Vivir el fútbol

Ahora ya está jubilado. Durante su etapa profesional tuvo que hacer de la imparcialidad su bandera, pero ahora ya no. Ya puede mostrar sus colores.

Vive el fútbol de forma apasionada, como hay que vivirlo todo. Todos a su alrededor llevaban corbata. Él no. No es un figurante del palco. Es un sufridor. Sufre por su equipo. Lo único que pide es tener vacío el asiento de delante. Centenares de veces deja caer sus brazos en el respaldo anterior como buscando otro punto de apoyo. Estoy seguro de que, viendo el partido, corre, salta y remata como si estuviera en el campo.
Llevaba una mano vendada. El partido se las traía. Máxima dificultad. Lo sabía. Había estado dentro del vestuario con su equipo, con sus jugadores. Estaban todos serios. Pero confiaba.
Volví a buscarle. No estaba. Aguas menores, supongo. Es lo que tienen los nervios. En el descanso estaba sólo en su asiento. El resto de corbatas tomaba un refrigerio. A él no le entraba nada.
Marcaron, les remontaron y acabaron goleando. Esas sensaciones encontradas que sólo nos da el deporte. Hubo final feliz. Saludó a los presentes y se marchó orgulloso de su equipo. Como tantos otros.
Luis Urrutia
Periodista
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