenda buena racha vuelve a arrastrase por un campo, el suyo propio, y ante los suyos. A la basura el efecto Víctor Fernández, y vuelta a la desidia de los jugadores y a la inoperancia en el juego, vuelta al equipo estéril que anteriormente hemos visto dirigido por Tapia, Nogués, Chaparro, Luis Fernández, Irureta y etc; una lista demasiada larga como para pensar que es una simple coincidencia. Esto ya lo han apuntado otros, pero el equipo necesita otra cosa, o quizás el Betis necesita otro equipo. 
La tierra soñada de Primera se acerca y aleja de forma impredecible. Un domingo se toca con la punta de los dedos y al siguiente parece escaparse de entre las manos.  
Si el camino hacia primera hace dos meses parecía imposible, con un Betis falto de juego, ganas, e incluso me atrevería a decir que falto de actitudes y probablemente aptitudes, una buena racha de resultados tras la llegada de Fernández parecía acercar el objetivo y poder dar caza a los puestos de ascenso a primera; y todo ello con un buen juego. Al fin un Betis que cuando saltaba al campo daba muestras de ser el equipo referencia de la categoría.  Nada más lejos de la realidad y ya en puestos de ascenso, vuelve el Betis a jugar en casa con la posibilidad de afianzarse en los puestos altos y volver a dar una alegría a su público. Y vuelta a la desidia y la inoperancia. Otra vez se tuerce el camino.  
Qué camino más incierto el que deben recorrer los béticos. Un día un Betis atrevido y con actitud, y al domingo siguiente el mismo Betis que dio con sus huesos en Segunda.  No hay quién lo explique. O sí. O la explicación es que seguimos ante el mismo Betis de las anteriores temporadas, incapaz de ganar en casa al Girona, por ejemplo.  
Los ejemplos en este equipo pueden  ser muy dolientes. Sólo hace falta recordar las cuatro últimas temporadas. O sólo recordar un partido, 31 de mayo de 2009, con más de 50.000 aficionados en las gradas y ante un Valladolid que no ganaba a nadie (y visto lo visto sigue sin hacerlo). Este equipo tenía la oportunidad de salvar la categoría ante un público entregado, y sólo dio muestras de incapacidad e indolencia. Tenía la oportunidad de lavarse la cara una temporada más en el último minuto, y nada. Esa nada que sigue matando a este equipo y que le arrastra al olvido deportivo. Esa nada que en Segunda es mortal. Esa nada imperdonable cuando se viste la camiseta de un club centenario. Esa nada incomprensible cuando formas parte de la historia del Betis. Esa nada inaceptable cuando llevas en el pecho ese escudo. 
En este punto del camino los béticos se preguntarán si lo que les queda por delante es una dulce pradera o una inescrutable cordillera montañosa. Difícil prever. En manos está del propio equipo. Por momentos encontraron la senda adecuada, y su guía, Víctor Fernández, debe intentar volver a encontrarla. En su espalda llevan una pesada mochila, la de la historia de este club. Estos jugadores tienen la inevitable responsabilidad de devolver el Betis a Primera, una categoría que nunca debió abandonar.  
Pese a todo (o pese a la nada), y como el mencionado camino es largo e inescrutable, creo que el Betis subirá a Primera. Realizo esta conjetura alentado por lo ocurrido en la pasada jornada. Ninguno de los equipos de arriba consiguió la victoria, aun jugando buena parte de ellos en casa y con equipos claramente inferiores. Este hecho no hace más que demostrar que la categoría es un vaivén enigmático, una lotería en la que cualquiera puede ser el ganador, sin justicia alguna; y quizás por esa falta de justicia, sea este Betis quien tropiece con el oasis de Primera.