El Celta pierde contra sus propias armas

El Celta perdió su condición de invicto en un duelo trabado donde los errores defensivos marcaron el devenir del encuentro. El Girona, mejor plantado en Montilivi, fue justo merecedor de los tres puntos ante un Celta cortocircuitado con sus armas, la presión y los contragolpes. Eusebio le ganó a Mohamed la partida con su ideario futbolístico. Al menos, los vigueses, buscaron el empate hasta la última jugada del encuentro.

Lo que funciona no se toca, eso es lo que pensó Antonio Mohamed al plantear el duelo ante el Girona. El técnico repetía once titular por tercera jornada consecutiva avalado por las victorias ante el Levante y el Atlético de Madrid, algo que esta noche de lunes no funcionó, con muchos jugadores por debajo de su nivel.

También reconocía Mohamed que la posesión del Girona no le importaba si no era en su campo y eso fue lo que sucedió en los primeros compases de un partido que pudo abrir Stuani si no hubiese aparecido un providencial Sergio Álvarez. Al Celta le costaba encontrar el ritmo en Montilivi ante la presión local.

El Celta aparecía a cuenta gotas, empezando a tocar el balón de forma tímida en defensa y sin encontrar huecos en la zaga de los de Eusebio. Sólo los disparos lejanos de Pione Sisto  y Maxi Gómez llevaron peligro a la meta defendida por Bono en el primer cuarto de hora.

Stuani golpea primero

Cuando mejor estaba el Celta, con una Fran Beltrán imperial, un ataque conducido por Aday Benítez fue suficiente para adelantar al Girona. El centro medido, tras recortar a Mallo, del lateral zurdo encontró la cabeza del ariete charrúa que colocó el esférico fuera del alcance de Sergio.

Benítez, desbocado, estuvo a punto de aumentar la ventaja en el 26 con un potente remate al palo largo. El de Sentmenat estaba convirtiéndose en una pesadilla para Mallo y Roncaglia, lo mismo que Porro ante Júnior Alonso. Los de Mohamed acusaban el golpe del gol y volvían a sufrir de lo lindo en Montilivi, especialmente ante los laterales locales.

Felicidad efímera

Cuando peor lo pasaba el Celta, desbordado en las segundas jugadas, apretando los dientes en defensa apareció Aspas. El moañés ejecutó un lanzamiento magistral de falta desde la frontal.

El esférico sobrepasó la barrera para hacer imposible la estirada de Bono. El Celta lograba la igualada pero sólo dos minutos después, en el 37, Alcalá batía a Sergio en una jugada a balón parado. El central cabeceó, desde el centro del área, un centro de Granell.

Con 2-1 y muchas dudas en el juego, el Celta enfilaba el camino a los vestuarios esperando la reacción en la segunda mitad. Los de Mohamed, con un 62% de posesión, mucha de ella en su campo, se asemejaron por momentos al Celta de Unzué.

Entra Boufal y marca Stuani

Sin esperar, Mohamed dio entrada a Boufal ya en el descanso el día que cumplía 25 años, Júnior Alonso era el jugador sacrificado. El Celta salía con mayor mordiente al césped y gozaba de una clarísima ocasión en la cabeza de Aspas a centro de Mallo que sacó sobre la línea Stuani, aunque la acción ya estaba invalidada.

Al igual que sucedió en la primera mitad, cuando mejores sensaciones ofrecía el Celta apareció Stuani que sólo tuvo que empujar el esférico tras una contra de manual de Portu tras un error de Roncaglia. El uruguayo pudo marcar el cuarto en el 61, pero no llegó a la pelota por centímetros mientras se paseaba por el área celeste.

Antonio Mohamed sacaba a Pione Sisto del campo para dar entrada al delantero del filial Dennis Eckert. Los celestes se asomaban tímidamente al área local pero con poco acierto mientras el Girona se había tirado descaradamente atrás para seguir buscando más contragolpes.

La ventaja local parecía insalvable, al menos en el espíritu de un equipo que parecía vencido y que necesitaba el milagro de un gol que les metiese en el choque de forma definitiva. Los de Mohamed tocaban y tocaban pero no encontraban fisuras en la poblada zaga gerundense.

Pero la fisura apareció, un centro de Lobotka fue rematado por Boufal, que batió a su compatriota con un volea de primeras para llevar la esperanza al Celta en el 88. Maxi, en su cabeza, tuvo el empate a tres cuando el electrónico se acercaba al 90. Los de Mohamed tocaban a rebato con uno menos tras la expulsión de Cabral. El Celta, desnortado y sin ideas en muchos momentos, al menos mostró la casta de los que nada dan por perdido y tuvo el empate en el 95, al menos este equipo cree.

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