Caídos, derrotados, desquiciados

El Sevilla se ha caído. Absolutamente. Está cansado, no tiene chispa, no tiene piernas, llega tarde, no sorprende. Pero está sin piernas y está sin cabeza también. Porque su guía, Jorge Sampaoli, también ha perdido los papeles, también se ha derrumbado, está desquiciado. Y en ese estado el imposible que el Sevilla pelee de tú a tú con el Atlético de Madrid. Ya no solo en el partido que ha perdido justa y claramente este domingo, sino también en la Liga por la tercera plaza. Aun teniendo ventaja aún el Sevilla en esa tercera posición, en este estado lo normal es que el equipo nervionense acabe cayéndose de ahí, porque los síntomas son horribles.

En el Sevilla hace falta reacción, hace falta un movimiento, algo nuevo que remueva al equipo, que se ha espesado, no tiene ideas, no sabe a qué juega y no encuentra sus referencias. Como el equipo, se han venido abajo N'Zonzi, Nasri, Mariano, Escudero, Mercado... se ha venido abajo Sampaoli, que toma decisiones cada vez más inquietantes. Y el Atlético solo tuvo que hacer su papel, su trabajo, ni siquiera de forma brillante, tan solo ordenado, para llevarse el partido e incluso el golaveraje. Y hasta pudo golear por ocasiones.
El inicio del partido del Sevilla fue un auténtico caos propiciado por un plantemiento casi demencial de Sampaoli, con Sarabia defendiendo a Carrasco y Escudero ¡de organizador!
El Sevilla desprende síntomas realmente preocupantes. Desde el inicio, desde el planteamiento y desde las decisiones del entrenador, otrora iluminado y ahora desquiciado. El encuentro ante el Atlético lo arrancó el equipo nervionense con una disposición caótica, con Escudero de mediocentro, Sarabia de carrilero, Nasri en punta, Ben Yedder acostado a la izquierda, Mariano por dentro... Una auténtica locura. Y no por los puestos en sí, sino porque el mismo partido confirmaba que las elecciones del técnico no tenían ni pies ni cabeza. El Atlético de hizo con el partido y, aunque no gozaba de ocasiones claras, porque el Sevilla acumulaba casi 10 jugadores en defensa, merodeaba el área contraria y contaba con ataques continuados y con ritmo de juego. El Sevilla se limitaba a defender y pegar pelotazos para sacarse la pelota de encima. En esos minutos ya pudo marcar el equipo madrileño en una clara ocasión de Gameiro que desbarataron entre Sergio Rico y el larguero.
Esa absoluta locura entró en lógica a partir del minuto 20. Una tarjeta a Escudero puso sentido común a Sampaoli y en el Sevilla, que se reajustó un poco, tomo más orden y empezó a asentarse en el campo. Sin crear ni una sola ocasión, al menos tenía la pelota con más sentido y no permitía tanto al rival. 

Pero está este Sevilla en un momento en el que si no falla por un lado, falla por otro. Cuando parecía que enderezaba algo su rumbo en el partido, una falta (Gil Manzano tuvo una extraña interpretación del juego peligroso en un cabezazo a ras de suelo de Rami) se convirtió en el 1-0. Entre las descoordinación de la defensa a la hora de hacer el fuera de juego, la pájara de Mercado junto a sus compañeros y la laxitud en las marcas, Godín (sí, Godín, el posiblemente mejor cabeceador del Atlético, ese jugador al que no hay que dejar solo, quizás el más peligroso, quizás el marcado y subrayado en la charla previa (si las tiene el Sevilla), entró completamente solo a rematar y marcar el gol que daba ventaja al Atlético de Madrid. 
La imagen del Sevilla en la segunda mitad fue por momentos vergonzosa; el Atlético de Madrid vivió de hecho un partido bastante plácido, limitándose a defender y a salir a la contra con toda la facilidad del mundo; pudo hasta golear
No pudo dar réplica el Sevilla en el tramo final de la primera parte y tampoco pudo hacerlo apenas tras el descanso, en el que Sampaoli había buscado un nuevo aire para su equipo con las entradas de Correa y Jovetic. Tendrá que explicar el técnico argentino la insistencia en dejar suplente al montenegrino, posiblemente el más fresco de la plantilla, para luego siempre darle entrada rectificando su flagrante error. El caso es que entre que se enteraba el Sevilla de esa nueva película que quería firmar en la segunda mitad, con un nuevo cambio de sistema, el tercero en 45 minutos, llegó el segundo tanto en una sucesión de acontecimientos muy habitual toda la tarde. Pérdida en el medio campo, de N'Zonzi, carril central liberado para los jugadores del Atlético de Madrid hasta la frontal de área. Paró Mercado en falta a Griezmann y el francés se encargó de ejecutar a la perfección la falta para ir sentenciando ya el encuentro.
A partir de ahí el Sevilla ofreció una imagen realmente vergonzosa. Cansados, derrotados, faltos de concentración, idos del partido, poco competitivos, los hombres de Sampaoli se mostraron impotentes, no fuero capaces de hacer cosquillas al Atlético, ni una ocasión clara, ni una jugada hilvanada. El Atlético vivió así uno de los momentos más plácidos de sus últimos partidos. Solo tenía que esperar que el Sevilla se estrellara contra su muro, o ni siquiera eso, bastaba con que se resbalara una vez más algún jugador, como Iborra, salido también en la segunda mitad, robar la pelota, correr de nuevo por el carril central y marcarse una nueva contra y un nuevo gol. El tercero de Koke castigaba a vergonzoso Sevilla, en el que solo Correa se atrevía a arriesgar, a atacar. No fue casualidad que el argentino marcara el tanto nervionense que maquilló el resultado en el último momento.
 
 

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