Un finde cualquiera en la vida de un 'scout'

Cuando se presenta al último fichaje, la foto que nos llega es la del jugador flamante con su nueva camiseta y, flanqueándolo, su nuevo presidente, a veces en entrenador y en ocasiones el director deportivo. Pero, casi siempre, ese momento final lleva detrás una larga historia de viajes, partidos vistos, seguimiento del futbolista y de muchos otros para la misma posición que se fueron quedando en el camino de las prioridades pero que encierran un trabajo casi siempre desconocido por el gran público y sólo valorado por los líderes de un buen equipo de trabajo que saben de la importancia de tener muchos ojos y bien cualificados, viendo en directo fútbol.

En la trastienda del fútbol hay un grupo de currantes que suele permanecer en el anonimato, así debe ser, y que reporta a su jefe para alertarle de la nueva joya de tal o cual país, del crecimiento de aquel futbolista que hace un año nos generaba dudas pero que ahora se ha consolidado o de la idoneidad de firmar ya a un talento emergente antes de que su cotización se dispare. Son los ojeadores, scouts, técnicos de toda la vida que devoran fútbol y kilómetros cada semana para alimentar la base de datos de su club, para seleccionar objetivos y descartar opciones. En un fútbol cada vez más informatizado, con informes y estadísticas de todo tipo, con plataformas absolutamente top como Wyscout, Instat, Scout7… sigue habiendo una parte importante en cualquier fichaje que nace, se nutre y se decide por el trabajo de campo, por aquel partido que se vio en directo en un lejano estadio de la otra punta del mundo en el que entre frío y lluvia tu ojeador apuntó en su libreta que sí, que ése era el futbolista que tu equipo necesitaba para ser mejor.
Cada jornada liguera, copera o de competición europea, una legión de ojeadores se reparten por todos los campos, siendo España uno de los países que más acumula
He coincidido, de hecho todos los que acudimos a estadios de fútbol lo hacemos, con muchos de ellos aunque no sepamos bien quién es ese señor que junto a nosotros apunta cosas en su libreta (otros en tablet, ipad…). Cada jornada liguera, copera o de competición europea, una legión de ojeadores se reparten por todos los campos, siendo España uno de los países que más scouts acumula. Por un lado, el talento del futbolista español lleva años siendo muy apreciado en el resto de Europa, por otro, la crisis económica, la bajada de salarios y precios de traspaso ha permitido que muchos equipos de otras ligas, consideradas menores que la nuestra, puedan firmar a los mejores jugadores de Primera y Segunda (también de 2B sobre todo filiales), por lo que cada fin de semana no paran de ver fútbol en directo.
El cambio en los horarios de la Liga, tan criticado por unos, a este sector le ha venido de perlas. Ahora mismo, un ojeador puede ver en directo 5-6 partidos en una jornada de las que arranca el viernes y acaba el lunes, con partidos escalonados desde las 12 a las 22 horas. Las buenas comunicaciones en nuestro país, el AVE o el hecho de que en Madrid se agolpen cuatro equipos de Primera, con sus filiales, y dos de Segunda permite que si el calendario es generoso, en tres días te empapes de partidos masivamente. Por ejemplo, la temporada pasada también la Comunitat era punto neurálgico de scouts de media Europa. Con cuatro equipos en Primera raro era el fin de semana que no se podían ver un par de partidos en directo, completados con algún buen duelo de filiales. Acumular información es objetivo de los primeros meses de temporada y, por eso, cuantos más partidos se puedan ver, mejor. Después, ya se fijarán objetivos y se irá de lo general a lo concreto, a los objetivos reales.

Pero si hay un país donde scouts de toda Europa se lanzan a ver partidos comprimidos en pocos días, ése es Bélgica, la liga con mayor número de traspasos si lo comparamos con el tamaño del país y el número de clubes. La Jupiler pro League es una competición vendedora por naturaleza, un escaparate en el que todos los equipos quieren mirar por la cantidad y calidad de jóvenes que surgen cada temporada. De hecho, si miramos el actual mercado de enero, es Bélgica uno de los países con más ajetreo de altas y bajas. Esto supone que, durante los últimos meses, cientos de scouts han poblado las gradas de sus estadios, tomando buena nota de los futbolistas que van surgiendo o destacando.
El aeropuerto de Bruselas es un cruce de ojeadores llegando viernes y marchándose el lunes y los europarlamentarios haciendo el trayecto inverso
El aeropuerto de Bruselas es cada fin de semana un cruce de ojeadores llegando el viernes y marchándose el lunes con europarlamentarios haciendo el trayecto inverso. En los hoteles que rodean el aeropuerto se cruzan empresarios, políticos, turistas y scouts que conforman un micro mundo curioso para cualquiera que tenga un rato para sentarse con un café y ver el trasiego matutino de personal. También el aeropuerto de Charleroi, a media hora de Bruselas, es punto de entrada y salida pues desde ahí operan varias compañías low cost que permiten el desembarco de técnicos desde muchos otros puntos de Europa.
Hace pocas semanas, completé el calendario de partidos de uno de esos scouts y no era el único que llevaba esos deberes para hacer. De hecho, entre clubes españoles no es descartable acabar compartiendo coche de alquiler, así como mesa y mantel para combatir la soledad del ojeador viajero, que cada noche duerme en un hotel de una ciudad diferente tan impersonal y parecida a la anterior que no sabe bien dónde se está levantando cuando suena el despertador. Así, un viaje tipo empezaría un miércoles (16 de diciembre) en la ciudad española de origen desde donde volar a Bruselas, recoger el coche de alquiler y conducir, por ejemplo hasta Genk para ver el duelo copero Genk-Mouscron. Otros se decantaron por el Gent-Mechelen o el Westerlo-Brujas pero, el día siguiente, todos estaban en Lieja para ver el único partido copero que se jugaba el jueves: Standard-Kortrijk.
24 horas después, arrancaba la jornada liguera y en el partido del viernes tocaba tomar notas en el Lokeren-Zulte. Por tercera noche seguida, no había opción de cenar después del partido y bastante había con encontrar el hotel de turno. Como en España, sábado y domingo son los días grandes de fútbol, lo que se traduce en sesión doble, con una dosis de rallye automovilístico para llegar a todo. El sábado 19, a las 18:00 horas empezaba el Genk-Saint Truiden y a las 20:30 el derby entre Leuven y Mechelen. Toca salir antes del coqueto estadio del Genk para evitar el atasco y poder recorrer a tiempo los 70 kilómetros que separan esta ciudad de la universitaria localidad de Lovaina. Llegar a tiempo, aparcar en condiciones y recoger las acreditaciones es todo un ejercicio de velocidad y pericia del scout, que tras consumir su segundo partido del día, rebaja las pulsaciones y busca su cuarta cama de hotel de la semana. Sólo falta el domingo.

Aquí de nuevo cada club elige un partido. Todos coinciden en el de las 14:30 que es nada menos que un Brujas-Anderlecht y, tras él, hay dos opciones, recorrer los 20 kilómetros hasta la costera Oostende, donde el cuadro local es una de las revelaciones del campeonato y recibe a las 18 horas al Standard de Lieja, o hacer los 50 kilómetros hasta Gent y ver a las 20 horas el duelo del actual campeón liguero ante el Kortrijk. En ambos casos, no toca ir tan de cabeza con el coche y, eso sí, la jornada finaliza conduciendo hasta algún hotel del aeropuerto de Bruselas para evitar el enorme tráfico matinal de la capital belga y estar allí ya el lunes dispuesto a coger el vuelo de vuelta.
Ahí, entre turistas que regresan a España tras un finde que merece mucho la pena por las principales ciudades belgas y empresarios y políticos que llegan el lunes a primera hora para empezar su semana, los ojeadores comienzan a pasar a limpio sus notas, a elaborar sus informes, a ponerle orden a todo lo que han ido viendo y a la espera de aterrizar en casa y recibir un par de días después su nuevo plan de viaje, otra maratón de partidos que esta vez le puede llevar a Francia, Portugal u Holanda, los otros destinos mayoritarios para los scouts, cuyos ojos son los primeros en ver a ese crack con el que, meses más tarde, todos nos deleitamos.