AFE: exportando talento español por todo el mundo

Si les digo que más de dos centenares de trabajadores del mismo sector han conseguido un contrato gracias a su ayuda y que, además, unos 80 lo han logrado en otros países seguramente su mente les conducirá hacia una empresa de selección de personal, una de trabajo temporal o una especie de "conseguidor" de Erasmus. Si les añado que esos profesionales que han ido encontrando destino son futbolistas, pensarán que hablamos de una agencia de representación con bastante efectividad, pero tampoco es eso. Sirvan estas líneas para dar a conocer un poco mejor y, a su elección queda, poner en valor parte de la labor que está realizando la AFE durante los últimos años y que tanto está ayudando a aquellos miembros de nuestro fútbol que no forman parte del star system, desarrollan su actividad con humildad y alejados del primer y del segundo plano informativo y, en resumen, sacan del fútbol en muchos casos el mismo salario que muchos otros trabajadores que aspiran a ir viviendo, pagar su hipoteca, dar de comer a los suyos y poco más.

Si nos referimos a Jesule, Rubiales y Tito, el levantinismo se pondrá de pie recordando a los tres en su pleno esplendor logrando el ascenso a Primera para los granotas en la 2003-04. Fueron piezas destacadas de aquel equipo dirigido por Don Manuel Preciado que culminó un sueño que llevaba cuatro décadas sin hacerse realidad. Ahora, los tres forman parte activa de esa AFE volcada en mejorar las condiciones de vida de sus afiliados, de todos en general y de los que más los necesitan en particular. Cada uno asume su rol y éste no difiere mucho de lo que mostraban en el campo. Como sabrán, Luis Manuel Rubiales es el presidente de la AFE, su rostro más visible y el que siempre da la cara para que, en ocasiones, se la rompan. Irrumpió en el cargo como cuando subía la banda izquierda, dispuesto a llegar a línea de fondo con todo para servir desde allí un buen centro al compañero. Aquella osadía bien entendida que mostraba como jugador le llevó a Primera cuando muchos no le veían cualidades para ello, pero entonces demostró y ahora lo repite que tiene dentro muchas más cosas de las que los demás percibimos desde fuera.
Jesule era compañero suyo en línea defensiva, ahora es vocal de la AFE, con el mismo papel discreto y silencioso, pero altamente efectivo y cumplidor. Aquella zaga la lideraba Alexis, de los dos centrales el más alto, fuerte y vistoso, pero todos echábamos de menos al otro pelado cuando no estaba. Jesule era básico en el equipo, rendía siempre y en un grupo, sea sobre el césped o en los despachos, son muy necesarias estas piezas. Estoy seguro que desde su habitual deseo de no aparecer ni figurar, sus compañeros en la asociación de jugadores se sentirán más arropados y seguros si tienen a Jesule cerca y, de paso, les dejará alguna perla extraordinaria como aquel gol ante el Athletic de Bilbao que permitió al Levante dormir en puestos de Champions por primera vez en su historia.
El tercer ex granota, o granota simplemente porque Tito es de los que siente como suyos y para siempre los equipos que defendió, es el que más centrado ha estado en la labor que apuntábamos desde el inicio. Vicepresidente de AFE, aquel centrocampista Made in La Masía, vive ahora volcado en encontrarle destino a aquellos futbolistas, afiliados, amigos… que no caben en nuestro fútbol, donde la crisis ha azotado con dureza a la Segunda B y ni hablemos ya de la Tercera. Para hacernos una idea, en la categoría de bronce muchos jugadores tienen suerte si pueden ser mileuristas, lo que casi descarta la movilidad geográfica y ni hablemos de poder ahorrar dinero. Con esto, para dignificar su trabajo y sacarle un rendimiento económico que les permita vivir y, a poder ser, guardar en el banco unos euritos cada mes, desde hace años el extranjero se ha convertido en la puerta de escape necesaria para muchos de ellos. Eso sí, no hablamos de la Premier League o la Bundesliga sino de competiciones menores o de países en los que nunca un chico sueña que acabará ganándose la vida detrás del balón.
Como cuando jugaba, Tito auxilia al compañero, intenta darle siempre una opción y abre nuevos caminos encontrándoles clubes como antes filtraba balones a sus atacantes con tiralíneas. Así, en los últimos años y gracias a la ayuda de la AFE, ha habido futbolistas españoles que han firmado contratos en Grecia, Chipre, Italia, Polonia, Emiratos, Azerbayan, Estonia, Finlandia, Rumanía, República Checa, Islandia, India, Indonesia e incluso Laos. No sólo eso, para sus afiliados que ahora son entrenadores o preparadores de porteros, también han ido encontrado empleos en Europa, Egipto o Arabia Saudí. Todo ello, huelga decirlo, sin que AFE obtenga ningún beneficio de estas gestiones sino que se enmarcan dentro del servicio que la asociación le da a sus afiliados, que pagan una cuota anual que decrece en precio dependiendo de la categoría en la que el jugador milite.

El trabajo que se pegan Tito y los suyos organizando las Sesiones AFE y buceando por todo el planeta en busca de equipos para sus chavales, merece la pena destacarlo pues la implicación es altísima y, como su elemento de trabajo son las personas, es imposible no involucrarse personalmente pues hablamos de cubrir necesidades de futbolistas que en muchos casos se esforzaron como el que más, se sacrificaron desde niños para ser futbolistas pero se quedaron en el penúltimo escalón y ahora necesitan encontrar en otros países esa recompensa que en España ya no hay, incluso en Segunda A, donde hay casos en los que no se cumple el salario mínimo estipulado para los jugadores en esta categoría. Lo tomas o lo dejas, así está el patio en nuestro fútbol.

Restarle horas a tu vida y a tu familia 

Con tantos jugadores dispersos por el mundo, siempre hay trabajo, horas de más que los dirigentes de AFE le quitan a su vida y a su familia. Problemas de idioma, visados, cobros, viajes, licencias, vivienda… cuando uno sale al extranjero a jugar aparecen mil problemas que los futbolistas acaban revirtiendo a la AFE y ésta nunca deja de cogerles el teléfono. Incluso, ha habido situaciones de gravedad en las que han mostrado tal capacidad resolutiva que algún Ministerio de Exterior querría para sí. Por ejemplo, cuando Jorge Gotor, el primer español en jugar en Irak, necesitó salir del país con urgencia pues la situación era de alta inseguridad ya que a pocos kilómetros había bombardeos. Ahí se pusieron manos a la obra sus compañeros de AFE y lograron que saliera del país con celeridad. Ésta fue una situación extrema, pero no la única en la que Tito y los suyos han acudido en auxilio de los futbolistas españoles desperdigados por el mundo pues consideran su labor no solo encontrarles destino sino responsabilizarse en los dos sentidos, que el jugador tenga las mejores condiciones y también que éste cumpla y deje en buen lugar a aquellos que han dado la cara por él, la AFE, para que así se abra la puerta a que otros españoles recalen en esos países.
El caso de Gotor es buen ejemplo de la dificultad que entraña llegar a la élite del fútbol por muy bien encarrilada que esté tu carrera, una historia que merecería la pena que conocieran los miles de aspirantes a futbolistas que hay en nuestro país, así como sus padres para que jamás disparen la expectativas, pues vivir del fútbol es altamente complicado. Jorge Gotor es un central de envergadura que en edad juvenil tenía un brillante futuro y compartía selección española sub17 con Piqué o Cesc. El defensor fue convocado para el Europeo de la categoría en 2004 en el que España cayó en la final ante la anfitriona Francia en la que jugaban Nasri, Ben Arfa, el ahora milanista Menez o Benzema. Aunque Gotor no jugó la final (Piqué y Lombán fueron la pareja de centrales), estaba en aquella brillante generación y pocos habrían apostado a que nunca jugaría en Primera o Segunda y que tras peregrinar por los filiales de Zaragoza, Espanyol, Getafe o Murcia en 2013 encadenase estancias en el Baleares, Guijuelo y Sariñena para terminar haciendo las maletas rumbo a Irak. Pero ésa es la realidad del fútbol, en la que son muchos los llamados y pocos los elegidos. Y ahí aparece la AFE, para auxiliar a los que más lo necesitan.

Otros valencianos: Nebot, Montaner y Luis Gil

Volviendo a la composición del equipo de trabajo de la Asociación, junto a los granotas, otra de las caras visibles es el valenciano Luis Gil, que no tuvo el privilegio de jugar en el Levante aunque era al que más cerca le queda, pues es de La Pobla de Vallbona. También el abogado de AFE, Santi Nebot, es paisano y con ligazón levantinista, pues su hermano Jose fue durante casi dos décadas el jefe de los servicios médicos del Levante. Por eso, un buen amigo bromea con las siglas de AFE, reconvirtiéndolas en Asociación de Futbolistas Ex levantinistas, pues hasta su jefe de prensa, Juanjo Montaner, es otro producto del Camp del Turia y granota de pro. Pero por encima de filiaciones futbolísticas, lo digno de valorar es la labor que se efectúa y es justo dar a conocer gestiones que realizan como la entrega de botas y guantes a los equipos de Segunda B, siempre intentando ayudar a los que menos recursos tienen.
Tal es el grado en el que se involucran que ahora han realizado una bolsa de trabajo para los jugadores, para que tengan opciones laborales más allá de su actividad futbolística. Y así, un movimiento constante en pro de aquellos a los que menos les ha sonreído el fútbol y que va mucho más allá de la cara visible que es la que le llega al gran público y que se reduce a reuniones y disputas con la Federación o la Liga, las huelgas o conatos de huelga… una pelea en busca de recursos que redunden en los que más lo necesitan. Es sólo la punta del iceberg de una inmensa labor que se traduce en largas jornadas de trabajo, en semanas fuera de casa, en perder calidad de vida y de sacrificarse por los compañeros, de asociación, como antes lo hacían por los de equipo.
Miguel Ángel Vara