Filipe Luis le 'regaló' un momento inolvidable
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Su perfil: "¿Quién es, realmente, Borja Fernández?
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Junto a Álvaro Rubio "La base del histórico ascenso del 2007"
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El valor de volver: "La espina blanquivioleta de Borja"
“Al ver la lesión de tobillo de Filipe Luis tomé la decisión. En el fútbol hay que vivir el presente”. Estas palabras pertenecen a Borja Fernández, nuevo jugador del Real Valladolid, en lo que fue su despedida del club blanquivioleta en el año 2010. La grave lesión de tobillo del lateral brasileño le llevó a aceptar la oferta que Ángel Torres le había hecho. La decisión de marcharse de Valladolid la tomaba en el mes de enero pero no sería hasta el mes de mayo cuando se daría cuenta de la dimensión de tal decisión.
Con el agua al cuello y el equipo casi en Segunda división, el Real Valladolid se jugaba una de sus últimas cartas con la visita del Racing de Santander de Miguel Ángel Portugal, su nuevo entrenador. Borja era titular y sudó mucho aquella noche por conseguir la victoria. Trabajó a destajo hasta que en el minuto 81 Velasco Carballo le mostraba la segunda cartulina amarilla. Se tenía que marchar y dejaba al Pucela con un hombre menos en los últimos minutos del partido. Casi sin tener tiempo de conocer la encrucijada a la que se enfrentaba el equipo en esos últimos diez minutos, la afición se puso en pie. Se marchaba a los vestuarios el ‘10’ del Pucela pero, a su vez, se marchaba del estadio y de la institución uno de los jugadores más carismáticos de aquel equipo. La afición no quería dejarlo pasar y dejó por un momento la situación de los de Clemente para centrarse en el gallego.
Coreando su nombre y entre un aplauso unánime, el canterano madridista vivía sus últimos segundos como jugador pucelano. Lo hacía emocionado, con lágrimas en los ojos y con el conocimiento de que Valladolid no era un lugar más para él. Se trataba de una ciudad y un club únicos, pero además, con una afición inolvidable para él.
Valladolid le vuelve a latir
Como bien dijo, días después, en su despedida oficial, Valladolid le “late” y le volverá a latir porque desde hoy vuelve a defender esos colores que desde el 2006 lleva grabados. Desde ahora puede volver a pisar su casa, su estadio y ese césped que tras ser expulsado aquel 8 de mayo de 2010, y en soledad, besó para despedirse de la que siempre será su casa.