Bacca, una decisión de jugador pequeño

 
Carlos Bacca se va a ir al Milan. El colombiano, a sus 28 años, apuesta por el oropel y la billetera de San Siro. Respetable. Pero triste. Es una decisión de jugador pequeño. El Sevilla contaba con él, aquí se había ganado a la afición nervionense y, sobre todo, aquí iba a ser un jugador Champions. Sí, tal como suena, un jugador Champions, condición de la que no ha podido presumir hasta el momento en su carrera futbolística.

Gloria o pasta. La decisión no es fácil. Bacca puede argumentar que el Milan es un club grande de Europa, que lo es. Puede hacerse un 'seflie' delante de las vitrinas del club rossonero y subirla a su instagram, orgullo de militar en un club donde antes lo hicieron Van Basten, Gullit, Maldini o Baresi. Lo hará, no lo duden. Incluso está en su pleno de derecho de pensar que en Milan se hará aún más grande, que el año próximo ganará la Liga y que dentro de dos años estará peleando por la Champions.
Está en su derecho a pensar todo esto, pero al final no son más que castillos en el aire, pájaros volando. Lo único que tiene en la mano a día de hoy es que pertenece a un equipo que jugará la Liga de Campeones y donde es una estrella. La gloria está aquí, pero a veces el verde impide verla. Él sabrá.
Su caso me parece muy diferente al de Unai Emery. Yo habría entendido la marcha del técnico vasco al Milan. Cierto que alguno me podrá decir que he perdido la chaveta, que es lo mismo, pero dejen que me explique. El reto de reflotar al Milan es tan bonito como apasionante para un entrenador. No es lo mismo ser el delantero que el responsable del banquillo. Si el Milan triunfa Bacca será un más, importante seguro, pero uno más. Sin embargo, el entrenador sería el artífice, el héroe y su caché se dispararía.
Sin embargo, en la decisión de Bacca no veo gloria, sólo veo símbolos del euro. Insisto, muy respetable, pero triste. De jugador pequeño.