¿Un empate útil?

De nuevo la UD Las Palmas se la ha vuelto a liar al Valencia CF en Copa del Rey. 19 años después, los insulares arrancaron un empate de Mestalla y se ponen en franca ventaja para pasar la eliminatoria de cuartos de la competición del KO. Los de Setién le dieron un baño al Valencia que, sin embargo, pudo igualar el gol inicial de Zahibo en propia puerta gracias a su hombre más en forma: Paco Alcácer.

Si hace dos décadas el Valencia cayó derrotado y eliminado de la Copa y Valdano dijo aquello de que fue una "derrota útil", el empate cosechado en Mestalla este miércoles queda todavía por demostrar cuan útil o inútil puede llegar a ser. 
El Valencia dice que quiere tomarse en serio esta Copa. La mala trayectoria en Liga y la incógnita sobre el rendimiento que puede dar el equipo en la Europa League dejan pocas dudas al respecto. Al menos así lo debe pensar Gary Neville, que ante Las Palmas echó mano de su once prácticamente de gala. Ryan, que ya le ha ganado la partida a Jaume, Mustafi, Abdennour, Barragán, Gayà -que volvía-, Parejo o Alcácer son algunos de los argumentos que atestiguan esta teoría.
Claro está, luego esas ¡ntenciones había que plasmarlas sobre el terreno de juego, donde mandan los jugadores. Y allí, aunque fue al trantrán y con más pausa que prisa, el Valencia CF se fue haciendo dueño y señor del encuentro. 
El rival, más débil y mermado por las rotaciones, parecía que iba a dar demasiadas facilidades en defensa y que el Valencia sólo tenía que aprovechar una para empezar a encarrilar la eliminatoria. En el minuto 5 Alcácer se presentó sólo ante el meta Lizoain y éste le hizo la parada de la noche. Quedaba partido, y aunque el ambiente en Mestalla era relajado, el equipo quería marcar. Tres cesiones raras de Las Palmas y de errores impropios de una defensa de Primera, supusieron las mejores ocasiones de los de Neville en la primera media hora de partido.  
Sin embargo, la defensa adelantada de los canarios dificultaba la faena a los de Mestalla, que aún así pudieron adelantarse de nuevo en el 27 en un cabezazo de Rodrigo que desvió a córner in extremis el meta visitante. La realidad es que ahí se acabó el Valencia.
En una jugada, tan aislada como desgraciada, un centro de la UD era rematado magistralmente a gol de cabeza por Zahibo en propia puerta.

Un equipo descabezado y gafado

Con el paso de los minutos la calma dio paso a la dejadez. Los mediocentros del Valencia Zahibo y Danilo eran un desastre, no creaban nada de juego y, con Parejo más adelantado, el equipo estaba descabezado.
Enfrente, por si algo faltaba, los canarios iban tomando aire poco a poco... Así, en una jugada, tan aislada como desgraciada, un centro de la UD era rematado magistralmente a gol de cabeza por Zahibo en propia puerta. De nuevo una falta de lateral sacaba a relucir todas las carencias del equipo. Y mientras, Valerón, como un jabato a pesar de sus cuarenta años.
Los nervios y el cabreo afloraba de nuevo en las despobladas gradas, que aún así, silbaban e increpaban al equipo pidiéndole más testiculina. Al descanso, la pitada fue monumental.
Como en la primera mitad, el Valencia arrancó la reanudación con ganas y llevando la iniciativa, pero tampoco transmitía demasiada sensación de poder crear peligro. Sólo el meta canario, errando un despeje, generaba más peligro que todo el equipo de Neville junto.

El arreón final, errores arbitrales aparte, no empaña otro mal partido del Valencia. Los de Neville no ganan en Liga y ahora parecen haberse olvidado también en Copa. La luz de alarma empieza a parpadear cada vez con más intensidad.
Alcácer, a centro de Piatti, la enviaba alta, Rodrigo se perdía en regates, y Neville, impotente en la banda, no cambiaba nada. Vicente, en el palco, debió estar tomando buena nota, pues además de jugadores, este equipo empieza a necesitar que le metan mano seriamente. 

Alcácer pone el gol y la garra

Sólo Alcácer parecía tener el acierto para cambiar de nuevo la marcha del partido. El argumento es escaso, pero vale. Así, justo cuando se cumplía la primera hora de partido, el de Torrent establecía el empate a uno de un tiro cruzado desde fuera del área.
El equipo se envalentonó algo, las gradas se animaron y la UD Las Palmas, por fin, empequeñeció. De Paul y Cancelo fueron las soluciones que utilizó Neville para darle la vuelta a un partido y una eliminatoria que se le complicaba sobre manera. Como nada sucedía, el último cartucho fue sacar a Negredo por Zahibo. Había que ganar, o si no también podían ir despidiéndose de la Copa.
Y es verdad que el equipo acabó atacando, merenciendo algún gol más (Negredo falló solo) e, incluso, pidiendo un penalti que pudo ser, pero ese arreón final, errores arbitrales aparte, no puede empañar otro mal partido del Valencia. Los de Neville no ganan en Liga y ahora parecen haberse olvidado también en Copa. La luz de alarma empieza a parpadear cada vez con más intensidad y la hinchada lo sabe, que despidió a los suyos con una pitada de las que hacen historia y pañolada.