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Sobre entradas y salidas de los clubes
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Sobre entradas y salidas de los clubes

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Miguel Á. Vara
El City se llevó a Otamendi del Valencia CF por 45 millones de euros.
El City se llevó a Otamendi del Valencia CF por 45 millones de euros.

Corría el mes de agosto de 2007 cuando junto a mi compañero Alberto Iranzo cogimos un avión hacia Alemania en busca del reportaje del verano, al menos del nuestro. Hace ocho años, pero parece un mundo, cuando algunos considerábamos que el periodismo era eso, ir a los sitios, conocer a los protagonistas, mirarle a los ojos a la noticia…y no teclear la Wikipedia, chillar mucho en un plató o escribir un tuit. Parece que eso ha cambiado y la comodidad de la silla ha ganado el pulso a la incertidumbre del viaje de un reportero.

El caso es que el Valencia CF de Soler quería darle brillo a su proyecto firmando a Rafael Van der Vaart, entonces una pieza cotizada por los grandes de Europa. De hecho, un año después acabó en el Real Madrid antes de poner rumbo a la Premier, regresar a Alemania…y hoy recalar en el Betis. Van der Vaart militaba en el Hamburgo y, digámoslo así, estaba hasta el gorro de aquello y cuando le llamó el Valencia no tuvo ninguna duda. 
Todo fue rápido, cuando se cuenta con la complicidad del protagonista resulta más sencillo, así que nos plantamos en la moderna casa de Rafael y su esposa Sylvie e hicimos la pertinente entrevista en la que hablaba abiertamente de su deseo de venir a Valencia. Coronamos la mañana con una foto del jugador sujetando la camiseta del Valencia. La foto traería cola pero era la mejor muestra del futbolista de que quería romper con el Hamburgo y recalar en Mestalla.
Han pasado ocho años así que se puede contar ya la anécdota. Tras convencer al jugador para hacer la polémica foto, pues la presión que sufría en Alemania (lógica) era grande y sabía que aquella instantánea resultaría la espoleta definitiva, buscamos el triple salto mortal y le pedimos que se pusiera la elástica ché. El 'no' inicial acabó siendo un sí cuando le propuse un pacto entre caballeros que venía a resumirse en que nosotros no publicaríamos esa foto, pero ya la teníamos por si la operación se terminaba haciendo y se podía utilizar sin problemas para ilustrar nuestra portada sin necesidad de hacer otro viaje. Rafael debió verme cara de cumplir el pacto porque, jugándose mucho, se enfundó la camiseta y posó con su mejor sonrisa.
De aquella foto nunca le dijimos nada a los jefes, pues posiblemente nos habrían puesto en complicada tesitura al querer usarla sí o sí. De hecho, no sé dónde la guardó Iranzo, ni en aquel momento ni un año después cuando la tentación de sacarla para torpedear el fichaje del crack madridista también hubiera seducido a los jefes. Pero un pacto es un pacto y de la foto nunca más se supo.
Aquella noche de agosto de 2007, cuando se supo que Van der Vaart había posado con la camiseta ché, la prensa alemana se encabronó de lo lindo y las portadas del día siguiente le tildaron de traidor, en los casos más generosos. Tras celebrar el duro día de trabajo en el barrio de St. Pauli, donde a cierta edad es recomendable perderse alguna noche, nos fuimos a dormir sin saber la que se había montado. Al levantarnos y encender los teléfonos, empezaron a aparecer llamadas perdidas de números desconocidos en el teléfono de Alberto. No sabíamos qué pasaba hasta que sonó el móvil y llegó la primera oferta de una agencia informativa queriendo comprarle las fotos de Van der Vaart con la camiseta del Valencia. Después de esa llamada entró otra y luego otra y luego…todos los medios alemanes querían comprar las polémicas imágenes, algo que no pudo ser pues el trabajo pertenecía al Diario AS, así que fue nuestro medio el que decidió qué hacer con ellos. Si en aquel momento a Alberto se le ocurre romper mi palabra y subastar la foto con la camiseta puesta, su Ford Fiesta habría podido ser el Mini que tanto deseaba. Pero entre hombres de verdad, entre el honor y el dinero, lo primero es lo primero.
Toda esta batallita de ex reportero de calle me sirve para introducir el que ha sido el tema del verano futbolístico y no sólo en Valencia. Con la marcha de Otamendi muy reciente aún, recuerdo lo sucedido con Van der Vaart porque en medio de la tormenta que propició el jugador para venir a Mestalla, algo que no ocurriría, en un aparte no recuerdo si fue Quique o el por entonces segundo suyo, Fran Escribá, dos tíos cabales y que merecen la pena, me comentaron que en este caso a todos nos halagaba ver lo que Rafael estaba haciendo con tal de jugar en el Valencia pero que, ojo, si firmas un jugador de esa manera, luego no te puedes alarmar si se te vuelve en contra y toma las mismas medidas de fuerza para salir de tu club. Tal fas, tal te harán, que dicen en mi pueblo.
Como en toda disputa, hay que escuchar a las dos partes, cosa que suele ser imposible, para sacar conclusiones certeras. Manejar toda la información interna es imposible para la opinión pública, por lo que nos suele llegar sólo una parte, edulcorada por unos u otros, que nos disfraza de héroe o villano al jugador o al club, dependiendo de los intereses periodísticos o de otro tipo que influyan en el conducto por el que nos llega la información. En resumen, que nunca sabremos la verdad de las cosas, pero aún así, podemos opinar sobre hechos como negarse a entrenar o jugar con el club que aún sigue siendo el tuyo. No sé si Otamendi, como se apuntó en todos los medios, pidió no ser alineado, si lo hizo, desde luego no fue el primero en hacerlo y allá cada uno con sus decisiones, pero resulta curioso ver como en Valencia sentó tan mal eso (comprensible) y los mismos medios destacaban como un gesto de compromiso que el levantinista Deyverson se borrara de un partido de Os Belenenses y de algún entrenamiento para forzar su salida del club lisboeta. O estamos a favor, o estamos en contra.
Desconozco también si el atacante brasileño se negó a jugar y entrenar, como leí en la prensa valenciana, pero si fue así... no cabrá crítica ni sorpresa si dentro de unos meses decide tomar las mismas medidas de presión para salir de Orriols, o si Otamendi en un año se cansa del cielo gris de Manchester y se niega a jugar con el City para lograr su marcha donde sea. Si somos sinceros, todos los clubes bordean la legalidad (y la ética) para conseguir fichajes deseados, se negocia fuera de plaza, se piden compromisos o esfuerzos…es parte de las reglas no escritas de un juego en el que se mueve mucho dinero y eso lo confunde casi todo. Jugadores que pasan revisiones médicas en secreto, viajes antes de tiempo y noches ocultos en un hotel esperando un fichaje aún no cerrado, lesiones misteriosas, recuperaciones milagrosas… son parte de un fútbol que hay que entender para no dejar de amarlo.
Como estas prácticas, al final, son habituales en todos los equipos, resulta más honrado no incendiar la ciudad cuando lo hace uno de los tuyos y tampoco mostrar como un mártir al futbolista que fuerza para venir a tu club. En el caso de Otamendi, por ejemplo, ha resultado positiva la muestra de madurez que ha sido no tener que escuchar/leer diatribas panfletarias sobre que ‘Manchester nos roba’ y que el ‘City ens furta’. Los discursos populistas que convierten transacciones comerciales en cuestiones de estado resultan peligrosos, además de falsos si se emplean las mismas fórmulas para firmar tú jugadores de otros equipos, como es el caso. Si el central argentino decide irse y la oferta satisface a las partes, pues ya está, sin dramas. La vida sigue, faltaría más.
Algo parecido ocurre cuando los jugadores que ya no cuentan para un entrenador o club se niegan a rescindir sus contratos y en su derecho están. Por un lado, cuando somos el equipo receptor, criticamos al club de origen por no rescindir al futbolista pagándole lo que es suyo y liberarle para que venga a nuestros brazos. Cuando es al revés, entendemos perfectamente a nuestro equipo, que no tiene por qué pagarle al jugador aquello que firmó y, lo que debe hacer el jugador, es irse sin dar problemas para liberar ficha y dinero para que entre un nuevo fichaje. Como en todo, resulta equilibrado ponerse en los dos lados e intentar mantener la misma opinión cuando el viento sople a favor o en contra.
En ausencia de partidos oficiales, las entradas y salidas de jugadores se convierten en algo trascendente cada verano y los culebrones se pueden alargar, milagrosamente, durante meses en las portadas de los periódicos. Encontramos casos de todo tipo pero si uno ha sido ejemplar, dicho esto de nuevo sin tener toda la información, ha sido el de Pedro y su adiós al Barça. Su compromiso hasta el último momento, su gol en la Supercopa de Europa y su celebración al margen en el podio pasarán a la historia futbolera de cómo sí salir de un club por la puerta grande. El jugador lo dio todo hasta el último día por eso, cuándo quiera, podrá volver al Nou Camp sin haber perdido un ápice de cariño de su gente.
Llamativo está siendo también el caso de De Gea, al que ver en la grada de Old Trafford no deja de ser más que sorprendente. Incluso, añadiría que junto a él se siente vestido de paisano Víctor Valdés multiplica la incomprensión, pues hablamos de dos porteros de máximo nivel que, hace un par de años, compartían convocatoria de la selección española campeona del mundo. De nuevo la falta de información impide realizar un diagnóstico certero, pero tener a los dos en calidad de no convocados es, sin duda, una de las noticias del verano que debe escribir aún su último capítulo en los próximos días. 
Otro caso de salida-llegada no producida ha sido la de Mangala, del que se aseguraba que venía a Mestalla en la operación de Otamendi. No dejaba de chirriar que, mientras se afirmaba eso, el jugador fuera titular en el partidazo ante el Chelsea, en el que cuajó muy buena actuación. Al final del mismo, el defensor francés los puso encima de la mesa y dijo que del Etihad no lo sacaba nadie. Y ahí se ha quedado, en un ejemplo de que en todo esto, los futbolistas también tienen mucho que decir.
Y a estos ejemplos podíamos sumar decenas que han sido mucho menos mediáticos pero que se han ido produciendo en casi todos los equipos y que, seguro, el próximo verano volverán a darse. Entonces, posiblemente, será divertido repasar declaraciones de unos y otros, quejándose de la actitud de clubes o jugadores, dependiendo de si somos club vendedor o comprados, de si la estrella de turno quiere venir a besar nuestro escudo o reniega de él para entregarse a otro... así que quitémosle trascendencia a todo y concluyamos que, pase lo que pase, todo forma parte del show business. Que la pelota siga rodando. Show must go on!
Miguel Ángel Vara
Periodista 

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