Un tren azul y grana
Me ha caído bien el yankee, lo reconozco. Es naturalidad. Es respeto. Es dialogo. Es luz y taquígrafos. Es ir de frente. Es permitir preguntas. Es aceptar opiniones. Es no querer llegar y exigir. Es rodearse de gente que sabe de qué va el baile. Es ser honrado, no solo parecerlo.
Míster Sarver tiene ese halo de bondad que es necesario en este negocio pasional como es el fútbol. Podré estar equivocado, por supuesto, pero mi primera impresión tras verlo y leer lo que hace es muy buena. Y creo que estamos ante un momento histórico para un club como el levante UD que hace una década rezaba por no desaparecer y que ahora sueña con vivir sin agobios.
Esto es como la familia que está justita y le toca la primitiva, un buen pellizco. No te jubila, pero te mantiene cubiertas las necesidades básicas. Y si tus nanos comen, pagas el colegio y puedes tomarte una cervecita con tu amada y tus amigos la vida es mucho más placentera.
He escuchado mil defensores de la venta y de la no venta. En unos veo ilusión y futuro, en los otros miedos y desconfianza. Ambos son entendibles. Pero la gran diferencia es que unos quieren un levante sin agobios y los otros luchan por mantener una esencia romántica pero con un futuro dependiente de los resultados y de un crecimiento que es más irreal de lo que pensamos.
Luego están los que tienen, miedo a perder su cuota de poder. Cuando hablo de poder me refiero a sentirse básicos en el club. A entrar en las oficinas como en casa. A llenar el vacío que supondría no ser parte del proyecto. Estos últimos deben asumir que ha llegado el momento de dar un paso atrás y dejar que gente nueva con ideas modernas relancen su equipo.
Pasó en el Valencia y pasará en el Levante UD nadie es eterno ni indispensable aunque su vida sea azul y grana y su sueño vivirla desde dentro.
En la vida los trenes pasan pocas veces por la puerta de tu casa. Además por lo que leo todo lo que le piden a Sarver lo acepta. Se queda con el maquinista jefe, el revisor, el vagón bar, los de limpieza… quizá solo pide en un principio redecorar la vieja máquina y darle más madera a la caldera.
Si yo fuera parte de esta aventura, que lo soy, como accionista, estaría ya esperando en mi parada a que el tren parase. Y me subiría con la ilusión que merece esta maravillosa oportunidad. Acordándome de los que no han podido verlo y animando a los que en breve llenaran la guardería del nuevo tren.
La apuesta es tan interesante como para muchos arriesgada pero ser aficionado del Levante es arriesgado e interesante. Hace 25 años el equipo jugaba en tercera división con 500 aficionados en la grada, el futuro habla de un club consolidado e ilusionante. Yo no lo dudaría.
Carlos Egea