Yo soy Zazaísta
Aprovechando que la actualidad del Valencia CF nos concede un respiro y los resultados no ahogan tanto como hace unos días, es un buen momento para destacar lo poco positivo que nos permite disfrutar esta triste temporada. Después de la victoria contra el Athletic Club de Bilbao Fabián Orellana ha acaparado muchos y merecidos elogios, pero me gustaría ensalzar también la figura de un jugador que derramó lágrimas tras marcar su primer gol como valencianista: Simone Zaza.
Resulta complicado analizar un jugador sin tener en cuenta lo que ha costado, pero creo que en el caso de Simone Zaza merece la pena hacer ese esfuerzo. Y es que el futbolista no tiene la culpa de la poca destreza del Valencia CF en las negociaciones. Pagar 16 millones de euros por el italiano es un despropósito y más viendo los recortes que se asoman en el horizonte. La operación es un absoluto desastre, tanto por el coste económico como humano (Prandelli dimitió por la tardanza en cerrar su fichaje). Ese es un aspecto en el coincidiremos la gran mayoría.
Zaza está lejos de su mejor forma, pero no se escuda en ello y cuando salta al campo se parte el pecho por el Valencia CF, contagiando al resto de sus compañeros
Sin embargo, su llegada beneficia al equipo más allá su aportación estrictamente futbolística. Zaza es de esa clase de jugadores que cambia a un vestuario por su forma de ser y su manera de entender el fútbol. Ya lo avisó Cesare Prandelli cuando explicó los motivos de su dimisión. "Era importante que llegara un jugador de este calibre el día 27. Es un jugador de carácter que sabe soportar la presión de Mestalla", declaró el exentrenador valencianista. Zaza personifica la voglia que tanto reclamaba el técnico italiano a sus futbolistas.
Zaza está lejos de su mejor estado de forma. Eso es indiscutible. Lleva muchos meses sin competir y todavía no está fino, ni en el aspecto físico ni en el mental. Todavía no confía al 100% en sí mismo después de la pesadilla en la que se convirtió su paso por el West Ham y haber sido objeto de burlas. Pero eso nunca ha sido una excusa para él. Cuando salta al campo todos esos problemas se quedan en el vestuario y Zaza se parte el pecho por el Valencia CF.
Ya dio muestra de ello viniendo aquí. Y es que Zaza juega en el Valencia porque ha querido estar en el Valencia a pesar de los muchos obstáculos que ha encontrado por el camino. El italiano no es un derroche de virtudes técnicas, ni el delantero más artístico del mundo. Tampoco pasará a la historia por sus cifras goleadoras, pero sobre el césped siempre da la cara. Es cierto es que eso el mínimo que se le puede exigir a un futbolista profesional, pero en el caso de Zaza su entrega se contagia a los demás. Y yo siempre quiero tener en mi equipo jugadores con ese carácter.
Zaza es de esa clase de futbolistas cuya personalidad se cuela en el cuerpo de sus compañeros. Con el italiano sobre el terreno de juego, el Valencia CF es un equipo mucho más agresivo, va al suelo, pelea cada balón y presiona con las líneas más adelantadas. De hecho, el primer gol contra el Athletic llega como consecuencia de un balón que recuperan en tres cuartos de campo entre Enzo Pérez y el propio Zaza.
Verle lanzarse al césped, maltratar a los centrales rivales y no concederse ni una tregua incluso cuando está fundido físicamente provoca un efecto positivo en sus compañeros, que quedan en evidencia si no se esfuerzan al mismo nivel. Prandelli tenía razón. La llegada de un jugador como Zaza era importante para el vestuario del Valencia CF más allá de los goles que pueda marcar. El 'Zazaísmo' ya está aquí y me uno al movimiento.
