El Nuno más goyesco
Vaya semana rara. La derrota de La Rosaleda ha pasado más factura que los tres puntos porque del análisis lógico y de la búsqueda de soluciones hemos pasado a los nervios y a las palabras malsonantes. Creo que se ha perdido el prisma de que el objetivo Champions sigue estando a un punto y se ha instaurado la sensación de que el Valencia CF está a años luz del Sevilla. El ambiente tiene un aroma a metal pesado, a polución, a contaminación. No me gusta el doble discurso: el de la zona mixta y el de la sala de prensa: por un lado los futbolistas admiten que hay un problema en los partidos de fuera, lo hicieron Gayà, Diego Alves y Rodrigo Moreno, mientras que por el otro lado está el mensaje de un Nuno que jalea a los suyos admitiendo que el equipo no estuvo bien, pero tampoco mal, e incluso les dice que no merecieron perder.
Otro problema llegó este miércoles cuando Nuno espetó a sus jugadores el ya famoso: "La mierda me la como yo, que me la tiren a mi, no me importa". Un mensaje claro y lógico para intentar defender a los futbolistas ante las críticas, muy del estilo de Mou y de Luis Aragonés. Pero, y aunque no me puedo meter en la mente de nadie, tengo la sensación de que había otro mensaje subliminal que iba en otra dirección. Es, repito, una sensación, pero me da la impresión de que quisiese también pedirle al club que le apoye ante la avalancha de críticas que le han llovido en los últimos días. Demasiado órdago para un el técnico que no debe perder el tiempo en batallas menos importantes que la de trabajar para hacer jugar de una vez al Valencia CF fuera de su estadio. Nuno tiene la costumbre de protagonizar tragicomedias que no se ciñen a la realidad y eso le está poniendo en contra del aficionado. Incluso los propios futbolistas prefieren que Nuno les muestre el camino para jugar y ganar, a que los defienda de unas críticas que, precisamente, no se han focalizado en ellos.
Estos 'teatrillos' de Nuno, sin aparente mala intención pero con dudoso efecto, han costado disgustos en el seno del club: El anuncio de la famosa 'bomba' del verano obligó a la dirección deportiva a hacer malabares para poder firmar a Negredo en el último segundo. Rufete se marcó un triple mortal carpado y con doble tirabuzón sin red para traerlo y Rufo aguantó sobre el alambre. La escena de Joao Pereira diciendo públicamente que era peor futbolista que dos compañeros en su puesto fue considerado en la plantilla como una salida de tono que distorsionó la tranquilidad del equipo. O la también famosa frase de "habrá cambios estructurales en la dirección deportiva", que aunque se haya quedado en el limbo, escenificó el desacuerdo existente entre dos marcados frentes: el de Rufete y el de Nuno. Incluso pidió tres fichajes, pero los dueños del club dijeron basta.
Son demasiadas situaciones de tensión públicas que a nadie benefecian. El objeto y el objetivo último es el bienestar del Valencia CF y, para lograrlo, primero han de estar bien todas y cada una de las piezas que forman el engranaje. Esto es, el director deportivo, el entrenador y, por supuesto la plantilla. Es doloroso caer en un tópico, pero es tan cierto como la vida misma que los trapos sucios es mejor lavarlos en casa.
Manu Gimeno
