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La pasión de Salvo
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La pasión de Salvo

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Daniel Meroño
Layhoon Chan aplaude a Amadeo Salvo el día de su adiós. (Foto: David González)
Layhoon Chan aplaude a Amadeo Salvo el día de su adiós. (Foto: David González)

“Soy más famoso que Jesucristo”. Frase pronunciada por John Lennon hace casi 50 años pero que perfectamente pudo haber pronunciado quizás el hombre más popular en esta ciudad durante los últimos años: Amadeo Salvo.

Impecable siempre en su imagen, con mirada penetrante y tono altivo. Capaz de lo mejor y lo peor, pero siempre con ese aire de prepotencia que causa tanto respeto como empatía a la vez. Amadeo Salvo fue el líder que el Valencia CF necesitaba quizás, en el tiempo más complicado y controvertido de su historia.
Llegó casi de rebote por una carambola en la Fundación y tras dos dimisiones casi simultáneas como fueron las de Llorente y Fede Varona en Valencia y Fundación, respectivamente. Un hombre casi desconocido por la gran mayoría pero que había triunfado en el mundo de los negocios gracias al esfuerzo y trabajo de su empresa familiar: Power Electronics. 
Luchó por un Valencia CF moderno en el que se apostara por lo nuestro, por sus raíces y por un proyecto de cantera -que sí que consiguió renovar- y juego limpio innovador que no le dejaron desarrollar. Un proceso de venta impuesto a la fuerza por Bankia y el espaldarazo de la Generalitat hicieron que Salvo se erigiera casi como un Mesías que deberia salvar al Valencia CF de caer en la más absoluta ruina. Y lo consiguió.
No sé si ha sido el mejor presidente de la historia del Valencia CF, pero desde luego es uno de los que más huella han dejado. Y es que, en un tiempo en el que todo parecía confuso, oscuro y abocado a la ruina, aparecía Amadeo Salvo con un discurso que calaba, que llegaba adentro y que, desde luego, ilusionaba a todo el valencianismo. “Ahora mandamos nosotros”

Ha hecho cosas mal 

Seguramente ha hecho cosas muy mal, como hablar en ocasiones en un tono demasiado irreverente para ser presidente o ser demasiado impulsivo actuando en determinadas ocasiones. Estoy seguro que también ha tomado malas decisiones o ha cometido errores de principiante, como mantener a Braulio en el cargo -igual que a otros empleados del club que debían haber estado fuera del Valencia CF- o hacer afirmaciones que en el mundo del fútbol jamás se pueden cumplir -como aquello de que Djukic iba a acabar la temporada “pasara lo que pasara”-.
Ha pagado el precio de tener que vender un club cuando él no quería. Saber mover estratégicamente las piezas para dejarlo todo atado y, hay que decirlo, tragar con decisiones que iban en contra de sus principios como la contratación de Nuno o la contratación de algún jugador. Aún recuerdo la frase de Rufete: “Peter Lim es el máximo accionista y es él quien decide, aunque mi entrenador es Pizzi”.

Pero otras muy bien 

Pero si por algo será recordado Salvo, será por levantar a una afición que estaba falta de estímulos ilusionantes y renovar un club que estaba anclado en el pasado. ¿Recuerdan hace dos años como estaba el equipo? Pues casi como el campo: monocromo, anticuado y vacío. Salvo pasará a la historia como un presidente único -a pesar de que en muchas cosas recordaba a Paco Roig- y sobre todo como un líder que guió a todo el valencianismo en un conflictivo y bochornoso proceso de venta. Lo que es el destino, la mejor oferta, aquella que le hizo continuar en el cargo ha podido con él. Dimite por la puerta grande, alegando motivos personales y dejando a un lado guerras de poder con un entrenador que quiere ser más que eso y apoyando a su persona de confianza, Rufete, con quien logró armar un Valencia casi campeón después de una etapa de conseguir objetivos bajo mínimos y con las arcas más que vacías. “Vamos a volver a la Champions por la puerta grande”.
Frases como “Es difícil vencer a alguien que nunca se rinde” o “Algunos buitres no podrán con millones de murciélagos” pasarán a la historia como gritos de una guerra contra la política y la banca que acabó ganando el valencianismo -aunque a algunos les pese aún-. ¿Dónde estaban esos medios por aquel entonces que hoy se erigen como difusores de la verdad y el periodismo imparcial? Que me lo expliquen.
Porque me parece bien que se haya criticado a Salvo durante su estancia en el Valencia CF e incluso por controvertidas decisiones -de las que yo en muchas ocasiones no he estado de acuerdo-, pero lo que no entenderé es el daño que algunos medios de comunicación se empeñan en hacer solo por intentar convertirse en el “medio oficial” tras la salida de Salvo. Durante el proceso de venta se dedicaron a ningunear o denigrar una oferta -la de Lim- a la cuál ahora alaban y babosean para ganarse el favor de Mendes, Nuno o váyase usted a saber quién. Mentira tras mentira, algunos ya empiezan a tener las ansiadas noticias que no se han ganado trabajando, pero sí utilizando otras armas para mermar la capacidad de aguante de Salvo y Rufete. Dos currantes a los que algunos aún llaman floreros quienes se marchan del club para evitar una guerra que algunos deseaban que estallara sin tener ningún miramiento por el escudo. A la postre, conflicto que no se pudo evitar en base a frases demasiado impulsivas como “Mendes no pinta nada en el Valencia CF” o “El precio de Otamendi no lo pone Mendes, lo pone el Valencia y son 50”.
Frases desafortunadas aparte, así es el periodismo acomodado en esta ciudad. Ese que siempre nos ha mirado a algunos por encima del hombro y que ni siquiera nos ha dedicado un saludo a menos que quisieran algo a cambio. Los que empezamos en esto seguimos aprendiendo de las lecciones y clases magistrales que nos dan cada día. Se agradece. 
Amadeo Salvo, y por ende Rufete, se han sacrificado en beneficio de un proyecto que sigue ilusionando al valencianismo. Seguramente hasta dentro de un tiempo, cuando lleguen presidentes que gusten menos o lo hagan peor no se le valorará como tal. Desde luego sus enemigos -que no son pocos- nunca lo harán, pero en eso consiste el no pasar desapercibido y luchar siempre a contracorriente. Llegó, predicó y luchó. Después se sacrificó para evitar una guerra y puede que en un tiempo... resucite. Así es la pasión de Amadeo Salvo, un hombre que en Valencia no es más famoso que Jesucristo, pero casi tanto como John Lennon.
Dani Meroño
Periodista RadioEsport y Deportes con Julio Insa 

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