El Valencia empata y la fiesta de la Champions deberá esperar

El Valencia CF no pudo pasar del empate sin goles ante la SD Éibar y aplazará al menos hasta este lunes su clasificación matemática para la Liga de Campeones. Los de Marcelino, en un partido irregular, no supieron aprovechar sus ocasiones ante un rival correoso que, además, se empleó con dureza en algunas fases del juego. Para que nada faltara en la frustrante tarde en Mestalla, el colegiado, Santiago Jaime Latre, se comió un gol legal de Zaza que habría supuesto tres puntos de oro y, una fiesta en Valencia que ahora deberá esperar. 

Desde el respiraba un ambiente distinto, tan bueno como el que se ha vivido en Mestalla toda la temporada, pero especial. Había ganas de fiesta, de celebrar, de gritar al mundo del fútbol que el Valencia ha vuelto, que es de Champions. El equipo y su afición, sin embargo, tuvieron que ahogar sus ganas y deberán esperar al menos a ver qué hace el Betis este lunes contra el Málaga en su feudo. Si empatara o perdiera, el Valencia sería de Champions. Si gana, se pone a ocho con nueve por disputarse.  
El día señalado, sin embargo, era este domingo, y por eso, en las gradas el jolgorio y los cánticos eran incesantes y en el campo el empuje del equipo no cesaba. Rodrigo, como siempre, haciendo diabluras, era el comandante que lanzaba a las jaurías valencianistas en pos de un gol que no podía tardar en llegar. El internacional español lo acarició en el minuto once, pero poco antes había sido Mina quien lo había soñado con la cabeza el gol de la Champions. 

Desacierto e inquietud

Pero las ganas y la precipitación propiciaron el desacierto y la inquietud. Tanto es así que, a balón parado, el que más cerca estuvo de inaugurar el electrónico fue el Éibar. Pedro León lanzó un bombazo desde treinta metros que obligó a estirarse a Neto más de lo médicamente recomendable. El rechace le cayó a Orellana que estrelló su remate en el cuerpo de Kondogbia. El susto estremeció a un Mestalla que plácidamente se había llenado para asistir a una victoria de Champions, no a un disgusto inoportuno y desesperado. 
Guedes, con la cabeza agachada, trató de sorprender a Yoel como respuesta. Hasta el descanso el Valencia lo intentó, con más ahínco y ganas que acierto.

Acoso y derribo

El Valencia tras el descanso siguió dominando y avisando a su rival. De nuevo fue Guedes quien, tras una filigrana, puso el ay en la grada. Su disparo se le fue demasiado alto. Como en la primera entrega, el acoso y derribo fue incesante. Los centros se sucedían, pero no encontraban rematador. El gol se mascaba, pero no llegaba. La Champions estaba ahí, esperando. Han sido dos años de ausencia y tocaba volver ya, sin dejarlo esperar más tiempo. Mina, fundido, dejó su sitio al idolatrado Zaza.  

Latre la lía por partida doble

Rodrigo dio la bienvenida a su compañero italiano con una gran cabalgada que acabó con un remate cruzado al que Yoel acertó a meter la manopla cuando llevaba marchamo de gol. Carlos Soler, de los mejores ante el Éibar, fue objeto de penalti por parte de Cote que Santiago Jaime Latre no quiso ver; todo lo contario que en la jugada siguiente, cuando su exceso de vista le indujo a anular un gol legal de Zaza por fuera de juego cuando el ariete estaba en línea y había batido a Yoel por bajo de las piernas.   
El colegiado desesperó al equipo y a su afición, que le empezaron a protestar cada acción. Carlos Soler, uno de los mejores, se marchó fundido para dejar su puesto a Ferran Torres. Marcelino buscaba más verticalidad y el gol de la victoria. Pero ni Rodrigo, ni Zaza tenían el día. Los minutos caían y la invitada especial a la fiesta, que era la victoria de Champions, no llegaba. Y claro, sin victoria, no había Champions, ni fiesta, ni nada. Habrá que esperar un poco más.  

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