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Que el tenis no deje entrar a Cristiano Ronaldo

Que el tenis no deje entrar a Cristiano Ronaldo

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Juan A. Pardo

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Reconozco que no me gustan mucho los gimnasios. Menos aún con la llegada del buen tiempo y con tantas y tantas opciones de practicar deporte al aire libre. Sin embargo, de lo poco que consigue meterme bajo techo a sudar un poco es el spinning. Por eso, siempre que puedo, intento no faltar dos veces por semana a esta actividad dirigida en Petxina. Bien, dicho lo cual, salía yo bastante agotado tras un mes sin aparecer por esa sala repleta de bicicletas estáticas y música 'molona' -Fallas y Semana Santa son la excusa oficial- y busqué desesperadamente la cafetería del Complejo Petxina para comer y, sobre todo, beber algo. Me senté, solo, en una de las mesas y ojée -sin hache, ya que leía los titulares y entradillas- los periódicos del día. Me llamó la atención un ruso de nombre hasta ahora desconocido para mí: Andrey Rublev.

El imberbe tenista ruso, de apenas 17 años, había conseguido ganar y desquiciar al bueno de Fernando Verdasco. Por lo visto, el último campeón de Roland Garrós Junior, que ya compite con los mayores en esta edición del Conde de Godó que se celebra esta sermana en Barcelona, tiene a partes inversamente proporcionales talento y estúpido gusto por celebrar las victorias. A saber, el tenista español le calificó al término del partido de “maleducado” y se mordió la lengua para no ir más allá. Rublev, al ser preguntado por las declaraciones de Verdasco, replicó sin pestañear “me vuelvo loco celebrando algunos puntos, pero ¿si lo hace Cristiano Ronaldo por qué no lo voy a hacer yo? Es mi forma de ser”.
Rápidamente me vino a la cabeza cuánto daño han hecho algunos aspectos del fútbol a todo el deporte en general. En lugar de que todo el deporte contagie al fútbol del respeto y buen comportamiento que suele imperar -siempre hay excepciones poco honrosas- parece que está pasando al revés. ¿Alguien se ha preguntado por qué los jugadores de baloncesto, tenis, golf, voley, balonmano, o cualquier otro deporte, no escupen y los de fútbol son auténticos aspersores?. ¿Quién se imagina a un jugador de waterpolo mordiendo a otro? Y eso que existe mucho más contacto físico y de mayor dureza. ¿Y el público de un partido de rugby imitando el ruido de un simio y lanzando plátanos a un jugador negro? Hasta en su primo hermano, el fútbol sala, nadie entendería la celebración de un gol imitando a un perro orinando, quitándose la camiseta y posando tal hombre de Cromañón. Y así podríamos seguir hasta darnos cuenta que, definitivamente, el mundo del fútbol es mundo aparte para mal en el deporte.

Faltaba el tenis...

Y faltaba por descubrir su mala influencia en un deporte de caballeros como es el tenis. Siempre he envidiado el exquisito comportamiento del público en este deporte, incluso la sincera deportividad que suele reinar entre los rivales en la pista, y el real e icónico respeto que se le tiene al juez, allá arriba en la silla. Espero que el caso del tal Rublev sea aislado, propio de la edad, y que no se convierta en tendencia un comportamiento antideportivo que, desde luego, perjudicaría mucho al deporte del tenis. Una de las cosas más bonitas que tienen son, por ejemplo, las ceremonias de entrega de premios con ambos finalistas en la pista lanzándose halagos y, sobre todo, demostrando un respeto deportivo con quien, al fin y al cabo, le permite competir y, llegado el caso, tocar la gloria y ganar: su rival.
Desde la Fundación Deportiva Municipal, decidimos hace algunos años atacar frontalmente el problema generalizado de la falta de respeto, en el sentido más amplio de la expresión, que existe en el mundo del fútbol. Todo aquello que es absolutamente impensable e inadmisible en cualquier deporte es tolerado y jaleado en el fútbol, desde la base en muchos casos y, por supuesto, en la élite. Pusimos en marcha la campaña “Con Respeto Ganamos Todos”. En aquel momento, recuerdo cómo mi percepción y mi falta de sorpresa por algunos comportamientos en el fútbol cambió. Tolerancia cero con comportamientos en el fútbol que, en ningún otro deporte, y por supuesto en otros ámbitos de la vida, no toleraríamos.
Juan Antonio Pardo
Responsable Comunicación FDM

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