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¡Qué tristeza de realidad!
Real Valladolid
0-0
Girona F.C.

¡Qué tristeza de realidad!

DMQ
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Ángel Velasco B.

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El peor equipo de los últimos nueve partidos, el Real Valladolid, y el mejor, el Girona Fútbol Club, se enfrentaban en un partido de máxima intensidad para los locales a sólo dos encuentros para el final de la temporada. Los jugadores de Alberto López se jugaban la temporada y una nueva opción de salvar matemáticamente la categoría. Tras los miedos que se han vuelto a instalar en el estadio José Zorrilla tras la derrota (3-1) ante el Tenerife, la visita del equipo gerundense era vital para los pucelanos. Esa necesidad de puntos era ya imperiosa antes del partido. El futuro estaba en juego.

 
El equipo no podía fallar. Los jugadores sabían que estaban señalados y que tenían que dar una buena imagen. El equipo debía conseguir dar un cambio de personalidad que no consiguió hasta bien entrado el partido. El juego no era el esperado pero sí el temido. Las limitaciones tácticas del Real Valladolid en el campo rival siguen limitando a un equipo que depende de una inspiración de Juan Villar o de un detalle de trabajo y pasión de Roger Martí para sacar sus partidos y aportar estabilidad a un proyecto más pendiente de salvar la categoría y mirar a la próxima temporada que de limar sus errores en el terreno de juego.
Sin una evolución, más bien todo lo contrario, el Real Valladolid agoniza. Lo hace en su edición de 2015/2016 pero puede estar acercándose a un terrible final. El lastre de esta temporada puede ser elevado y no sólo para las próximas semanas. Este equipo no mejora y nada hace creer en una mejora sustancial. Utilizar un cambio en el tiempo de descuento para firmar un empate a nada pero que lleva al Real Valladolid hasta los 50 puntos es uno de los pocos premios a los que puede optar el equipo en su situación actual.

Nada que llevarse a la boca

Era el minuto 37 de partido y mientras Ruiperez Marín señalaba el cuarto saque de esquina para los intereses del equipo local marcaba, a su vez, el comienzo de la ocasiones de la primera parte. Hasta ese momento y ya bien entrada la primera media hora de partido nada había ocurrido en el estadio José Zorrilla. Mientras los locales mostraban por qué están en la situación en la que se encuentran, los visitantes enseñaban el miedo a perder y cerrar esa buena racha que les hacía llegar al estadio pucelano en zona de play-off.
Entre esos miedos de unos y las limitaciones de otros, el partido no tenía nada que llevarse a la boca. Nada. Los pocos más de 6.000 espectadores del estadio entendían, si no lo han hecho ya, por qué el equipo está en la situación en la que se encuentra. El Pucela volvía a mostrar debilidad defensiva y pocas ideas ofensivas. Sólo el empuje y la fuerza en la presión de Roger Martí y Juan Villar pudieron dar una alegría a una afición que veía nuevamente que su equipo de fútbol anda muy justo.

Empuje antes del descanso

Por suerte, tras ese cuarto saque de esquina señalado, el partido despertó. Girona y Real Valladolid mostraron sus cartas y enseñaron las uñas. Estaban en el césped para generar ocasiones. Entre lo que parecía un claro penalti sobre Roger Martí tras un saque de esquina y un remate de Juan Villar tras una buena jugada de Juanpe Ramírez, se pudo ver una clara ocasión del Girona. Mata, interesante delantero catalán, se adentraba en el área y buscaba las cosquillas a Kepa Arrizabalaga. El vasco acertaba en su intervención y sumaba una gran parada.
El encuentro se estiraba y lo hacía pocos minutos antes del pitido final. Siete, ocho o diez minutos de fútbol que no podían con el sopor de los 35 minutos anteriores. Con un único disparo a puerta en toda la primera parte, Girona y Real Valladolid se marchaban a los vestuarios con poco bagaje ofensivo. Tristemente, el pan nuestro de cada día en el estadio José Zorrilla durante esta temporada.

El espíritu de José

Estaba ya bien entrada la segunda parte y el partido no cambiaba. El encuentro mostraba la dinámica de los primeros minutos del partido hasta que Alberto López inyectó permutas desde el banquillo. Las entradas de Rodri Ríos y, sobre todo, la del canterano José Arnáiz cambiaron la dinámica. Mientras el '36' puso fútbol y dinamismo en la banda derecha desde u entrada, el '9' inyectó trabajo, fuerza y algo de mordiente al equipo. Juntos pudieron cambiar el partido. Sin dar un gran cambio al marcador, por lo menos dieron un vuelta a la grada. Ésta reaccionó y se expresó, aquello que no habían hecho en todo el partido.
Sin cambios pero con la alegría de ver cómo un canterano era bien recibido por la grada, el partido terminaba en una muestra de la necesidad de puntos que tiene el equipo. En el minuto 93, y cuando sólo quedaban segundos para el pitido final, Alberto López quemaba sus cambios con la entrada de Óscar González. Utilizar al '10' para tal situación demuestra la situación en la que está el equipo. Aquella que le va a perseguir hasta el final de temporada. ¡Qué tristeza de temporada! ¡Qué tristeza de realidad!

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