El Pucela se deja el alma... y dos puntos

Antes de recibir la visita del Club Deportivo Leganés este miércoles en lo que será un pequeño regreso del Real Valladolid a Primera división, los de Luis César Sampedro recibían a uno de los mejores equipos de LaLiga 1|2|3. Además de por ser un equipo en una gran racha, los gallegos llegaban hasta Valladolid con los mejores registros de visitante. El duelo era por todo lo alto. Un encuentro de elevada exigencia para el Real Valladolid. Los locales medían y probaban su ambición ante un difícil rival ya que la visita del equipo de Francisco Rodríguez se definía como el duelo más importante de toda la temporada.

 
Esa constante evolución que viven los partidos del equipo blanquivioleta exigía ver una buena versión de un equipo que participaba del duelo con menos sorpresas de las esperadas. Si se esperaban hasta tres cambios, después de lo probado por el entrenador en el último entrenamiento, finalmente Luis César Sampedro sólo realizaba dos permutas. Las incorporaciones de Ibán Salvador y Toni Villa, suplentes en el empate (1-1) ante la Unión Deportivo Almería, eran los únicos movimientos de pizarra del equipo blanquivioleta.
Los cambios y la estructura que está adquiriendo el Real Valladolid dejaba un empate final de mal regusto para los pucelanos. Pese a darle la vuelta al marcador con el que llegaban al descanso, los blanquivioleta se marchaban del duelo ante el Club Deportivo Lugo con la sensación de haber perdido dos puntos. Con todo el bagaje ofensivo y el fútbol expuesto, los locales se dejaban el alma pero, también, dos puntos en este exigente y vibrante partido que se vivía en el Nuevo Estadio José Zorrilla

Bendito acierto

Dice en muchas ocasiones Luis César Sampedro que, "el acierto del rival no se une con el desacierto rival". Es decir, por mucho que el rival falle y dé ocasiones de gol, el rival no siempre va a marcar. Así se podía definir el inicio del partido entre el Real Valladolid y el Club Deportivo Lugo. En el acierto estuvo la cuestión más determinante de la primera parte. Si bien los visitantes contaban sus ocasiones por goles, los pucelanos se topaban con la mejor actuación posible de Juan Carlos martín, meta gallego. Toni Villa, Óscar Plano o Jaime Mata se acercaban con fuerza e insistencia a la meta visitante. Lo intentaban en acciones combinativas, a balón parado o en transiciones rápidas. El Real Valladolid sacaba a relucir todo su arsenal pero se encontraba con el acierto del portero rival y el desacierto local.
Por el contrario, la falta de acierto pucelana se topaba con la fortuna y claridad del Club Deportivo Lugo. Si bien anotaban en su primera gran llegada a la meta de Jordi Masip, 19 minutos después del primer gol, se encontraba con un dudoso penalti de Ibán Salvador. Al gol inicial de Christian Herrera se sumaba el estreno goleador de David Fydriszewski. El delantero argentino anotaba desde los once metros y ponía distancias entre ambos equipos.
En ese momento llegaba a la memoria pucelana la derrota (1-2) ante el Fútbol Club Barcelona B. La única derrota hasta la fecha como local aparecía en la memoria de los aficionados pucelanos. La ventaja gallega era similar a la culé pero por diferentes motivos. En aquella ocasión,  el acierto visitante se enfrentaba a las pocas ideas locales. En esta undécima jornada todo se debía al acierto del meta Juan Carlos y a lo mojada que se quedaba la pólvora blanquivioleta en los primeros 45 minutos. El bagaje ofensivo era similar al de jornadas atrás. Los seis tiros pucelanos y los cuatro saques de esquina resumen la ambición pucelano. No el acierto. En ello ganaban, con creces, los gallegos. Dos goles en dos acercamientos.

Crece la exigencia

La tarea del partido se tornaba en complicada. Muy complicada. Si el duelo ya tenía tintes muy exigentes por el nivel del rival, la renta del equipo gallego antes del descanso dejaba cuesta arriba el duelo. Pese a todo, la ambición se seguía midiendo. El estilo del Club Deportivo Lugo, con el orden y el equilibrio como grande señas de identidad, aumentaba el reto de un equipo que no debía fallar a nivel defensivo. Como en los primeros 45 minutos, cualquier oportunidad visitante podría ser aprovechada para, en este caso, sentenciar el partido.

Dicha opción existiría y muy pronto. A los pocos segundos de la reanudación, el Club Deportivo Lugo veía intervenir a Jordi Masip. Perdían fluidez en su acierto de cara a puerta y perdían la opción de sentenciar el duelo al poco de comenzar. El duelo ofrecía una oportunidad al Real Valladolid. Una opción de meterse en el partido que Míchel aprovecharía. Si David Fydriszewski marraba la sentencia, Míchel Herrero aprovechaba la oportunidad de meter al Real Valladolid en el partido. El '21' recortaba distancias y los más de 9.000 pucelanos congregados en el Nuevo Estadio José Zorrilla encontraban un resquicio de ilusión y esperanza en la remontada.

Plus blanquivioleta

Si los primeros 45 minutos mostraban un Real Valladolid que sabía qué quería y cómo es su estilo de juego, la segunda parte mostraba una versión pucelana mucho más dubitativa. La presión y la ansiedad aparecían en el terreno de juego blanquivioleta para un equipo local que se crecía con el tanto de Míchel Herrero. recordar distancias motivaba a un equipo que ganaba enteros con el paso de los minutos. La ilusión estaba por todo lo alto. Entre la expulsión de Bernardo Cruz y la entrada de Giannis Gianniotas, los locales afrontaban el último cuarto de hora con la ilusión de dar la vuelta al marcador con más fuerza que nunca.
La entrada de Asier Villalibre y el cambio de sistema del Real Valladolid potenciaban las ilusiones de un equipo que ya había asegurado que se dejaría el alma hasta el último minuto. La creencia y el corazón del equipo no quedarían en duda tras el partido. Ganando, empatado o perdiendo, el equipo de Luis César Sampedro se dejaba todo sobre el campo. En esta ocasión, finalmente, tocaba empatar.
La remontada no se consumaba en toda su expresión. Los locales remontaban el 0-2 con el que se llegaba al descanso desde el punto de penalti pero no terminaban de darle fuerza al empuje ofensivo y 'perdían' dos puntos. Perdían en relación al bagaje ofensivo mostrado y a la exigencia que tenía el equipo en ganar tras el empate con el que se llegaba del duelo en Almería. En el resto, los pucelanos no perdían en nada.